Loikaw, MYANMAR (Agencia Fides, 28/07/2020) - "La parroquia de Tananukwe comprende cinco
pueblos y una población de 560 familias. La mayoría de la gente de esta
zona es cristiana, con una fuerte presencia católica". El padre Pius
Kyan lo explica a la Agencia Fides mientras muestra la pequeña iglesia
de Santa Teresa donde desarrolla su servicio apostólico desde hace
cuatro años. Administra una realidad católica floreciente y numerosa en
la región a pocos kilómetros de Loikaw, capital del Estado birmano de
Kayah, donde dos tercios de la población es cristiana y donde los
católicos son una presencia importante: basta mirar el paisaje,
salpicado de iglesias y capillas, mucho más difundidas que las pagodas y
las mezquitas.
"Nuestras relaciones con todas las demás comunidades religiosas son buenas y están orientadas al diálogo", comenta el párroco.
El Covid-19, aunque en el Estado de Kayah no se ha registrado un solo
caso de Coronavirus (menos de 350 en todo el país, con seis muertes),
sigue siendo una emergencia y se mantiene la guardia alta: "Celebramos
la misa con sólo cinco fieles a la vez, para respetar las reglas
impuestas por las autoridades y evitar acumulaciones. Hace unos días fui
a un funeral, pero sólo para bendecir el cuerpo y dar consuelo
espiritual a las familias. Cada mes visito los pueblos pero luego me
muevo sólo para los casos de emergencia como en la extremaunción".
El padre Pius, de 38 años, fue ordenado sacerdote en 2012, estudió en
Monza, cerca de Milán: "Un año de lengua para aprender italiano y luego
cuatro años de teología... una fatiga. No me importaría volver a Italia
para hacer una experiencia pastoral fuera de Myanmar. Pero no quisiera
ir a una gran ciudad. Me gustan los lugares como este, donde es posible
tener una relación directa y verdaderamente personal con los fieles".
Detrás de la iglesia está la escuela, con su pequeño campus, un campo de
voleibol y 17 estudiantes que reciben el apoyo de la parroquia, de lo
contrario no podrían permitirse los estudios. "Ahora también estamos
construyendo una nueva iglesia", informa.
En cuanto a la situación local, observa que desde abril las actividades
se han detenido, aunque lentamente el bloqueo se está relajando. En
efecto, algunos pueblos se han negado a terminarlo y permanecen cerrados
a los que vienen de fuera y a los turistas, a pesar de que el
Ministerio de Turismo ha dado luz verde. En un paisaje marcado por
campos de arroz, sésamo, maíz, verduras, el área de la parroquia es
conocida por los pueblos donde habitan las llamadas "mujeres jirafas"
que, desde niñas, llevan alrededor del cuello anillos que descansan
sobre los hombros y bajan la caja torácica, estirando el cuello. Es una
práctica de la cultura indígena que los misioneros han combatido con
fuerza y que ahora en los pueblos cristianos ha caído en desuso. La
costumbre sobrevive en las áreas más remotas donde sigue siendo fuerte
el 'animismo, que aquí se manifiesta con largos tótems de madera y con
túmulos funerarios donde los familiares depositan, junto a las
tumbas, comida y bebidas para acompañar el viaje del difunto.
Entre historia y leyenda se narran las fatigas de los primeros
misioneros: una de ellas se ha convertido en una obra de teatro que
cuenta la historia de un misionero que es encerrado en una pocilga por
un hombre que nunca antes había visto a un hombre blanco, con barba y
zapatos en los pies. Cuando el hombre por hambre, termina comiendo la
comida de los animales y se quita los zapatos, finalmente los indígenas
descubren que se trata de un ser humano como ellos, y pierden el miedo.
La historia, paradigmática de la aventura misionera de los pioneros,
sirve para recordar las dificultades, los sufrimientos, en algunos casos
el martirio. Y ofrece, en la historia mimada en el teatro, un signo de
esperanza y un sentimiento de gratitud a cuantos han llevado a Loikaw,
con valentía y entusiasmo misionero, la semilla del Evangelio.