Los
Círculos han analizado las necesidades especiales de las familias en
situación irregular o difícil, reconociendo, -afirma el círculo de habla
inglesa C cuyo relator es el Arzobispo australiano Mark Benedict
Coleridge- que las personas que cohabitan se encuentran en una situación
diferente de los divorciados que se han vuelto a casar civilmente. Si
bien afirman que la convivencia -aunque muy extendida en muchas culturas
en nuestra época- no puede ser considerada como un bien en sí misma,
reconocen que puede existir un bien entre los que conviven, más que en
la convivencia de por sí.
''Sabemos
-afirma por su parte el círculo francés cuyo relator es el Obispo
Laurent Ulrich- que hay tantas otras familias que se sienten alejadas de
la ideal y otras que no piensan ni siquiera que esté más o menos hecha
para ellas. Familias divididas, familias mixtas, familias
monoparentales, familias sin matrimonio civil: No podemos descartarlas,
no queremos pensar que su camino no las acerca a Dios que ama y atrae
hacia sí a todos los seres humanos. Creemos que en ellas viva el
Espíritu del Señor que inspira muchos comportamientos de sus vidas; y
esto no quita nada de nuestro apoyo y aliento a las familias
cristianas''.
Respecto
a los divorciados y vueltos a casar civilmente hay un acuerdo general
en que se necesita proporcionar un acompañamiento pastoral más eficaz
para estas parejas, y, para sus hijos que también tienen derechos. En
algunos círculos, suscita en cambio perplejidad lo que el Instrumentum
Laboris llama "un camino penitencial". ''No se ve claro llamar "camino
penitencial" -sostiene el círculo hispanohablante B cuyo relator es el Arzobispo venezolano Baltazar Enrique Porras Cardozo- al itinerario de
los divorciados y vueltos a casar; convendría, quizás hablar de
itinerarios de reconciliacion, pues hay realidades irreversibles que no
pueden ser sometidas a un camino penitencial sin posibilidad de
superación''.
''Parece
que, en el tema de la cercanía, estamos todos de acuerdo, pero ¿qué
pasa cuando se plantea el acceso a los sacramentos? -dicen en el círculo
hispanohablante cuyo relator es el Cardenal de Panamá José Luis Lacunza
Maestrojuan, O.A.R.- Sin duda, tenemos que plantear un movimiento
generoso quitando del camino muchas trabas para que los divorciados
vueltos a casar puedan participar más ampliamente en la vida de la
Iglesia: no pueden ser padrinos, no pueden ser catequistas, no pueden
dar clases de religión... Tenemos que dar muestras de que hemos
escuchado el “grito” de tantas gentes que sufren y gritan pidiendo
participar lo más plenamente posible en la vida de la Iglesia''.
''Sobre
la disciplina con respecto a los divorciados vueltos a casar, hasta la
fecha, no es posible establecer requisitos inclusivos de todos los
casos, a veces muy diferentes unos de otros -observa el círculo italiano
B cuyo relator es el Cardenal Mauro Piacenza- Hay divorciados vueltos a
casar que se aplican a caminar según el Evangelio, ofreciendo ejemplos
significativos de caridad. Al mismo tiempo, no se puede negar que, en
determinadas circunstancias, se presentan factores que limitan la
capacidad de actuar de forma diferente. En consecuencia, el juicio de
una situación objetiva no podría convertirse en juicio sobre la
"imputabilidad" subjetiva. Los límites y las limitaciones se convierten
entonces en una llamada al discernimiento, principalmente del obispo,
preciso y respetuoso de la complejidad de estas situaciones''.
En
cambio, el círculo inglés A cuyo relator es el Arzobispo estadounidense
Joseph Edward Kurtz opina que la práctica pastoral en relación con la
recepción del sacramento de la Eucaristía por los divorciados y vueltos a
casar civilmente no debe dejarse en manos de las conferencias
episcopales porque se correría el riesgo de perjudicar la unidad de la
Iglesia Católica, la comprensión del orden sacramental y el testimonio
visible de vida de los fieles.
Por
su parte el grupo de habla inglesa cuyo relator es el Arzobispo
irlandés Diarmuid Martin pediría que el Santo Padre, teniendo en cuenta
el rico material que ha surgido durante este proceso sinodal, considere
''el establecimiento durante el año jubilar de la Misericordia de una
Comisión Especial para el estudio en profundidad las formas en que las
disciplinas de la Iglesia que se derivan de la indisolubilidad del
matrimonio se aplican a la situación de las personas en las uniones
irregulares, incluidas las situaciones derivadas de la práctica de la
poligamia''.
En este argumento son numerosas las referencias a la Encíclica de Juan Pablo II ''Familiaris consortio''.
La
condición de las personas homosexuales se enfocó sobre todo desde la
perspectiva del contexto familiar. El grupo inglés C insistió en que es
un tema que se debe abordar como pastores que buscan comprender la
realidad de la vida de las personas y no las cuestiones abstractas.
También sus miembros pidieron que el documento final del Sínodo
incluyese una afirmación clara de la enseñanza de la Iglesia de que las
uniones del mismo sexo no son en modo alguno equivalentes al matrimonio.
Sobre
el mismo tema el círculo inglés A reitera que ''la Iglesia como esposa
de Cristo sigue las huellas de su Señor Jesús, cuyo amor universal se
ofrece a todas las personas sin excepción. Los padres y hermanos de los
miembros de la familia con tendencias homosexuales están llamados a amar
y aceptar a estos miembros de su familia con un corazón indiviso y con
comprensión''.
Algunos
Padres Sinodales propusieron que el argumento se eliminase de la
discusión del Sínodo sobre la Familia porque dada su importancia
merecería un sínodo específico en materia.
El
tema de la paternidad responsable y de la responsabilidad generativa
fue objeto de rico intercambio, y se considera en los momentos actuales,
de gran importancia para el respeto a la dignidad de la persona y de la
vida. También trataron los círculos de los matrimonios mixtos y la
disparidad de cultos solicitando enfoques pastorales que defiendan a las
mujeres y a los hijos en condiciones de fragilidad.
Sobre
la metodología del Sínodo, el grupo de habla francesa cuyo relator es
el AArzobispo canadiense Paul-André Durocher comentó : ''Como agrónomos
que discuten diversos métodos de suministro de agua, discutimos el
método de nuestro Sínodo. ¿Está bien ajustado a su propósito?
Derrochamos una enorme cantidad de energía, desde todos los puntos de
vista. Las personas se han agotado a fuerza de trabajo. ¿El resultado
valdrá la pena? ¿Tal vez podríamos identificar algunos temas específicos
que se abordarán entre los dos sínodos, y tendremos más tiempo para
estudiar? ¿Se confiará a comisiones pontificias el trabajo que esperamos
llevar a cabo?... El hecho es que hemos disfrutado del aumento del
tiempo que se nos ha dado en los pequeños grupos. De nuestros
intercambios emerge fuertemente el ministerio de comunión que nos
corresponde como obispos''.
''El
tema de la misericordia -concluye el círculo italiano B- ha atravesado
el Sínodo, interpelando nuestro ministerio pastoral, conscientes de que
el misterio de la Encarnación expresa con plenitud la voluntad salvífica
de Dios. Esta determinación divina ha sido confiada también a nuestra
misión y a los medios sacramentales que encuentran su adecuada
hermenéutica en el significado de ser llamamiento a la conversión,
apoyo, fármaco, socorro para nuestra salvación''.