Bozoum, REPÚBLICA CENTROAFRICANA (Agencia Fides, 30/07/2020) - En la República Centroafricana, el Covid-19 se
está difundiendo rápidamente. Según la Organización Mundial de la Salud,
hay al menos 4.599 casos confirmados y 59 muertes. “Pero en el
territorio la situación es decididamente peor”, dice a la Agencia Fides
el padre Aurelio Gazzera, misionero carmelita desde hace años en la
diócesis de Bozoum. El sacerdote ha visto crecer el contagio en las
últimas semanas y está preocupado por las consecuencias que podrían
existir en un país muy pobre, que vive en un estado de guerra permanente
desde 2013. En la nación, el gobierno controla solamente las
principales ciudades. El resto de las provincias está ocupado por
milicias que mantienen bajo control ciudades y campos, controlando las
fuentes de riqueza local (minas, bosques con madera fina, rebaños,
etc.).
“En los últimos meses - continúa al padre Gazzera- parecía que el
coronavirus se había olvidado de la República Centroafricana. Los casos
oficiales eran muy pocos, igual que las muertes. Pero para contener la
difusión, las autoridades, en mi opinión, se equivocaron de estrategia”.
En efecto, el Gobierno ha ordenado el cierre de los aeropuertos para
evitar la afluencia de personas procedentes del extranjero. Sin embargo,
no ha cerrado las fronteras terrestres, sobre todo aquellas con Camerún
(donde el Covid-19 se ha extendido masivamente). Así que las personas
que se mueven, cruzando periódicamente las fronteras, trajeron el virus.
“La República centroafricana - observa al Carmelitano - es pobrísima.
Inicialmente se habían preparado 13 camas en cuidados intensivos, luego
se elevaron a 50. Pero todas se encuentran en Bangui, la capital. Se han
enviado fondos a otros lugares, pero no se ha creado ni una red de
prevención, ni repartos para los enfermos. En Bozoum, a 400 km de la
capital, ha llegado poco material para las pruebas y muy pocos
medicamentos”. La realización de las pruebas es un problema gravísimo.
Se hacen en medida reducida y sobre todo en los grandes centros. En los
campos y en los pueblos no se realizan análisis. “Por lo tanto -
prosigue padre Aurelio - no sabemos si los números oficiales
corresponden realmente a la situación sobre el terreno. Se puede suponer
que el número de contagios es mayor. Como Iglesia local, con la ayuda
de la Conferencia episcopal italiana, de la diócesis de Massa Carrara y
de las Cáritas de Estados Unidos e Italia, hemos venido al campo para
promover
los buenos comportamientos, para evitar la difusión del virus y para
distribuir material de protección. Nos hemos centrado sobre todo en los
sectores más débiles de la población, en particular las personas de edad
avanzada y las personas con discapacidad.”
El Covid-19 se abate sobre una nación que vive desde siempre una
situación sanitaria precaria. El sida, la malaria y la tuberculosis son
constantes entre la población. “Desde el punto de vista del perfil
médico-sanitario - concluye al padre Aurelio - vivimos en condiciones
difíciles. La malaria aquí es endémica. Estamos haciendo prevención,
pero sirve de poco. Las mosquiteras que distribuimos se utilizan para
pescar o para proteger a los huertos de los insectos. Lo mismo hacemos
para el VIH y la tuberculosis. Trabajamos intensamente en este plan,
pero los resultados son lentos y tardan en llegar”.
Mientras tanto, en el ámbito de la seguridad y de la paz, se señala un
episodio positivo en Bouar, en el distrito occidental de la República
Centroafricana: una misión humanitaria consiguió detener una revuelta
que desestabilizaba toda la región en la frontera con Camerún. En
efecto, desde hace algunos meses, un grupo de ex milicianos, aislados y
sin medios de subsistencia a causa de la pandemia de Covid-19, había
bloqueado las vías de acceso a la ciudad de Bouar, un cruce en la
principal arteria comercial del país. Algunos voluntarios de la
Comunidad de San Egidio, comprometidos en favorecer la paz en la
República Centroafricana, han traído víveres y ayudas puestas a
disposición gracias a una financiación de la FAI (Fondation Assistance
Internationale). La operación, llevada a cabo en colaboración con la
Presidencia de la República Centroafricana, ha tenido el efecto de
detener la revuelta, reabrir el acceso a la ciudad y restablecer la
confianza en el desarme, en
un país donde todavía operan varios grupos armados.