Sydney, AUSTRALIA (Agencia Fides, 25/07/2020) - La decisión de convertir el complejo monumental
de Ayasofia en Estambul en una mezquita “corre el riesgo de sembrar
división en un mundo en busca de un terreno común”. Así lo afirman el
presidente de la Conferencia Episcopal Católica y el jefe de la
Arquidiócesis greco ortodoxa de Australia en una declaración conjunta
recibida en la Agencia Fides. En la declaración, los dos líderes, el
arzobispo católico Mark Coleridge y el arzobispo greco ortodoxo
Makarios, dicen que quieren unir sus voces “con los muchos otros que, en
todo el mundo, han expresado su profundo pesar por la reciente decisión
de Turquía de cambiar el estatus de Ayasofya”.
La estructura, catedral cristiana durante más de 900 años antes de
convertirse en mezquita en el siglo XV, había sido transformada en un
museo en 1935. Y ahora se ha producido la reciente decisión del gobierno
turco de convertirla nuevamente en mezquita.
“En los últimos 85 años, el edificio ha representado un verdadero
emblema del patrimonio cultural mundial y un símbolo de inclusión.
Nuestro temor es que esto pueda agravar la tensión entre cristianos y
musulmanes en un momento en que debemos seguir el camino del diálogo y
buscar un terreno común. El camino de la ideología nacionalista y las
decisiones políticas que sugiere solo pueden conducir a la división, que
nunca es el resultado de la sabiduría que buscan todas las religiones”,
se lee en la nota de los dos líderes religiosos australianos.
Los arzobispos además, han expresado cada uno sus propias oraciones por
el pueblo turco, especialmente por los cristianos, “muy entristecidos
por esta decisión”.
“También rezamos para que, con el tiempo, pueda haber un cambio y que
Ayasofya vuelva a ser un terreno común para todos y un emblema de paz”,
concluyen.
Como había comunicado el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, a
principios de julio, Ayasofya fue reabierta al culto islámico con la
oración del viernes 24 de julio. El anuncio fue precedido por un fallo
del Consejo de Estado turco, que canceló efectivamente el decreto de
1934 con el que la antigua basílica bizantina había sido convertida en
museo.