Yangoa, MYANMAR (Agencia Fides, 15/06/2016) – “En nombre de todas las personas de buena
voluntad, me gustaría hacer un llamamiento urgente a la paz y la
reconciliación para la población Kachin que ha sufrido durante mucho
tiempo. Es urgente aprovechar la oportunidad para una mayor democracia,
paz y justicia”: es el llamamiento lanzado en nombre de la Iglesia
católica en Myanmar, por el Card. Charles Maung Bo, Arzobispo de Yangon,
y que hemos recibido en la Agencia Fides. El texto se refiere a la
compleja situación de conflicto civil entre el ejército birmano y la
minoría étnica Kachin, establecida en el norte de Myanmar. En junio de
2011, el ejército birmano puso fin a un “alto el fuego” que llevaba
activo17 años y desencadenó una amplia ofensiva militar contra el pueblo
Kachin, creando una oleada de refugiados y una emergencia humanitaria.
El llamamiento, teniendo en cuenta la nueva situación política en
Myanmar, donde en noviembre el año 2015 fue elegido el nuevo Parlamento y
en marzo el año 2016 el nuevo presidente, señala: “Estamos muy
agradecidos a todos por esta primavera de la democracia. Aplaudimos a
los partidos políticos, al ejército, a la sociedad civil y a los líderes
religiosos por su sagacidad. Myanmar dentro del escenario mundial vive
con grandes sueños. Sin embargo, existen áreas donde el sueño aún no se
ha alcanzado. Me refiero a la guerra que asola las áreas Kachin. Más de
150.000 personas languidecen en campos de refugiados, reducidos a la
condición de desplazados y a la espera de las ayudas internacionales.
Esta guerra crónica sólo ha producido perdedores, es decir, personas
inocentes abandonadas en los campos de refugiados, mientras que sus
tierras están llenas de minas, el tráfico de seres humanos es rampante,
la droga es una sentencia de muerte para los jóvenes Kachi
n, los
recursos naturales, como la minería de Jade son saqueados.
Esta es la
causa principal del conflicto”.
El Card. Bo recuerda haber vivido al lado de los Kachin durante 22 años y
“conocer su dolor. y sus lágrimas”. Por esta razón, la Iglesia pide al
gobierno de Myanmar, “un esfuerzo de paz y justicia que debe perseguirse
con sinceridad”, con el objetivo de construir una “nación arco iris con
un sistema federal”.
El llamamiento insta a las instituciones, con la ayuda de la ASEAN y de
las Naciones Unidas, “a que todas las partes del conflicto se sienten en
la mesa de las negociaciones”. Pide a los grupos armados Kachin “que
busquen nuevos caminos de paz, y que participen en las conferencias de
paz”, ya que “la guerra siempre es injusta”.
Por otra parte, dado que la mayoría de los Kachin son cristianos
(bautistas, católicos y otras denominaciones), el cardenal Bo plantea
una pregunta: “¿Cuál es la posición de los líderes religiosos en esta
guerra? Nuestra fe nos motiva a buscar la paz con justicia. ¿Dónde
estamos en las conversaciones de paz?”, se pregunta, con la esperanza de
que los líderes religiosos tomen un papel activo en el proceso de paz,
dado que “la paz es el corazón de todas las religiones. Todos los seres
humanos son hermanos y hermanas”. Pidiendo también la participación de
la sociedad civil en la comunidad internacional, el texto concluye con
un llamamiento al pueblo birmano a “resistir a todos los intentos de
fragmentar esta nación, por parte de comerciantes de odio y extremistas
religiosos”. “Necesitamos creer en la unidad en la diversidad”, concluye.