Dolo Odo, ETIOPÍA (Agencia Fides, 08/09/2017) – El fenómeno de los desplazados de las aldeas
del sudeste de Etiopía, en la frontera con Somalia, continúa
incesantemente debido a la severa sequía. En la llamada región somalí
del país, donde la población es de etnia somalí, pero de nacionalidad
etíope, hay 264 aldeas con 577.711 desplazados. La cifra se remonta al
censo de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de
entre mayo y junio de este año 2017.
“Para aquellos que han perdido toda fuente de sustento, la única
solución es ir a uno de los 'albergues' puestos a disposición por el
gobierno para satisfacer su hambre y su sed. Sin embargo, las opciones
dadas por el gobierno no son suficientes y es absolutamente necesario
que las agencias humanitarias intervengan”, ha declarado a la Agencia
Fides, en una nota, una fuente local que prefiere mantener el anonimato.
Sin embargo, los desplazados son sólo uno de los desafíos a los que se
enfrenta la región todos los días. De hecho, se espera que entre julio y
diciembre, dos millones y medio de personas necesiten alimentos y,
según las agencias humanitarias, la cifra al parecer podría haber
superado ya los 3 millones y 300 mil este verano. “Debido a la falta de
fondos, en junio y julio sólo hemos podido llegar a un millón del millón
y 700.000 personas necesitadas en la región somalí”, ha dicho el
portavoz del Programa Mundial de Alimentos para África Oriental.
En esta región de Etiopía se concentra un gran parte del 1.056.738
registrado por la OIM en el País. El fenómeno de las personas
desplazadas en la zona está asociado al conflicto interno y a los
desordenes. Hasta este último año no se hablaba de desplazados internos.
Los campos en la zona septentrional de Siti, que se ampliaron durante
las carestías del 2015 y del 2016, continúan a estar desbordados.
Las Naciones Unidas estiman que en Etiopía, entre la Oromia y la región
somalí, 15 millones de personas necesitan urgentemente ayudas
alimenticias debido a la sequía. El 33% de esta población sufre ya los
efectos de la desnutrición severa debido a la perdida de cultivos y la
muerte del ganado. La sequía se ha convertido en algo endémico y los
terrenos están muriendo lentamente.