HONG KONG (Agencia Fides, 17/11/2017) - Corría el año 1963 cuando el joven misionero
salesiano don Gaetano Nicosia llegó a Ka Ho, un rincón remoto de la
isla de Coloane, Macao, para atender a un centenar de pacientes con la
enfermedad de Hansen que vivían allí desde que se cerraron las
leproserías en China. La situación de abandono y aislamiento, también
sanitario, era dramática y se caracterizaba por la violencia y el
suicidio frecuente. A la leprosería solo se podía llegar en barco, pero
los barqueros no querían bajar a tierra y les enviaban la comida
tirándola de la orilla con las cuerdas.
Don Nicosia nació el 3 de abril de 1915 en San Giovanni La Punta,
provincia de Catania, Italia, y en 1935, antes de realizar su primera
profesión salesiana, comenzó su misión en Hong Kong. Fue ordenado
sacerdote en 1946, en la iglesia dedicada a San José en Macao, después
de un primer periodo pasado en China en la provincia de Guangdong, en
1950, se dedicó a los estudiantes de la escuela San Luis en Hong Kong.
Pero sentía un gran deseo de vivir la misión con los más pobres, con los
leprosos. Cuando el obispo de Macao pidió ayuda a los salesianos para
las leproserías de Coloane, don Nicosia pudo lograr su más profunda
aspiración, que le condujo a ser conocido como el “ángel de los
leprosos”.
Así se trasladó a Ka Ho y durante 48 años, desde 1963 hasta el 2011,
vivió con los leprosos, transformando radicalmente aquel lugar de
desesperación en un centro limpio y digno. Hizo llegar médicos y
enfermeras para dar la atención médica adecuada, proporcionó una
alimentación sana y variada, se renovaron las casas, se limpió y ordeno
el ambiente. Gracias a su compromiso llego el agua potable y la
electricidad. Se organizó una granja y un taller para las diversas
artesanías, ya que cada uno tenía un trabajo o tarea para llevar a cabo.
También se formó un consejo para discutir y tomar decisiones sobre la
pequeña comunidad.
Don Nicosia vivió con ellos, garantizándoles la dignidad y el bienestar,
pero también el anuncio de la fe cristiana: cuando llegó a la
leprosería los católicos eran unos quince, pero poco a poco todos
abrazaron la fe mediante el testimonio de su vida y su dedicación al
catecismo. También se abrieron una escuela y una iglesia dedicada a
Nuestra Señora de los Dolores.
En la década de 1970, unos cuarenta leprosos fueron dados de alta porque
se habían curado, pero también el resto, unos setenta, poco a poco,
regresaron a su vida en el mundo. Don Nicosia ayudó a muchos ex enfermos
a ganarse la estigma que aún les faltaba y a reintegrarse en la
sociedad. En 2011, todos los enfermos se habían curado y la mayoría de
ellos trabajaba como maestros, empleados y profesionales. Don
Nicosiatambién ayudó a los leprosos en la provincia de Guangdong, donde
colaboró con las autoridades locales para recuperar enfermos y niños,
leprosos, ofreciéndoles educación escolar y apoyo para su futuro.
Don Nicosia, sacerdote de gran espiritualidad, fue confesor y director
de sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos. Murió en Hong Kong el 6
de noviembre, a los 102 años. Su funeral tuvo lugar el 14 de noviembre
en la Catedral, antes del entierro en el cementerio de San Michele en
Macao.
Con los años, muchas personas, gracias a la fe y el afecto de don
Nicosia, quien recibió honores y premios por su trabajo del gobierno de
Macao y de la Presidencia de la República Italiana, lo han apoyado en su
labor de hacer el bien como hacía por todas partes donde iba, sabía que
todos deben ayudar a hacer el bien. También se le dedicó un documental
en 2015: “Don Gaetano Nicosia, el ángel de los leprosos”.