Kolowaré, TOGO (Agencia Fides, 18/09/2017) – “Asistimos a más de 800 personas en terapia
antirretroviral, de las cuales 50 son niños. El SIDA, como la lepra,
crea discriminación y a menudo el rechazo de la propia familia porque es
considera una enfermedad vergonzosa. La mayoría de las mujeres son
abandonadas cuando están gravemente enfermas”, dice a la Agencia Fides
Sor Antonietta Profumo, directora del Centro de Salud en Kolowarè, en el
centro de Togo. La religiosa, que pertenece a la congregación de
Nuestra Señora de los Apóstoles (NSA), explica: “Dios no ha creado los
puentes, nos ha dado las manos. La sabiduría africana me recuerda que es
muy importante lo que podemos hacer, que debemos mirar la vida con un
corazón abierto, con un sentido de responsabilidad, haciendo en cada
circunstancia lo que está en nuestro poder. Nuestras manos son guiadas y
apoyadas por la Providencia que viene a nosotros de tantas maneras
diferentes, pero siempre para ayudarnos a construir algo
hermoso y bueno. Eso es lo que aprendo todos los días aquí en Kolowar,
en la vida animada y a veces convulsionada de nuestro Centro de Salud”.
La religiosa continúa explicando: “somos una pequeña comunidad de tres
hermanas, acompañadas por médicos y personal que trabajan generosamente
con nosotros y que nos permite acoger, tratar y acompañar a muchos
enfermos, especialmente mujeres, niños, discapacitados. Las actividades
estables y programadas a menudo se ven acompañadas por lo inesperado que
siempre llama a la puerta y pide creatividad y disponibilidad”.
En Kolowaré, el centro de salud nació en los años 40 como una colonia de
leprosos (véase Fides 14/09/2017) para dar cabida a las personas
afectadas por la lepra, curarles y darles refugio y comida, junto con un
poco de dignidad. “Cientos de leprosos han sido huéspedes aquí. Muchos
han muerto. Hoy en hay 46 ancianos, frágiles, casi todos con problemas
severos y por lo general rechazados por sus familia. Desde 2009, también
tratamos con enfermos de SIDA cuyo número aumenta cada día. Hemos
abierto un servicio para la prevención, atención y acompañamiento de
estos pacientes. Y prestamos especial atención a las mujeres embarazadas
que son VIH positivas para prevenir la transmisión de madre a hijo”,
dice la Hna. Antonietta. “Desde algunos años nos hemos centrado también
en los niños. Muchos de ellos son huérfanos de uno o de ambos padres y
los que no son huérfanos sus padres son seropositivos. Estos niños
frágiles se ven afectados por muchas infecciones
y por
lo general no reciben atención y suponen un problema para la familia que
es pobre. Con los enfermeros, desde hace tres años, gracias a la ayuda
de tantas personas, nuestro Centro puede acogerles y cuidar de ellos.
Además, cada mes damos un paquete de comida para animar a la familia a
venir a recibir la terapia”, añade la misionera. “Al principio del año
escolar”, explica, “les damos lo necesario para asistir a la escuela.
Durante las vacaciones de Navidad, Pascua y Verano, en turnos de 15
días, estos niños vienen al Centro para vivir juntos. Con una buena
nutrición, una buena higiene y medicamentos en el momento adecuado
ayudamos a estos pequeños a recuperar un poco de su salud frágil. Un
médico los visita y les hacemos todos los análisis de laboratorio. Este
método nos ha permitido lograr que ningún niño haya fallecido en 2016”.
“Nosotras las hermanas, conscientes del gran don que es nuestra
consagración al Señor, tratamos de pasar los días haciendo el bien y
cada día nos encontramos con diferentes ocasiones para apoyar, consolar,
ayudar a muchos pobres que no pueden encontrar soluciones a sus
problemas” concluye la religiosa.