Qaraqosh, IRAQ (Agencia Fides, 27/10/2016) - El Patriarca Louis Raphael I Sako, acompañado
por el obispo auxiliar Basel Salim Yaldo, ha visitado cinco ciudades y
aldeas de la Llanura de Nínive que han sido liberadas en las operaciones
militares que tiene como objetivo reconquistar Mosul, la ciudad del
norte de Iraq que desde junio de 2014 es el bastión de los yihadistas
del Estado Islámico (Daesh). El patriarca ha visitado las ciudades de
Bartella, Karmles, Qaraqosh, Teleskof, Baqofa y Batnaya cuyos habitantes
– casi todos cristianos – habían huido ante el avance de las milicias
yihadistas, y que ahora, la mayoría de ellos, viven como refugiados en
el Kurdistán iraquí.
Durante la visita – informan las fuentes del Patriarcado, consultadas
por la Agencia Fides – el Primado de la iglesia caldea se ha reunido con
los responsables de las Fuerzas armadas iraquíes y de las tropas kurdas
Peshmerga que está realizando una ofensiva en Mosul. El Patriarca
también ha podido visitar algunas iglesias de estas ciudades,
constatando en persona las devastaciones que han sufrido durante la
ocupación yihadista, incluidos los túneles y refugios subterráneos
escavados en los edificios de culto cristianos que habían sido ocupados
como bases logísticas de los milicianos del Daesh. Algunas zonas de las
ciudades visitadas están cerradas y no se puede acceder debido a las
minas anti-persona colocadas por los yihadistas antes de su retirada.
En cada una de las iglesias que ha visitado, el patriarca ha rezado para
pedir que regresa la paz y la estabilidad en la región. Con su visita,
el Primado de la iglesia caldea ha querido recordar que las ciudades
liberadas en el pasado estaban habitadas por cristianos, expresando su
esperanza de que regresen pronto los bautizados a las ciudades de la
Llanura de Nínive, definidas por el Patriarca como “nuestra Tierra
Santa”. Louis Raphael I también ha vuelto ha lanzar la propuesta de
proclamar el 2017 como “Año de la paz en Iraq”, promovido y sostenido
por las iglesias y comunidades cristianas a través de momentos de
oración ecuménica y de iniciativas eclesiales y culturales compartidas,
para alimentar la “cultura de la paz y de la convivencia” en el país
martirizado por los conflictos sectarios.