Bangui, REPÚBLICA CENTROAFRICANA (Agencia Fides, 03/07/2018) – “Simularon un robo para matar al Vicario
sabiendo bien a quién atacaban. Monseñor Firmin fue una persona clave en
todos los procesos de mediación para tratar de mantener la paz en
Bambari así que todos sabían quién era. Sus asesinos no pueden decir que
han matado a una persona que no conocían”, así lo relatan a Fides
fuentes de la Iglesia local, al comentar el asesinato, el 29 de junio,
de monseñor Gbagoua Firmin, Vicario General de la diócesis de Bambari,
en el centro de República Centroafricana, “Monseñor Firmin fue un
sacerdote extraordinario. Una persona sencilla y muy humilde, cercana a
los mayores y a los pequeños, y sobre todo era un hombre que decía la
verdad, que era capaz de hacer un análisis muy claro de la situación”,
explican las fuentes de Fides, que pidieron anonimato por razones de
seguridad.
De acuerdo con nuestras fuentes, los sacerdotes comprometidos en el
diálogo están en el punto de mira. “En los últimos meses, todos los
sacerdotes asesinados o que sufrieron un intento de asesinato eran
personas incómodas para aquellos que quieren desestabilizar República
Centroafricana. En enero trataron de matar al padre Alain Blaise
Bissialo, pastor de la parroquia de Cristo Rey de Tokoyo y presidente de
la Comisión para la Paz y la mediación de Bangassou, en el sureste del
país. En abril fue asesinado el padre Joseph
Désiré Angbabata, junto con algunos de los fieles, en el asalto a su
parroquia en Séko, una ciudad a 60 km al este de Bambari”, recuerdan las fuentes de Fides, que señalan que incluso el
del padre Angbabata “fue un asesinato selectivo. Los supervivientes
informaron de que había francotiradores en los árboles cerca de la
parroquia asaltada. El padre Angbabata fue otro hombre de diálogo, que
hasta unos
meses antes de su muerte había sido presidente de la Comisión Justicia y
la Paz de Bangui. “En el caso de monseñor Firmin, las autoridades aún
no han podido determinar qué grupo armado allanó el Obispado y asesinó
al Vicario General”.
“Desde hace un año las autoridades del país y la ONU habían decretado
que Bambari era una ciudad desarmada (“Une ville sans armes”), pero
nunca fue verdad”, lamentan las fuentes de Fides. “Monseñor Firmin,
después del ataque que había sufrido la ciudad en mayo, había denunciado que aún quedaban armas en Bambari,
escondidas en las casas, y que los robos a mano armada casi diarios eran
una clara señal de que las armas circulaban por la ciudad. La
inseguridad en Bambari queda demostrada por el hecho de que algunos
distritos están controlados por grupos armados, cercanos a los Seleka,
que se hacen llamar Mujaheddin". “El ataque de mediados de mayo rasgó
los últimos velos de hipocresía sobre la inseguridad de Bambari. Y ahora
el asesinato de monseñor Firmin aumenta esta sensación de inseguridad”,
dicen nuestras fuentes.
“El comando de asesinos logró entrar en el Obispado con un contingente
gabonés de la MINUSCA (Misión de la ONU en República Centroafricana) a
unos cientos de metros de distancia. Los asesinos tuvieron tiempo de
atacar al guardia, herir mortalmente al Vicario episcopal y huir antes
de que llegasen las fuerzas de paz de la ONU. Esto hace entender el
nivel de inseguridad que se vive en Bambari”, denuncian las fuentes de
Fides.
“La impresión que tenemos es que hay fuerzas que quieren hacer que
República Centroafricana vuelva a caer en el conflicto confesional, como
informaron recientemente los obispos. Tenemos ante
nosotros el triste ejemplo de Siria, donde los poderes mundiales y
locales se enfrentan para el control del Levante. En República
Centroafricana, Francia, Estados Unidos, Rusia, China y algunos estados
árabes se enfrentan por el control, no solo de nuestro país, sino de
todo el centro del continente”, concluyen las fuentes.