CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 11 de julio de 2018).- Discurso pronunciado esta mañana por Mons. Fernando Chica Arellano,
Observador Permanente de la Santa Sede ante las Organizaciones y
Organismos de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura
(FAO, FIDA, PAM), al término de la Conferencia "Asegurar la pesca
sostenible desde el punto de vista social, ecológico y comercial",
durante la 33ª reunión del Comité de Pesca (COFI) de la FAO, en curso
del 9 al 13 de julio de 2018 en la sede de la FAO en Roma:
Discurso de Mons. Fernando Chica Arellano
Sr. Director General Adjunto,
Embajadores y Representantes Permanentes,
Funcionarios de la FAO,
Ilustres relatores,
Damas y caballeros:
Me complace tener la oportunidad de pronunciar las conclusiones de
esta reunión. Una palabra especial de aprecio y gratitud va para los
coorganizadores de esta conferencia, en particular, los Países Bajos, la
Comisión Europea y los interlocutores sociales europeos en el sector de
la pesca. Junto con estas Delegaciones, la Santa Sede ha querido apoyar
esta ocasión de reflexión para promover el objetivo de la pesca
sostenible que satisfaga las demandas de las personas, pero también para
confirmar que las muchas instituciones de la Iglesia Católica en todo
el mundo están comprometidas en el desarrollo y la realización de
diversas iniciativas para contribuir a este esfuerzo.
Debemos reconocer los impresionantes esfuerzos que la FAO está
llevando a cabo en este sector; se trata de una labor seria y calificada
apreciada por todos y que convierte a la Organización en una estructura
central dentro del sistema de las Naciones Unidas para la gestión
racional de los problemas de la pesca y de los pescadores.
De manera especial, deseo dar las gracias a los oradores de hoy que,
con su notable experiencia, han añadido una importancia adicional a este
evento en el marco del Comité de Pesca de la FAO. Los oradores han
señalado que la pesca proporciona empleo a millones de personas y, por
lo tanto, permite el sustento de familias, grupos y comunidades, y que
constituye para muchos países una fuente de ingresos y el suministro
primario de alimentos. Sin embargo, nunca debemos olvidar que la
dimensión económica, con todos sus beneficios, nunca debería eclipsar la
indispensable, dimensión humana que también es vital para garantizar
un desarrollo compatible con la protección del medio ambiente, en
beneficio de las generaciones presentes y futuras.
La promoción de la pesca sostenible y responsable debe ser una
preocupación fundamental en la actividad nacional e internacional. Esto
es cuanto afirma el Papa Francisco en la encíclica Laudato Si ',
recordándonos que: " Los océanos no sólo contienen la mayor parte del
agua del planeta, sino también la mayor parte de la vasta variedad de
seres vivientes, muchos de ellos todavía desconocidos para nosotros y
amenazados por diversas causas. Por otra parte, la vida en los ríos,
lagos, mares y océanos, que alimenta a gran parte de la población
mundial, se ve afectada por el descontrol en la extracción de los
recursos pesqueros, que provoca disminuciones drásticas de algunas
especies. Todavía siguen desarrollándose formas selectivas de pesca que
desperdician gran parte de las especies recogidas. Están especialmente
amenazados organismos marinos que no tenemos en cuenta, como ciertas
formas de plancton que constituyen un componente muy importante en la
cadena alimentaria marina, y de las cuales dependen, en definitiva,
especies que utilizamos para alimentarnos. (n. 40). Es una visión amplia
y efectiva, que puede vincularse muy bien con las perspectivas
expresadas en el Código de Conducta para la Pesca Responsable de la FAO,
cuando afirma que "la pesca, incluida la acuicultura, proporciona una
fuente vital de alimentos, empleo, recreación, comercio y bienestar
económico para las personas en todo el mundo, tanto para las
generaciones presentes como futuras, y por lo tanto debe llevarse a cabo
de manera responsable" (Introducción).
Desafortunadamente, y a pesar de haber conseguido logros importantes,
en muchas partes del mundo la explotación ha alcanzado niveles
insostenibles. Dado que todavía no se han tomado medidas efectivas a
este respecto, sigue existiendo el riesgo de que la situación se
deteriore aún más. Es imperativo, por lo tanto, que redescubramos la
sabiduría que nos permite considerar la pesca como un recurso importante
y precioso para el futuro de la familia humana. Dicho esto, todos
sabemos muy bien que el camino hacia este objetivo no será fácil.
