Pacaraima, BRASIL
(Agencia Fides, 19/07/2018) - El sacerdote brasileño José Sebastião Barros da
Silveira y el argentino Miguel Alberto Fernández, de Don Orione (Pequeña
Obra de la Divina Providencia), llegaron a Pacaraima, Brasil, a la
diócesis de Roraima, para llevar asistencia al padre Jesús López
Fernández de Bobadilla, un misionero español fidei donum de 78 años, que
asiste a miles de venezolanos refugiados que huyen de su país cada día.
Pacaraima limita con Venezuela y es la principal ruta de acceso por
tierra a Brasil. Llamada “Corazón sin fronteras”, esta nueva misión de
Don Orione tiene como objetivo acoger y apoyar a los refugiados
venezolanos, hombres, mujeres y niños, que llegan aquí y que necesitan
de todo.
Se estima que al menos 6.000 inmigrantes pasan todos los días a
Pacaraima. Algunos se paran aquí sin nada en sus bolsillos, otros se van
a Boa Vista, capital del estado de Roraima, que está a 220 kilómetros
de distancia. En el camino no hay siquiera un pueblo o una ciudad, por
lo que los refugiados no tienen dónde descansar o comer y duermen en la
carretera a la intemperie.
“Pocas horas después de mi llegada a Boa Vista junto al obispo Domário,
hemos atravesado la ciudad y por la tarde hemos participado en la
ceremonia de entrega de la ayuda a 50 venezolanos que han completado el
curso básico de portugués. Al día siguiente fui a visitar cuatro centros
de acogida donde había muchos refugiados venezolanos. Otros esperan
fuera para ver si queda algún lugar libre. Según las estimaciones, solo
en Boa Vista hay actualmente más de 25.000 venezolanos”, asegura el
padre José Sebastião Barros da Silveira en una nota enviada a Fides.
“Es triste ver a hombres y mujeres que venden ajo, detergente y todo
tipo de productos por la calle mientras que los adolescentes lavan los
parabrisas de los coches parados en los semáforos por pocas monedas.
Algunos han estudiado en su país y se han graduado. Todos desean
encontrar una nueva vida en San Paolo”, concluye el sacerdote. “El
sábado por la noche, tras un viaje largo, llegué a Pacaraima. Aquí me
encontré con cientos de personas durmiendo en precarias camas. El
domingo hemos celebrado cuatro misas con la participación de indígenas y
venezolanos”.
El padre José Sebastião explica que a las 3 de la mañana los voluntarios
comienzan a preparar los desayunos para los refugiados que se sirven
entre las 5 y las 7 y media de la mañana. “En Paracaima hay 1.300
venezolanos e indígenas que vienen a por el desayuno. Para muchos de
ellos es la única comida del día. Aquí llueve y hace frío. La ciudad es
pobre, faltan saneamientos y las calles están llenas de personas que
vienen de todas partes”.