Kofele, ETIOPÍA (Agencia Fides, 19/10/2015) – Con motivo de la Jornada Misionera Mundial nos
ha llegado a la Agencia Fides el testimonio de Su Exc. Mons. Antonio
Mattiazzo, obispo emérito de Padua, que desde el pasado mes de
septiembre, “es un simple misionero, sin otros títulos”, como él mismo
se ha definido, en la Prefectura Apostólica de Robe, Etiopía. “En mi
interior, desde la adolescencia, he sentido la pasión por la misión, que
nunca se ha extinguido con el pasar de los años”, dice el padre
Antonio. “Una vez concluido mi ministerio como obispo de Padua,
sintiéndome aun con buena salud, he experimentado, en el silencio de la
oración, la inspiración a irme de misión, escogiendo un puesto de
avanzada de la primera evangelización, que he encontrado en la
Prefectura Apostólica de Robe, con poco personal entre una población muy
pobre. Como Obispo soy sucesor de los Apóstoles, y aquí me comparo y me
siento inspirado por el ministerio de los primeros apóstoles y de San
Pablo. Considero que es una gracia que el Señor se ha dignado
concederme” continúa.
“Aquí soy un 'simple misionero', sin otros títulos, al servicio pastoral
de la comunidad de Kofele, dirigida por el padre capuchino Bernardo
Coccia. Además de la comunidad en el centro de Kofele, hay algunas otras
comunidades que hay que seguir pastoralmente, alguna muy al inicio. Se
trata de las ‘plantatio ecclesiae’ entre una población mayoritariamente
musulmana y de religión tradicional. Llegué aquí el 10 de septiembre, y
el 29 del mismo mes, el padre Bernardo partió para Italia, donde
permanecerá durante unos dos meses. Así que estay solo con un hermano
capuchino, para seguir la vida pastoral, por supuesto con la ayuda del
Prefecto Apostólico Padre Angelo Antolini.
Me he esforzado para aprender la lengua Oromo, que ya puedo leer
bastante bien, y para la predicación y la catequesis utilizo el Inglés,
que traduce un catequista. Desde hace tres semanas he abierto una
escuela para catequistas y catecúmenos, que es frecuentada asiduamente.
Inspirado por Charles de Foucauld, he empezado junto con las religiosas y
los fieles, la adoración eucarística, con la intención de hacer llegar a
todos, con nuestras oraciones de adoración, el influjo del amor
misericordioso de Jesús y su poder salvífico”, concluye el Padre
Antonio.
El grupo de obispos eméritos que, al terminar por razones de edad su
servicio en una iglesia local, siguen activos en las comunidades
cristianas desempeñando su papel como párrocos, vice-párrocos o
misioneros en tierras lejanas, parece destinado a crecer, hasta el punto
de ser un punto de atención en el CELAM.