Buyumbura, BURUNDI (Agencia Fides, 28/11/2017) - “Actualmente en Burundi el problema de la
pobreza alcanza cotas dramáticas. Hay hambre, falta la comida, los
precios están por las nubes y a la gente le cuesta tener lo básico. Las
familias, normalmente de al menos 6 personas, no llegan a cubrir gastos
como la escuela o las medicinas y creo que incluso es difícil para ellos
hacer una comida al día”. Así se expresa el padre Mario Pulcini,
provincial de los Javieranos en Buyumbura, que cuenta a la Agencia Fides
la situación que atraviesa la población del pequeño país africano. En
la parroquia San Guido Maria Conforti, en el barrio de Kamenge, en el
norte de la capital, el padre Mario y otros 4 Javieranos trabajan desde
hace más de 20 años en colaboración con otras 5 congregaciones
religiosas.
“Esta es una “parroquia misionera””, -asegura-, “nuestro carisma es el
del anuncio y la cercanía, sobre todo hacia los débiles, los pobres y
los abandonados. Tratamos de entender cuáles son sus necesidades y de
ayudarlos lo más posible”. Con ocasión de la primera Jornada Mundial de
los Pobres instituida por el Papa Francisco, en la parroquia de Kamenge
se organizaron varias iniciativas para mostrar la cercanía con las
personas que viven situaciones difíciles: “Nuestros hermanos visitan
periódicamente a muchos enfermos del barrio. Les llevan, además de los
sacramentos, comida, bienes de primera necesidad y medicinas”. Los
misioneros garantizan también cuidados gratuitos a los enfermos gracias a
un dispensario cercano gestionado por las hermanas del Espíritu Santo.
“Un signo de cercanía hacia estas personas es poner en práctica lo que
nos ha pedido el Papa Francisco en el mensaje para la Jornada Mundial de
los Pobres. El Papa ha despertado nuestro
espíritu de sensibilidad y de solidaridad hacia los pobres”, asegura el
misionero.
Burundi es uno de los países más pobres y más densamente poblados del
planeta. Los datos del Índice de Desarrollo Humano de la ONU lo sitúan
entre los últimos puestos de la clasificación mundial. El 65% de la
población vive bajo el umbral de la pobreza y 4 millones y medio de
personas padecen inseguridad alimentaria. Carestía y cambio climático
han hecho aún más inestable la economía, principalmente agrícola. El
padre Pulcini confirma que la situación ha empeorado a causa de la
desnutrición, que afecta sobre todo a los ancianos y a los niños, -los
más vulnerables desde el punto de vista físico-, y subraya que además
muchos contraen la malaria. Sin embargo, son los mismos pobres los más
dispuestos a practicar la solidaridad: “Nuestra gente es muy sensible.
Lo poco que tiene lo ofrece para que podamos entregarlo a quien más lo
necesita”, concluye el misionero.