Addis Abeba, ETIOPÍA (Agencia Fides, 20/07/2018) – El domingo 8 de julio es una fecha
histórica en el proceso de paz de los dos países. En Asmara se reunieron
el primer ministro etíope, Abiy Ahmed, y el de Eritrea, Isaías Afwerki.
Etiopía cuenta con un nuevo presidente que ha querido acelerar el
proceso de reconciliación entre los dos países. Un hecho así tendría que
haber generado una gran atención para la opinión pública internacional
pero la noticia tampoco ha resultado de gran repercusión.
El profesor Marco Lombardi, docente de Letras y Filosofía en la
Universidad Católica del Sacro Cuore de Milán, y uno de los principales
expertos en seguridad internacional, habla así para Fides:
“Han pasado veinte años desde que se levantó ese muro irreconciliable,
empujando a los grupos étnicos del área a migrar a través de una
frontera militarizada. Aunque eran enfrentamientos de baja intensidad,
dividieron a las familias y generaron pobreza y subdesarrollo.
Aparentemente, el ascenso al poder de Abiy Ahmed, el primer etíope de
etnia Oromo, ha cambiado los términos haciendo posible un acercamiento
que no era del todo bueno para ambos países. Eritrea, bajo el telón de
un severo régimen, respondió a las sanciones internacionales con una
economía de supervivencia cada vez más marcada por el contrabando con
Sudán. Desde el norte se importan mercancías todos los días pero también
un nuevo radicalismo extremista que siempre ha sido ajeno a Eritrea.
Algo que ha perjudicado a Etiopía, obligada a enfrentarse también a un
problema interno por el peso que tenía en la vecina Tigray, cuyo grupo
étnico gobernó el país durante décadas. En resumen, muchas cosas
parecen haber cambiado.
¿Cree que será posible una paz estable y duradera?, ¿cómo se puede conseguir?
“Realmente no lo sé. Una paz duradera y estable requiere requisitos
fundamentales que van más allá de la buena voluntad de un gobierno, que
es el responsable de iniciar y facilitar los procesos, pero no los puede
concluir sin un deseo generalizado entre la gente de superar antiguos
rencores. Los italianos saben poco de la Etiopía de estos últimos años,
rara vez protagonista en los medios de comunicación, y casi no saben que
los muertos han sido frecuentes entre los tigray, oromo, amara,
somalíes, entre los grupos étnicos que controlan diferentes partes del
país que, si ha hecho de la diversidad la bandera de su narrativa
política y cultural, en realidad aún no ha logrado promover la
convivencia pacífica. Por lo tanto, la apertura con Eritrea no se puede
ver como el camino hacia la pacificación sin una reconciliación interna
más profunda. Recordemos que hace unas semanas se lanzó una bomba
durante un encuentro del primer ministro causando dos muertos y muchos
heridos: se leyó como una fuerte advertencia al nuevo mandatario Abiy
Ahmed que busca una apertura democrática y que tiene que lidiar con los
dispositivos de seguridad de Etiopía, sobre cuya lealtad hay algunas
dudas, así como sobre los intereses económicos dominantes”.
¿Cuál es el futuro para los dos pueblos?
“La esperanza reina en ambos países que son muy jóvenes, con un 70% de
personas menores de treinta. La esperanza orienta los sueños y las
visiones del futuro y medirá el éxito de las promesas que, si no se
mantienen, generarán una situación difícil de controlar. Pero la
incertidumbre, de momento, viene de cara a un futuro que no todos ven de
la misma forma. Por supuesto, la paz y el bienestar es la aspiración
compartida, pero, ¿hasta qué punto se rechazar étnicamente esta
aspiración, es decir, en beneficio del propio grupo étnico? Es incierto.
Las aspiraciones no bien definidas pueden generar nuevos conflictos”.
El amor y el perdón han estado por encima. En su opinión, ¿cuáles serán los próximos pasos?
“El amor y el perdón prevalecieron de acuerdo con nuestra lógica y de
acuerdo con la voluntad, que comparto, de querer afirmar el amor y el
perdón como las fuerzas válidas para cambiar el mundo. Pero esta
afirmación debe demostrarse con los siguientes pasos que se den, para no
convertirse en una desilusión política oportunista y personalista. Una
confirmación de esta dirección positiva debe ser alentada por políticas
abiertas, que no conciernan solo a los oromo y que involucren a países
vecinos sin una visión hegemónica”.
¿El acuerdo de paz entre los dos gobiernos podría beneficiar a toda la región del Cuerno de África?
“El Cuerno de África es un área estratégica y problemática, clave en las
estrategias geopolíticas globales, donde los intereses de muchos países
se enfrentan entre sí. Ciertamente, la estabilidad de Etiopía y Eritrea
puede favorecer una estabilización de esta complicada zona, que sin
embargo sería a largo plazo. La paz con Eritrea es solo una pequeña
misión que el nuevo primer ministro ha asumido. Otra cuestión es lo que
respecta al eterno deseo de Etiopía de tener un puerto marítimo: una
porción de costa de Eritrea puede ser una petición implícita incluida en
el acuerdo de paz. Por otro lado, la apertura de Etiopía a Somaliland,
que tiene el puerto de Berbera, parece ir en esta dirección y este, de
cara a Puntland, es un gesto precisamente pacífico con la vecina
Somalia. De hecho, Somaliland y Puntland son dos regiones del estado
federal de Somalia donde todavía se combate por el control del petróleo y
que son limítrofes con una buena parte del territorio
etíope; con la región de Ogaden, habitada por somalíes pero controlada
por Etiopía, por tanto otra pieza inestable en el esquema del Cuerno de
África.
En definitiva, el camino emprendido por Abiy Ahmed es interesante porque
va en la dirección correcta aunque aún está por determinar cuánto puede
ser un factor de pacificación, sobre todo, porque hay demasiadas
variables no son controlables desde Etiopía. Cabe esperar que el nuevo
gobierno persevere. Pero también, que los intereses saudíes, de los
emiratos, los turcos, los británicos, los estadounidenses y los chinos
... solo por mencionar los más “obvios” ... no sean el mayor obstáculo
para la paz de la región”.