Addis Abeba, ETIOPÍA (Agencia Fides, 24/07/2020) – “Estamos viviendo en un clima de tensión
debido al período de profunda transformación y las numerosas reformas
iniciadas por el gobierno que, con las que evidentemente, no todos están
de acuerdo. Pero la Iglesia está presente y llama continuamente al
diálogo para que prevalezcan los valores comunes y, a través del
encuentro, se pueda trabajar juntos por el bien del país”. Estas
palabras declaradas a la Agencia Fides por el cardenal Berhaneyesus
Souraphiel, arzobispo de Addis Abeba y presidente de la Comisión para la
Reconciliación Nacional - establecida por el primer ministro Abiy Ali,
Premio Nobel de la Paz 2018 – son claras y concisas. Hablando de la
situación actual de Etiopía, el país que tal vez simboliza mejor la fase
de desarrollo y transición democrática del continente africano, al
mismo tiempo oprimido por profundas tensiones agravadas por la pandemia,
el Cardenal explica el papel principal que la Iglesia Católica
quiere jugar estando del lado de la población: “La pandemia está
haciendo mucho daño. Como Iglesia, hemos querido de forma inmediata,
dictar pautas de comportamiento y lanzar programas de apoyo. Ha habido
muchas pérdidas y, entre ellas, nuestro querido Mons. Angelo Moreschi,
Vicario Apostólico de Gambella, en el oeste de Etiopía: que regresó a
Italia por problemas de salud, y una vez allí contrajo el Covid-19 y
falleció el 25 de marzo de 2020. El coronavirus está creando muchos
efectos secundarios dañinos. Uno de estos es el gran aumento de la
violencia contra las mujeres y los niños registrado en el período de
encierro que todavía cosecha muchas víctimas”. El cardenal continúa: “Un
grupo muy activo de artistas se dirigió a nosotros y decidimos apoyar
la iniciativa ‘Zim alilin’ (No me quedare callado), lanzada por ellos,
para encender un foco constante sobre el fenómeno y prevenir y proteger a
los afectados. Hemos puesto a disposición nuestro compromiso
en la protección contra el abuso y estamos trabajando con nuestro
departamento dedicado a promover la campaña y ayudar a las víctimas”.
Además de los problemas internos, el país se enfrenta a las tensiones
con algunos países vecinos. Entre estos, uno de los más complejos es el
de la Gran Presa del Renacimiento en el Nilo Azul. “Etiopía está
tratando de construir la gran presa en el río que garantiza el 85% del
agua a Sudán y Egipto, pero que se considera una bendición de nuestro
país: en realidad es una bendición para todos porque el agua no se
detiene, fluye y bendice a todos. Como Iglesia Católica, hemos expresado
una posición clara que apunta a una solución ecua para un uso justo de
estas aguas internacionales. Etiopía tiene una gran necesidad de estas
aguas debido a la escasez de electricidad. Alrededor del 65% del país
tiene grandes dificultades para obtener energía y, en algunas áreas
remotas, la población corta árboles para producir energía para
combustible. Si continúa así, pronto llegará a una desertificación
preocupante: no podemos permitirnos el lujo, la represa es la
herramienta
para salir de la pobreza, para garantizar que la escuela sea accesible
para todos - en el período de encierro se ha visto claramente que no es
posible conectarse desde casa para muchos niños -, no para ofender a
nuestros vecinos”.
Por otro lado, la relación con la vecina Eritrea es de un tono diferente
que, aunque entre varios problemas, parece prometer desarrollos
positivos. El domingo 19 de julio hubo otro intercambio de visitas entre
el primer ministro Abiy Ali que voló a Asmara para reunirse con el
presidente de Eritrea, Isaias Afwerki. El Cardenal señala: “Estamos muy
seguros de los pasos que se han dado para romper las dificultades
históricas en las relaciones y esperamos desarrollos útiles para los dos
países. Hay cuestiones fundamentales como el uso de los puertos y las
fronteras que deben abordarse y el deseo es que lo hagamos como pueblos
dispuestos a trabajar juntas como buenos vecinos”.