Almaty, KAZAKSTÁN (Agencia Fides, 21/11/2017) - “El contacto con los pobres aquí es el pan 
cotidiano. Los pobres siempre están con nosotros. En todas nuestras 
iglesias hemos leído el mensaje del Santo Padre para la Jornada Mundial 
de los Pobres, que también será estudiado y analizado por los diversos 
grupos de Cáritas”: explica a la Agencia Fides, fay Luca Baino OFM, un 
fraile menor que trabaja en la ciudad kazaja de Almaty.
En Kazajstán, la Iglesia Católica está organizada en cuatro regiones 
apostólicas. Los católicos han creado 21 pequeños centros sanitarios de 
base dirigidos gracias a la colaboración de toda la comunidad cristiana y
 a los que puede acceder cualquier persona sin distinción de etnia o 
religión.
Fray Baino explica: “A menudo en nuestras parroquias, 
especialmente en las aldeas lejanas a las grandes ciudades, los 
feligreses son parte de esas categorías de las que habla el Papa 
Francisco en su mensaje para la Jornada de los Pobres”. Pero 
precisamente este estado de necesidad, según el fraile, suele ser el 
primer paso hacia la Iglesia: “Si alguien, de cualquier credo religioso o
 incluso no creyente, se encuentra en un estado de necesidad, sabe que 
llamando a la puerta de la Iglesia Católica encontrará ayuda. Estamos 
preparados para ayudar de forma inmediata, en pequeños asuntos o 
necesidades diarias, al pobre que llama a nuestra puerta, sin preguntar a
 qué comunidad
religiosa pertenece. A partir de aquí comienza un camino de conocimiento
 que se abre a la obra de la gracia de Dios y puede transformase en 
conversión”.
En su misión evangélica, la comunidad católica en Kazajstán promueve la 
dignidad humana y los derechos humanos, el desarrollo social y económico
 de los más desfavorecidos en un país que, desde el punto de vista de 
los recursos naturales es el que posee la mayor riqueza per cápita al 
mundo. Pero la riqueza no está redistribuida por igual, señalan los 
analistas, devido a la corrupción generalizada y a la fragmentación 
regional.
En el subsuelo del país se encuentra el 60% de los recursos minerales de
 la antigua Unión Soviética: hierro, carbón, petroleo, metano, metales 
para la electrónica, la ingeniería nuclear y misilistica. Desde que el 
país declaró la independencia de la Unión Soviética en 1991, la riqueza 
proveniente se sus minerales ha causado que el ingreso per cápita se 
haya cuadruplicado, mientras que el desempleo ha caído al 5%. Y mientras
 que en la época soviética alrededor de la mitad de la población vivía 
con un nivel de subsistencia, hoy la tasa de pobreza es inferior al 5%. 
En las principales ciudades como Almaty, Astana y Shymkent, es imposible
 ignorar el rápido aumento de la riqueza. En el transcurso de unos 25 
años, el país ha pasado de una situación en que la mitad de su población
 era muy pobre a una en la que aproximadamente la mitad pertenece a la 
clase media.
El desafío más importante en la actualidad es reducir las fuertes 
disparidades entre las regiones, no solo en términos de rédito, sino 
también en términos de acceso a los servicios públicos, a la justicia, a
 la sanidad, a la protección y al respeto de los derechos humanos. De 
hecho, el rápido crecimiento económico ha traído consigo una mayor 
vulnerabilidad de las franjas más pobres, especialmente debido al 
aumento en los precios de los bienes de primera necesidad y de los 
servicios como el agua potable y los servicios sociales. Entre los 
grupos sociales con mayor riesgo de pobreza crónica se encuentran los 
desempleados y los trabajadores autónomos, entre ellos las mujeres.
 
