FRANCISCO
señaló en primer lugar que tanto en sus palabras como en sus signos,
Jesús, pone con frecuencia los lazos familiares como ejemplo de nuestra
relación con Dios. Esos lazos ''dentro de la experiencia de la fe y del
amor de Dios se transforman, adquieren un sentido más grande y pueden ir
más allá de sí mismos para crear una paternidad y una maternidad más
amplias y para acoger como hermanos y hermanas también a los que están
al margen de cualquier lazo''. A este propósito el Obispo de Roma citó
el relato en que Jesús respondió a los que le decían que fuera le
esperaban su madre y sus hermanos indicando a sus discípulos: ''Estos
son mi madre y mis hermanos. Porque el que cumple la voluntad de Dios,
es para mí hermano, hermana y madre''.
La
sabiduría de los afectos ''que no se compran ni si venden es la mejor
dote de la familia. En ellla aprendemos a crecer en la atmósfera de
sabiduría de los afectos... que cuando se dejan convertir en testimonio
del Evangelio pueden generar acciones impensables...las acciones que Dios
cumple en la historia, como las que Jesús cumplió con los que encontró.
Una sonrisa arrancada milagrosamente a la desesperación de un niño
abandonado que recomienza a vivir, nos explica el actuar de Dios en el
mundo más de mil tratados de teología. Un solo hombre y una sola mujer
capaces de arriesgarse y sacrificarse por el hijo de otros y no solo por
el suyo, nos explican cosas del amor que muchos científicos no
entienden''.
''La
familia que responde a la llamada de Jesús entrega el mando del mundo a
la alianza del hombre y de la mujer con Dios'', subrayó FRANCISCO,
invitando a imaginar que el timón de la historia, de la sociedad, de la
economía o de la política, estuviera gobernado por la alianza entre el
hombre y la mujer para que lo dirigieran con la mirada puesta en la
generación futura. ''Los temas de la tierra y de la casa, de la economía
y del trabajo -exclamó- sonarían de una forma muy distinta''.
''Efectivamente
-prosiguió el Pontífice- la alianza de la familia con Dios hoy está
llamada a contrastar la desertificación comunitaria de la ciudad
moderna. Nuestras ciudades se han desertificado por la falta de amor,
por la falta de sonrisas. Hay tantas diversiones, tantas cosas para
pasar el tiempo... pero falta el amor. La sonrisa de una familia puede
vencer la desertificación de nuestras ciudades. Esta es la victoria del
amor de la familia''.
''Ninguna
ingeniería económica o política -finalizó- es capaz de sustituir esa
aportación de las familias. El proyecto de Babel edifica rascacielos sin
vida. El Espíritu de Dios, en cambio, hace florecer los desiertos.
Tenemos que salir de las torres y de las cámaras blindadas de las élites
para frecuentar de nuevo las casas y los espacios abiertos de las
multitudes, abiertos al amor de la familia''.
Después de la catequesis el Papa lanzó un
nuevo llamamiento por la paz, con ocasión del aniversario del fin de la
Segunda Guerra Mundial.
''En
estos días, también en Extremo Oriente -dijo- se recuerda el final de
la Segunda Guerra Mundial. Renuevo mi ferviente oración al Señor de
todos para que, por intercesión de la Virgen María, el mundo de hoy no
tenga que experimentar los horrores y los atroces sufrimientos de
tragedias como aquella. Pero las experimenta. Este es también el anhelo
permanente de los pueblos, especialmente de los que son víctimas de los
diversos conflictos sangrientos en curso. Las minorías perseguidas, los
cristianos perseguidos, la locura de la destrucción y para los que
fabrican armas y comercian con ellas, armas ensangrentadas, armas
bañadas de sangre de tantos inocentes. ¡Nunca más la guerra! Es el
doloroso grito que de nuestros corazones y los corazones de todos los
hombres y mujeres de buena voluntad se eleva al Príncipe de la Paz''.
Posteriormente saludó a los fieles en francés, inglés, alemán, español, portugués, árabe y polaco.
Estas fueron sus palabras en castellano:
"Queridos hermanos y hermanas:
Hoy abordamos el tema de la familia como transmisora de la fe. Tanto en sus palabras como en sus signos, el Señor pone con frecuencia los lazos familiares como ejemplo de nuestra relación con Dios. La sabiduría encerrada en esos afectos familiares, que ni se compran ni se venden, es el mejor legado del espíritu familiar y Dios se revela, quiere revelarse, a través de este lenguaje.
Por otro lado, la fe y el amor de Dios purifican los afectos familiares del egoísmo y los protegen del degrado. Los abre a un nuevo horizonte que nos hace capaces de ver más allá, de ver a todos los hombres como una sola familia. De ese modo, quien hace la voluntad de Dios y vive en su amor, es capaz de ver a Jesús en el otro y de ser para él un verdadero hermano.
Queridos hermanos, llevar este estilo familiar a todas las relaciones humanas nos haría capaces de cosas impensables, sería una bendición para todos los pueblos y un signo de esperanza sobre la tierra. Se da ahí una comunicación del misterio de Dios más profunda e incisiva que mil tratados de teología.
Hoy abordamos el tema de la familia como transmisora de la fe. Tanto en sus palabras como en sus signos, el Señor pone con frecuencia los lazos familiares como ejemplo de nuestra relación con Dios. La sabiduría encerrada en esos afectos familiares, que ni se compran ni se venden, es el mejor legado del espíritu familiar y Dios se revela, quiere revelarse, a través de este lenguaje.
Por otro lado, la fe y el amor de Dios purifican los afectos familiares del egoísmo y los protegen del degrado. Los abre a un nuevo horizonte que nos hace capaces de ver más allá, de ver a todos los hombres como una sola familia. De ese modo, quien hace la voluntad de Dios y vive en su amor, es capaz de ver a Jesús en el otro y de ser para él un verdadero hermano.
Queridos hermanos, llevar este estilo familiar a todas las relaciones humanas nos haría capaces de cosas impensables, sería una bendición para todos los pueblos y un signo de esperanza sobre la tierra. Se da ahí una comunicación del misterio de Dios más profunda e incisiva que mil tratados de teología.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en
particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Que el
Señor nos ayude a que las familias sean fermento evangelizador de la
sociedad, ese vino bueno que lleve la alegría del Evangelio a todas las
gentes. Muchas gracias".
La Audiencia General concluyó con el canto del Pater Noster y la Bendición Apostólica impartida por el Papa FRANCISCO.