Para resolver las situaciones relacionadas con la explotación
excesiva de los recursos pesqueros y la falta de coordinación en ese
sector, es necesario implementar las diversas disposiciones contenidas
en los numerosos convenios que regulan el sector pesquero. Algunos
oradores lo han subrayado en sus discursos, y creo que podríamos resumir
su contenido diciendo que todos llevamos en nuestros corazones la
dimensión humana de la actividad pesquera. Sin embargo, y
lamentablemente, también somos muy conscientes de las noticias
relacionadas con la explotación de los pescadores, cuyo trabajo a menudo
es precario, en muchos casos forzado, donde algunos incluso han sido
víctimas de la trata de personas. Todo ello debería hacernos reflexionar
sobre las actividades de nuestros gobiernos, organizaciones
intergubernamentales u organizaciones de la sociedad civil.
¿Qué podemos hacer o quién debería hacerlo? Esta es la pregunta que
tenemos que responder conscientemente, de una manera efectiva y
tangible. No debemos permanecer en lo teórico, ni hablar en términos
retóricos. Es tiempo de actuar.
Mientras la actividad industrial del procesamiento y conservación de
pescado está en constante aumento, también aumentan las formas atípicas
de contratación, de empleo irregular e ilícito, sin la estabilidad
debida y, no pocas veces, sin las garantías sociales mínimas. Hay
trabajadores en el sector pesquero que son reclutados fraudulentamente a
través de intermediarios y agentes sin escrúpulos. Viven en condiciones
verdaderamente inhumanas, lejos de sus familias durante mucho tiempo,
con un trabajo continuo y peligroso, con contratos falsos o como peones
de sus jefes. Se conocen casos de gran crueldad, que son causa de amarga
tristeza.
Para la Santa Sede, es esencial que se tomen medidas eficaces e
iniciativas relevantes para monitorear, identificar y salvar a los
pescadores que son víctimas de la trata y de tratos inhumanos y
degradantes. Hemos escuchado cómo pueden ponerse a punto en este sentido
regulaciones internacionales que ofrezcan oportunidades decentes a las
personas. Debemos hacerlo fomentando medidas y disposiciones que
protejan a los pescadores explotados, engañados y maltratados, medidas
que respeten los tratados internacionales de pesca particularmente en
el sector laboral, y que sigan luchando contra el flagelo atroz de la
trata de seres humanos.
El mundo en que vivimos, a pesar de las fluctuaciones diarias de
demandas, actividades y criterios, sigue necesitando valores como la
justicia, la solidaridad, la promoción y el respeto de los derechos
fundamentales de los seres humanos, especialmente de los pobres, los
desfavorecidos o los que están en situaciones vulnerables. Esperan de
nosotros una mano acogedora y rezan para que no los olvidemos o los
dejemos de lado. Esperan la asistencia que los ayudará a salir de su
difícil situación.
Solo si colaboramos, aunando esfuerzos, podremos proteger a quienes
viven en situaciones injustas en el sector de la pesca, salvaguardar el
medio ambiente marino y las diferentes especies de peces y poner fin, de
una vez por todas, a la despiadada explotación humana que influye
negativamente en la actividad pesquera de muchos países.
Tenemos que incorporar la esperanza que es necesaria y es fuente de
confianza para el futuro de muchos de nuestros semejantes. Si nos
convencemos de que el sector pesquero no solo proporciona recursos
materiales, sino también valores espirituales, esa riqueza interna que
tanto falta en nuestros días y que es el fruto de la solidaridad, el
intercambio y la fraternidad, entonces realmente podremos hacer el bien.
De esta forma, el trabajo de todos los que componen el sector pesquero
podrá mejorar y el nuestro se convertirá en un servicio eficaz para cada
persona y contribuirá a la promoción de la dignidad humana y la
grandeza de los pueblos.
La Santa Sede está cercana a las organizaciones internacionales como
la FAO, la OIT y la OMI, que promueven los objetivos antes mencionados,
que también son de especial interés para la Iglesia católica, como lo
demuestran sus esfuerzos e iniciativas en diversos países del mundo. Os
agradezco amablemente la oportunidad que se me ha brindado hoy y os doy
las gracias por vuestra atención.