viernes, 1 de enero de 2016

Primer Ángelus del Santo Padre en 2016

CIUDAD DEL VATICANO ( - Enero 1° de 2016).  Al terminar la Celebración Eucarística en la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios y 49a. Jornada Mundial de la Paz, el Papa FRANCISCO desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano y, antes de rezar el Ángelus, ha dirijido a los fieles y peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro las siguientes palabras:

¡Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y feliz año!   

Al inicio del año es bello intercambiarse las felicitaciones. Renovamos así, los unos para los otros, el deseo que aquello que nos espera sea un poco mejor. Es, en fondo, un signo de la esperanza que nos anima y nos invita a creer en la vida. Pero sabemos que con el año nuevo no cambiará todo, y que tantos problemas de ayer permanecerán también mañana. Ahora quisiera dirigir un deseo sostenido de una esperanza real, que traigo de la Liturgia de hoy.

Son las palabras con las cuales el Señor mismo pide bendecir su pueblo: «El Señor haga resplandecer para ti su rostro […]. El Señor dirija a ti su rostro» (Nm 6,25-26). También yo les deseo esto: que el Señor ponga su mirada sobre vosotros y que puedan alegrarse, sabiendo que cada día su rostro misericordioso, más brillante que el sol, resplandece sobre vosotros y ¡no se oculta nunca! Descubrir el rostro de Dios hace nueva la vida. Porque es un Padre enamorado del hombre, que no se cansa nunca de recomenzar del inicio con nosotros para renovarnos. ¡Porque el Señor tiene una paciencia con nosotros! No se cansa nunca de recomenzar desde el inicio cada vez que nosotros caemos. Pero el Señor no promete cambios mágicos, Él no usa la vara mágica. Ama cambiar la realidad desde dentro, con paciencia y amor; pide entrar en nuestra vida con delicadeza, como la lluvia en la tierra, para llevar fruto. Y siempre nos espera y nos mira con ternura. Cada mañana, al despertar, podemos decir: “Hoy el Señor hace resplandecer su rostro sobre mí”. Bella oración, que es una realidad.

La bendición bíblica continúa así: «[El Señor] te conceda paz» (v. 26). Hoy celebramos la Jornada Mundial de la Paz, con el tema: “Vence la indiferencia y conquista la paz”. La paz, que Dios Padre desea sembrar en el mundo, debe ser cultivada por nosotros. No sólo, debe ser también “conquistada”. Esto implica una verdadera y propia lucha, un combate espiritual que tiene lugar en nuestro corazón. Porque enemiga de la paz no es sólo la guerra, sino también la indiferencia, que hace pensar sólo a sí mismos y crea barreras, sospechas, miedos y cerrazones. Y estas cosas son enemigas de la paz. Tenemos, gracias a Dios, tantas informaciones; pero a veces estamos tan sumergidos de noticias que nos distraemos de la realidad, del hermano y de la hermana que necesitan de nosotros. Comencemos en este año a abrir el corazón, despertando la atención hacia el prójimo, a quien esté más cercano. Este es el camino para la conquista de la paz.

Nos ayude en esto la reina de la Paz, la Madre de Dios, de quien hoy celebramos la solemnidad. Ella «custodiaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón» (Lc 2,19). Las esperanzas y las preocupaciones, la gratitud y los problemas: todo aquello que acontecía en la vida se transformaba, en el corazón de María, oración, diálogo con Dios. Y Ella hace así también por nosotros: custodiar las alegrías y desata los nudos de nuestra vida, llevándolos al Señor.

Pidamos a la Madre el año nuevo, para que crezcan la paz y la misericordia.

Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas,

Deseo agradecer al Presidente de la República Italiana por las felicitaciones que me ha dirigido ayer por la tarde en su Mensaje de fin de año, y que devuelvo de corazón.

Expreso reconocimiento por las múltiples iniciativas de oración y de acción por la paz organizadas en cada parte del mundo en ocasión de la Jornada Mundial de la Paz de hoy. Pienso, en particular, a la Marcha nacional que se ha llevado ayer por la tarde en Molfetta, promovida por la CEI, Caritas, Pax Christi y Acción Católica; es bello saber que tantas personas, sobre todo jóvenes han elegido este modo para vivir la noche de año nuevo. Saludo con afecto a los participantes en la manifestación “Paz en todas las tierras” promovida en Roma y en muchos Países por la Comunidad de San Egidio. Queridos amigos, les animo a llevar hacia adelante vuestro compromiso a favor de la reconciliación y de la concordia. Y saludo a las familias del Movimiento del Amor Familiar, que han velado esta noche en la Plaza de San Pedro, rezando por la paz y la unidad en las familias del mundo entero. Gracias a todos por estas bellas iniciativas y por vuestra oración.

Dirijo un saludo cordial a todos vosotros, queridos peregrinos aquí presentes. Un pensamiento especial va a los “Cantores de la Estrella” – Sternsinger-, niños y jóvenes que en Alemania y Austria llevan a las casas la bendición de Jesús y recolectan donaciones para sus coetáneos pobres. Saludo a los amigos y a los voluntarios de la Fraterna Domus, el Oratorio de Stezzano y a los fieles de Taranto.

A todos deseo un año de paz en la gracia del Señor, rico de misericordia y con la protección materna de María, la Santa Madre de Dios. Y no se olviden por la mañana, cuando se despierten, recuerden esa parte de la bendición de Dios: “Hoy el Señor hace resplandecer su rostro sobre mí” Todos: “Hoy el Señor hace resplandecer su rostro sobre mí”, ¡otra vez! “Hoy el Señor hace resplandecer su rostro sobre mí”.


Buen año, buen almuerzo, y no se olviden de rezar por mí. ¡Adiós!


(Traducción del original italiano: )