''Los
años de la Facultad de Teología es celebrar el proceso de maduración de
una Iglesia particular. Es celebrar la vida, la historia, la fe del
Pueblo de Dios que camina en esa tierra y que ha buscado "entenderse" y
"decirse" desde las propias coordenadas...Me parece de gran importancia y
lúcida acentuación unir este acontecimiento con los 50 años de la
Clausura del Vaticano II. No existe una Iglesia particular aislada, que
pueda decirse sola, como pretendiendo ser dueña y única interprete de la
realidad y de la acción del Espíritu. No existe una comunidad que tenga
el monopolio de la interpretación o de la inculturación. Como por el
contrario, no existe una Iglesia Universal que dé la espalda, ignore, se
desentienda de la realidad local''.
''Y
esto nos lleva a reflexionar que no se es cristiano de la misma
manera...en la India, en Canadá, que en Roma. Por lo que una de las
principales tareas del teólogo es discernir, reflexionar: ¿qué significa
ser cristiano hoy? "en el aquí y ahora"; ¿Cómo ese río de los orígenes
logra regar hoy estas tierras y hacerse visible y vivible?...Y para
encarar este desafío, hemos de superar dos posibles tentaciones:
condenarlo todo. Acuñando la ya conocida frase "todo pasado fue mejor"
refugiándonos en conservadurismos o fundamentalismos; o por el
contrario, consagrarlo todo, desautorizando todo lo que no tenga "sabor a
novedad", relativizando toda la sabiduría acuñada por el rico
patrimonio eclesial.Para superar estas tentaciones, el camino es la
reflexión, el discernimiento, tomar muy en serio la Tradición Eclesial y
muy en serio la realidad, poniéndolas a dialogar''.
''No
son pocas las veces que se genera una oposición entre teología y
pastoral, como si fuesen dos realidades opuestas, separadas, que nada
tuvieran que ver una con la otra. No son pocas las veces que
identificamos lo doctrinal con conservador, retrogrado; y por el
contrario, pensamos la pastoral desde la adaptación, reducción,
acomodación. Como si nada tuviesen que ver entre sí.. Se genera una
falsa oposición entre la teología y la pastoral; entre la reflexión
creyente y la vida creyente... Buscar superar este divorcio entre
teología y pastoral, entre fe y vida, ha sido precisamente uno de los
principales aportes del Concilio Vaticano II''.
''No
puedo olvidar la palabras de Juan XXIII en el discurso de apertura del
Concilio cuando decía: ''Una cosa es la substancia de la antigua
doctrina, del ''depositum fidei'', y otra la manera de formular su
expresión''. Debemos tomarnos.. el arduo trabajo de distinguir, el
mensaje de Vida de su forma de transmisión, de sus elementos culturales
en los que en un tiempo fue codificado''.
''No
hacer este ejercicio de discernimiento lleva sí o sí a traicionar el
contenido del mensaje... La falta de este ejercicio teológico eclesial
es una mutilación de la misión que estamos invitados a realizar. La
doctrina, no es un sistema cerrado, privada de dinámicas capaces de
generar interrogantes, dudas, cuestionamientos. Por el contrario, la
doctrina cristiana tiene rostro, tiene cuerpo, tiene carne, se llama
Jesucristo y es su Vida la que es ofrecida de generación en generación a
todos los hombres y en todos los rincones''.
''Las
preguntas de nuestro pueblo, sus angustiar, sus peleas, sus sueños, sus
luchas, sus preocupaciones poseen valor hermenéutico que no podemos
ignorar si queremos tomar en serio el principio de encarnación...
Nuestras formulaciones de fe, han nacido en el diálogo, en el encuentro,
en la confrontación, en el contacto con las diversas culturas,
comunidades, naciones, situaciones que pedían una mayor reflexión de
frente a lo no explicitado antes...
En cristiano algo se vuelve
sospechoso cuando deja de admitir la necesidad de ser criticado por
otros interlocutores. Las personas y sus distintas conflictividades, las
periferias, no son opcionales, sino necesarias para una mayor
comprensión de la fe. Por eso es importante preguntar, ¿para quién
estamos pensando cuando hacemos teología?...No nos olvidemos, el
Espíritu Santo en el pueblo orante es el sujeto de la teología. Una
teología que no nazca en su seno, tiene ese tufillo de una propuesta que
puede ser bella, pero no real''.
''Al respecto me permito explicitar tres rasgos de la identidad del teólogo:
1.- El
teólogo es en primera instancia un hijo de su pueblo. No puede y no
quiere desentenderse de los suyos. Conoce su gente, su lengua, sus
raíces, sus historias, su tradición. Es el hombre que aprende a valorar
lo recibido, como signo de la presencia de Dios ya que sabe que la fe no
le pertenece.. Esto lo lleva a reconocer que el Pueblo creyente en el
que ha nacido, tiene un sentido teológico que no puede ignorar.
2.-
El teólogo es un creyente. El teólogo es alguien que ha hecho
experiencia de Jesucristo, y descubrió que sin Él ya no puede
vivir....El teólogo es aquel que sabe que no puede vivir sin el
objeto/sujeto de su amor y consagra su vida para poder compartirlo con
sus hermanos.
3.-
El teólogo es un profeta. Uno de los grandes desafíos planteados en el
mundo contemporáneo no es solo la facilidad con que se puede prescindir
de Dios. Sino que socialmente se ha dado un paso más. La crisis actual
se centra en la incapacidad que tienen las personas de creer en
cualquier cosa más allá de sí mismas... Esto genera una fisura en las
identidades personales y sociales. Esta nueva realidad provoca todo un
proceso de alienación debido a la carencia de pasado y por lo tanto de
futuro. Por eso el teólogo es el profeta, porque mantiene viva la
conciencia de pasado y la invitación que viene del futuro. Es el hombre
capaz de denunciar toda forma alienante porque intuye, reflexiona en el
rio de la Tradición que ha recibido de la Iglesia, la esperanza a la que
estamos llamados''.
Por
eso, hay una sola forma de hacer teología: de rodillas. No es solamente
un acto piadoso de oración para luego pensar la teología. Se trata de
una realidad dinámica entre pensamiento y oración. Una teología de
rodillas es animarse a pensar rezando y rezar pensando''.