CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 21 de octubre de 2016).- “Confieso que siempre tengo un poco de miedo a la hora de usar
algunas expresiones comunes de nuestro lenguaje eclesial: pastoral
vocacional podría hacer pensar en uno de los tantos sectores de la
acción eclesial, en un despacho de la curia o, tal vez, en la
elaboración de un proyecto. No digo que no sea importante, pero hay
mucho más: la pastoral vocacional es un encuentro con el Señor. … Un
encuentro decisivo, que arroja luz sobre nuestra existencia, nos saca
de la angustia de nuestro pequeño mundo y nos hace discípulos en el amor
con el Maestro”, ha dicho el Santo Padre recibiendo esta mañana en la
Sala Clementina a los 250 participantes en el Convenio internacional de
pastoral vocacional promovido por la Congregación para el Clero, cuyo
tema “Miserando atque eligendo”, es el lema elegido por FRANCISCO cuando
subió al Pontificado.
“Ya sabéis –dijo– que lo elegí pensando en cuando era joven y sentí
la llamada del Señor, que no fue el resultado de una conferencia o de
una hermosa teoría sino el haber experimentado la mirada
misericordiosa de Jesús sobre mí. Por lo tanto, es bello que hayáis
venido aquí desde muchas partes del mundo para reflexionar sobre este
tema pero, por favor, ¡que no acabe todo con un hermoso convenio! La
pastoral vocacional es aprender el estilo de Jesús, que pasa por los
lugares de la vida cotidiana, se detiene sin prisa y, mirando a los
hermanos con misericordia, les lleva a encontrarse con Dios Padre”.
Después señaló que los evangelistas resaltan a menudo un detalle de
la misión de Jesús: Sale a la calle y se pone en camino…sale al
encuentro de los sufrimientos y las esperanzas del pueblo. “Es el "Dios
con nosotros" –dijo– que vive en medio de las casas de sus hijos y no
tiene miedo de mezclarse con la multitud de nuestras ciudades,
convirtiéndose en fermento de novedad allí donde la gente lucha por una
vida diferente. Lo vemos en el caso de la vocación de Mateo: antes,
Jesús sale de nuevo a predicar, más tarde ve a Levi sentado en el banco
de los impuestos, y finalmente lo llama”. Sobre los tres verbos que
indican el dinamismo de toda pastoral vocacional: salir, ver y llamar
el Papa invitó a los presentes a reflexionar.
En primer lugar: salir. “La pastoral de las vocaciones necesita una
Iglesia en movimiento, capaz de ampliar sus fronteras, estableciéndolas
no sobre la estrechez de los cálculos humanos o el miedo a equivocarse
sino sobre la amplia extensión del corazón misericordioso de Dios. No
puede haber una semilla fecunda de vocaciones sin ser audaces y
creativos en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el
estilo y los métodos evangelizadores de las propias comunidades...
Tenemos que aprender a salir de las rigideces que hacen difícil
comunicar la alegría del Evangelio, de las fórmulas estandarizadas que a
menudo son anacrónicas, del análisis preconcebido que encasilla la
vida de las personas en fríos esquemas. Hay que salir de todo eso”.
“Se lo pido especialmente a los pastores de la Iglesia, a los obispos
y sacerdotes: sois los responsables principales de la vocación
sacerdotal y cristiana, y esta tarea no puede ser relegada a una oficina
burocrática –recalcó– Vosotros también habéis experimentado un
encuentro que cambió vuestra vida, cuando otro sacerdote.. os hizo
sentir la belleza del amor de Dios. Haced lo mismo vosotros, saliendo,
escuchando a los jóvenes – hace falta paciencia- podéis orientar
sus pasos. Es triste cuando un sacerdote vive sólo para sí mismo,
encerrado en la fortaleza segura de la rectoría… o el restringido grupo
de fieles. Por el contrario, estamos llamados a ser pastores en medio
del pueblo, capaces de animar una pastoral del encuentro y de gastar
tiempo para acoger y escuchar a todos, especialmente a los jóvenes”.
En segundo lugar, ver… “Cuando pasa por las calles, Jesús se
detiene y cruza la mirada del otro, sin prisas. Eso es lo que lo hace… fascinante su llamada. Hoy en día, por desgracia, las prisas y la
velocidad de los estímulos a los que estamos sometidos, no siempre dan
paso al silencio interior donde resuena la llamada de Dios. A veces,
hasta nuestra comunidades pueden correr este riesgo... demasiado
preocupados por las cosas que hacer, se puede caer en un vacío activismo
organizativo, sin lograr detenernos y conocer a la gente. El Evangelio,
sin embargo, nos hace ver que la vocación inicia con una mirada de
misericordia que se ha posado sobre mí... Así fue como Jesús miró a
Mateo. Por fin, aquel publicano no percibió una mirada de desprecio o de
juicio; se sintió mirado con amor. Jesús desafió los prejuicios y las
etiquetas de la gente; creó un espacio abierto, en el que Mateo fue
capaz de analizar su vida y emprender un nuevo camino”.
