El Cairo, EGIPTO (Agencia Fides, 16/11/2017) - El Tribunal penal de el Cairo Norte ha
aprobado la sentencia de condena a muerte para Ahmed Said al-Sonbati, el
joven que el pasado 13 de octubre en una calle de las afueras de la
capital egipcia agredió y asesinó a puñetazos y cuchilladas al sacerdote
copto Samaan Shehata. El miércoles 15 de
noviembre – refieren medios de comunicación egipcios – la documentación
del proceso judicial fue depositada en la oficina del Gran Muftí de
Egipto, que tendrá que confirmar la legitimidad de la sentencia desde el
punto de vista de la doctrina jurídica islámica. La sentencia
definitiva será emitida el próximo 18 de enero de 2018.
Durante el proceso, el homicida ha confesado que había preparado el
asesinato y estudiado los movimientos del sacerdote antes de atacarle y
matarlo. El padre Samaan fue atacado mientras estaba en su coche con
otro sacerdote. El asesino lo obligó a bajarse del automóvil y luego
arremetió contra él con puñetazos y golpes de navaja letales. Después
del asesinato, algunas versiones publicadas por los medios de
comunicación egipcios habían presentado al asesino como una persona con
trastornos mentales. Algunos representantes de la Iglesia copta
ortodoxa, como Anba Stephanos, obispo copto ortodoxo de Beba, al Fashn y
Samasta, refutaron enérgicamente estas versiones, que presentaban el
asesinato como un acto violento cometido por una persona loca. Antes del
juicio, un examen médico atestiguó que el asesino no sufría ninguna
enfermedad mental, y era plenamente consciente cuándo cometió el
asesinato.
El sacerdote copto Samaan Shehata, casado y padre de tres hijos,
pertenecía a una diócesis de Alto Egipto, se encontraba de viaje en El
Cairo para recaudar fondos en beneficio de los pobres en su región.
Después del asesinato, el Obispo capto ortodoxo Raphael, Secretario del
Santo Sínodo de la Iglesia Copta Ortodoxa, emitió un comunicado en el
que, entre otras cosas, deploraba el hecho de que muchos criminales y
terroristas responsables de actos de violencia contra los cristianos no
hayan sido castigados, mientras que otros incluso han sido liberados
después del arresto. Esta anomalía, dijo Anba Raphael, contribuye a
difundir la impresión de que los crímenes contra ciudadanos cristianos
suelen permanecer impunes.