NEWS ANALYSIS - CIUDAD DEL VATICANO (Agencia Fides, 25/07/2020) - Las redes sociales, en su día, estaban
todavía lejos de llegar. Pero Pauline Jaricot, una joven de diecisiete
años de Lyon, ya tenía una comprensión clara de la dimensión capilar y
ontológicamente universal de una comunidad como la de los creyentes en
Cristo. No tanto por la estructura rígida o por su potencial financiero.
Más bien porque, en su corazón, la joven se había dado cuenta de que la
oración es una fuerza trascendente que mueve montañas y la caridad es
un lenguaje global, capaz de llegar a todos los hombres y mujeres, en
todos los rincones del planeta. Esta joven es hoy modelo para la Iglesia
del siglo XXI: el pasado 26 de mayo, el Papa Francisco autorizó la
publicación del decreto que reconoce el milagro atribuido a la
intercesión de la venerable sierva de Dios Pauline Marie Jaricot
(1799-1862), abriendo así el camino para su beatificación.
La suya fue una feliz intuición de crear “trabajo en red”, promoviendo
iniciativas que unen a los creyentes en la oración y en la ampliación de
horizontes para aliviar el sufrimiento de personas cercanas y distantes
a miles de kilómetros, hasta llegar a “los confines de la tierra”.
Jaricot ofreció su contribución peculiar y crucial a la sensibilidad y
la actividad misionera de la Iglesia, adoptada a principios del siglo
XIX: gracias a la joven de Lyon, esa sensibilidad misionera se extiende y
se comparte con todo el pueblo de Dios, con la idea que todos los
bautizados - y no solo los religiosos que partieron a tierras lejanas -,
eran auténticos protagonistas de la misión de la Iglesia (...) -
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