Manila, FILIPINAS (Agencia Fides, 11/09/2017) - “En la cruzada contra la droga lanzada por el
presidente Duterte, los asesinatos extrajudiciales continúan con un
ritmo de unas mil víctimas al mes. Y los primeros que se ven afectado
son los pobres. Para comprender la gravedad del fenómeno, basta pensar
que bajo la dictadura de Marcos, uno de los periodos más oscuros de la
historia nacional, se producían 250 al año. Tenemos un presidente serial
killer y el estado se está convirtiendo en un Estado-killer. Como
cristianos no podemos quedarnos indiferentes”: esta es la alarma que ha
lanzado, a través de la Agencia Fides, el jesuita filipino Albert Alejo,
antropólogo y docente en el Ateneo de Manila University, comprometido
con un grupo de religiosos de otras congregaciones y de laicos católicos
en crear conciencia sobre la situación para poner fin a la campaña de
homicidios y de violaciones de los derechos humanos que atraviesa la
nación bajo la presidencia de Rodrigo Duterte. “Existe
un
desprecio total hacia la vida humana, quienes comenten delitos quedan
impunes, se están destruyendo las reglas elementales del Estado de
derecho y de la democracia: ¿podemos quedarnos en silencio o ignorar
esta situación?”, se pregunta el jesuita, en una conversación con la
Agencia Fides.
La persistencia de la violencia perpetrada por la policía y por grupos
de vigilantes que eliminan a los pequeños traficantes y a los
drogodependientes ha generado recientemente nuevas reacciones de los
obispos filipinos. El Cardenal Luis Antonio Tagle, Arzobispo de Manila,
ha declarado en los últimos días que “el país no puede estar gobernado
por la violencia”. “Con dolor y horror se siguen recibiendo noticias
cotidianas de homicidios, en gran parte victimas de ser sospechosos
traficantes de drogas o drogadictos”, ha revelado. “No podemos permitir
que la destrucción de la vida sea algo cotidiano. No se puede gobernar
la nación con homicidios, esto no es humano”, ha dicho Tagle, mientras
en la nación se difunden noticias sobre nuevas investigaciones que ven
involucrados a miembros de la policía secretamente implicados en los
asesinatos extrajudiciales.
El Cardenal ha invitado a un “cambio de corazón” y a redescubrir “la
inclinación al bien y al amor al prójimo” y ha pedido a los sacerdotes
que muestren solidaridad y cercanía hacia las familias de las victimas,
afligidas por el dolor. Por ello en muchas diócesis filipinas, incluida
Manila, a las 8 de cada tarde sonarán las campanas de las iglesias
durante cinco minutos, invitando a los fieles a recordar a las victimas
de los homicidios extrajudiciales y a rezar por ellos.
Sin negar la existencia del problema de la difusión y del tráfico de
drogas en la nación, la iglesia filipina considera injustos y poco
adecuados los medios para combatir el fenómeno. Por ello a finales de
agosto se reunieron en un encuentro especial, los obispos, los
representantes del gobierno, las autoridades de policía, los líderes de
las organizaciones no gubernamentales con el objetivo de desarrollar una
partnership entre los diferentes sectores de la sociedad y del
gobierno, e iniciar una proficua colaboración para combatir la droga de
forma diferente. “Espero que este tipo de diálogo pueda continuar a
varia escala”, ha dicho el cardenal.