Manila, FILIPINAS (Agencia Fides, 15/05/2020) - El trabajo espiritual y material de la Iglesia
Católica en Filipinas y, en este contexto, la acción de las Obras
Misionales Pontificias (OMP) en el país constituyen una brújula y un
refugio seguro para la población, en un tiempo de desorientación como el
de la pandemia. Son un punto de referencia esencial, tanto a nivel de
consuelo espiritual, como en el trabajo de asistencia y proximidad a las
comunidades necesitadas, y para las necesidades de las Iglesias
locales, gracias al Fondo de Emergencia de las OMP. Lo explica a la
Agencia Fides, el p. Esteban Lo, sacerdote de Manila, miembro del
"Lorenzo Ruiz Mission Istitute" y director nacional de las Obras
Misionales Pontificias en Filipinas.
“De hecho, humanamente hablando, esta crisis representa la gran
tentación de ser más autorreferenciales y menos orientados hacia la
misión. Pero, gracias a Dios, también es una llamada de atención para
ponernos en contacto los unos con los otros mientras atravesamos la
misma tormenta" continúa explicando el padre Lo a Fides.
La cercanía se concretiza también con la participación en el Fondo
Especial de Emergencia Covid-19, establecido por el Papa en las Obras
Misionales Pontificias, para satisfacer las necesidades de las Iglesias
locales: "Con una primera humilde expresión de solidaridad enviamos
5,000 dólares estadounidenses, a través de la Nunciatura Apostólica, al
Fondo especial de emergencia de las OMP para llegar a las víctimas del
virus en las comunidades católicas que necesitan asistencia en todo el
mundo. La caridad mutua es la clave de estos tiempos: también en
Filipinas, se multiplican las iniciativas de proximidad hacia las
familias que están en extrema necesidad, con tantas necesidades
esenciales, y que solo la Iglesia está ayudando a sobrevivir".
No faltan las expresiones de caridad, señala el Director: "En general,
en nuestro país vemos una respuesta generosa y caritativa hacia los
pobres, incluso a aquellos que no se conocen personalmente. La ayuda se
extiende mediante la donación de dinero, alimentos y bienes esenciales
para la vida cotidiana. Numerosas instituciones católicas y escuelas,
parroquias y otras organizaciones han puesto a disposición locales y
estructuras para personas sin hogar y marginadas, mientras que los
médicos y las enfermeras están en primera línea ayudando. El
voluntariado juega un papel importante: los feligreses más jóvenes se
ofrecen como voluntarios para ayudar a distribuir paquetes de alimentos y
preparar espacios para acomodar a diferentes grupos".
También a nivel espiritual, la Iglesia ofrece su contribución de forma
capilar gracias a las nuevas tecnologías: "En muchas comunidades, se
organizan las oraciones y las misas online para nutrir y fortalecer la
vida de fe de los bautizados. La Palabra de Dios llena las redes
sociales y numerosas mensajes con palabras del Evangelio, o pensamientos
espirituales, corren por la red como una cadena, enviados de un usuario
a otro, actuando como inspiración y consuelo. La fe es una ayuda válida
en este momento difícil, y seguimos confiando en Dios”, concluye el p.
Lo.