''Los
hombres y mujeres de hoy necesitan una robusta inyección de espíritu de
familia- continuó- De hecho, la naturaleza de las relaciones - civiles,
económicas,jurídicas profesionales, de ciudadanía - parecen muy
racionales, formales, organizadas, pero también muy "deshidratadas",
áridas, anónimas. A veces se hacen insoportables. Aunque quiera ser
inclusiva en sus formas, en realidad, abandona a la soledad y descarta
un número cada vez mayor de personas''.
En
cambio ''la familia abre para toda la sociedad una perspectiva mucho
más humana: abre los ojos de los hijos a la vida... introduce la
necesidad de los lazos de lealtad, de honestidad, de confianza, de
cooperación, de respeto; anima a proyectar un mundo habitable y a creer
en las relaciones de confianza, incluso en condiciones difíciles... Y
todos somos conscientes del carácter indispensable de la atención
familiar a los miembros más pequeños, más vulnerables de la familia, más
heridos, e incluso más devastados en sus vidas''.
Y
no obstante, recalcó el Pontífice, ''no se da a la familia el peso que
le corresponde.-.ni el reconocimiento, ni el apoyo – en la organización
política y económica de la sociedad contemporánea. Yo diría más: ¡la
familia no sólo no tiene un reconocimiento adecuado, sino que no genera
aprendizaje! A veces dan ganas de decir que con toda su ciencia y su
técnica, la sociedad moderna todavía no es capaz de traducir estos
conocimientos en formas mejores de convivencia civil... En esa
situación, los extremos opuestos de este embrutecimiento de las
relaciones - es decir, la obtusidad tecnocrática y el familismo amoral -
se unen y se alimentan mutuamente. Es una paradoja''.
La
Iglesia ve hoy en día, ''en este punto exacto, el sentido histórico de
su misión en lo que respecta a la familia y al auténtico espíritu
familiar, empezando por una atenta revisión de vida que empieza por ella
misma. Se podría decir que el "espíritu de familia" es la carta
constitucional de la Iglesia: así debe aparecer el cristianismo y así
debe ser... La Iglesia es y debe ser la familia de Dios''.
El
Papa recordó que cuando Jesús llamó a Pedro para que lo siguiera le
dijo que lo habría hecho "pescador de hombres". ''Y para ello -dijo
FRANCISCO- hacen falta un nuevo tipo de redes. Podríamos decir que las
familias son hoy una de las redes más importantes de la misión de Pedro y
de la Iglesia. ¡No es una red que aprisiona! Al contrario, libera de
las aguas malas del abandono y la indiferencia, donde se ahogan muchos
seres humanos en el mar de la soledad y la indiferencia. Las familias
saben cual es la dignidad de sentirse hijos y no esclavos o
extranjeros''.
''A
partir de aquí, de la familia, -finalizó el Papa- Jesús recomienza su
paso entre los seres humanos para persuadirles de que Dios no los ha
olvidado. De aquí Pedro saca las fuerzas para su ministerio. De aquí la
Iglesia, obedeciendo a la palabra del Maestro, sale a pescar en alto
mar, convencida de que si lo logra, la pesca será milagrosa''. ¡Que el
entusiasmo de los Padres sinodales, animados por el Espíritu Santo,
suscite el valor de una Iglesia que abandona las viejas redes y vuelve a
pescar confiando en la palabra de su Señor! -exclamó- Recemos
intensamente por ello. Cristo, por otra parte, nos prometió y nos
alienta: si hasta los malos padres no niegan el pan a sus hijos
hambrientos, mucho menos Dios negará el Espíritu a los que – aunque
imperfectos como son – lo piden con insistencia apasionada''.
Posteriormente saludó a los fieles en francés, inglés, alemán, español, portugués, árabe, polaco, eslovaco, húngaro y finalizó en el tradicional italiano.
Estas fueron sus palabras en castellano:
"Queridos hermanos y hermanas:
El pasado domingo comenzó el Sínodo de los Obispos con el tema «vocación y misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo». La familia requiere toda nuestra atención y cuidado, y el Sínodo debe responder a esta solicitud.
Los hombres y mujeres de hoy necesitan una inyección de espíritu de familia. Ante el débil reconocimiento y apoyo a la persona en las diversas relaciones sociales, la familia abre una perspectiva más humana, que permite establecer vínculos de fidelidad, sinceridad, cooperación y confianza. Enseña a honrar la palabra dada, a respetar a cada persona y a comprender sus límites. Brinda una atención insustituible a los miembros más pequeños, vulnerables, heridos y devastados en su vida.
Para la Iglesia el espíritu de familia es como su carta magna: la Iglesia es y debe ser la familia de Dios. A través de ella, Jesús pasa de nuevo entre nosotros para persuadirnos de que Dios no nos ha olvidado. A través de la familia la Iglesia sale de nuevo a pescar para evitar que los hombres se ahoguen en el mar de la soledad y la indiferencia. Que el entusiasmo de los Padres sinodales, animados por el Espíritu Santo, de renovado impulso a la Iglesia echando de nuevo las redes confiando en las palabras del Señor.
El pasado domingo comenzó el Sínodo de los Obispos con el tema «vocación y misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo». La familia requiere toda nuestra atención y cuidado, y el Sínodo debe responder a esta solicitud.
Los hombres y mujeres de hoy necesitan una inyección de espíritu de familia. Ante el débil reconocimiento y apoyo a la persona en las diversas relaciones sociales, la familia abre una perspectiva más humana, que permite establecer vínculos de fidelidad, sinceridad, cooperación y confianza. Enseña a honrar la palabra dada, a respetar a cada persona y a comprender sus límites. Brinda una atención insustituible a los miembros más pequeños, vulnerables, heridos y devastados en su vida.
Para la Iglesia el espíritu de familia es como su carta magna: la Iglesia es y debe ser la familia de Dios. A través de ella, Jesús pasa de nuevo entre nosotros para persuadirnos de que Dios no nos ha olvidado. A través de la familia la Iglesia sale de nuevo a pescar para evitar que los hombres se ahoguen en el mar de la soledad y la indiferencia. Que el entusiasmo de los Padres sinodales, animados por el Espíritu Santo, de renovado impulso a la Iglesia echando de nuevo las redes confiando en las palabras del Señor.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en
particular a los venidos de España y Latinoamérica. Invito a todos a
invocar la intercesión de Nuestra Señora del Rosario por los trabajos
del Sínodo. Muchas gracias".
La Audiencia General concluyó con el canto del Pater Noster y la Bendición Apostólica impartida por el Santo Padre.