“Asi es como me imagino el estilo de la pastoral vocacional –explicó
FRANCISCO– Y la mirada de cada pastor; atento, sin prisas, capaz de
detenerse y leer en profundidad, de entrar en la vida del otro sin que
nunca se sienta ni amenazado ni juzgado. Es una mirada …capaz de
inspirar estupor por el Evangelio, de despertar del letargo en que la
cultura del consumo y la superficialidad nos sumerge y de suscitar
interrogantes auténticos de felicidad, especialmente entre los jóvenes.
Es una mirada de discernimiento, que acompaña a las personas, sin
tomar posesión de su conciencia, ni pretender controlar la gracia de
Dios. Por último, es una mirada atenta y vigilante y, por lo tanto,
constantemente llamada a purificarse. Y cuando se trata de vocaciones
sacerdotales o de ingreso en el seminario, os ruego que discernáis en
la verdad, para tener una mirada sagaz y prudente, sin ligereza o
superficialidad. Se lo digo sobre todo a los hermanos obispos:
vigilancia y prudencia. La Iglesia y el mundo necesitan sacerdotes
maduros y equilibradas, pastores intrépidos y generosos, capaces de
cercanía, escucha y misericordia”.
La tercera acción es llamar que es “el verbo propio de la vocación
cristiana. Jesús no echa largos discursos, no entrega un programa al
que adherirse, no hace proselitismo, ni da respuestas prefabricadas.
Cuando se dirige a Mateo dice sencillamente: "¡Sígueme!". De esta
manera, despierta en él la fascinación de descubrir un nuevo objetivo,
la apertura de su vida a un "lugar" que va más allá de la mesita donde
está sentado. El deseo de Jesús es poner a la gente en camino,
sacudirlas de un sedentarismo letal, romper la ilusión de que podemos
vivir felizmente siguiendo cómodamente sentados entre nuestras
seguridades”.
“Este deseo de búsqueda, que a menudo habita en los más jóvenes
–observó el Pontífice– es el tesoro que el Señor pone en nuestras manos
y que tenemos que cuidar, cultivar y hacer brotar. Miramos a Jesús,
que pasa a lo largo de las orillas de la existencia, recogiendo el deseo
de los que buscan, la decepción de una noche de pesca que ha ido mal,
la sed ardiente de una mujer que va al pozo a buscar agua, o la fuerte
necesidad de cambiar de vida. Por lo tanto, nosotros también, en lugar
de reducir la fe a un libro de recetas o a un conjunto de normas que
deben cumplirse, podemos ayudar a los jóvenes a hacerse las preguntas
correctas, a ponerse en camino para descubrir la alegría del Evangelio”.
“Sé que la vuestra no es una tarea fácil y que, a veces, a pesar de
un compromiso generoso, los resultados pueden ser escasos y corremos el
riesgo de la frustración y el desaliento –constató– Pero si no nos
encerramos en las quejas y continuamos a "salir" para anunciar el
Evangelio, el Señor se queda con nosotros y nos da valor para echar
las redes, incluso cuando estamos cansados y decepcionados por no haber
pescado nada”.
Al final de su discurso, exhortó de nuevo a los Sacerdotes y a los Obispos a perseverar en acercarse a las personas, “en la cercanía, esa
synkatabasis del Padre y del hijo con nosotros, perseverad en
salir, en sembrar la Palabra, con miradas de misericordia, adoptando
los métodos posibles, ejerciendo el arte del discernimiento e
impulsando, a través de la evangelización, el tema de las vocaciones
sacerdotales y a la vida consagrada. No tengáis miedo de anunciar el
Evangelio… de orientar la vida de los jóvenes. Y no seáis tímido en
proponerles el camino de la vida sacerdotal, demostrándoles en primer
lugar con vuestro testimonio alegre, que es hermoso seguir al Señor y
entregarle la vida para siempre… Confío en que en estos días,en que ha
circulado tanta riqueza, también gracias a los participantes en la
convención -concluyó– contribuyan a recordar que la pastoral
vocacional es una tarea esencial de la Iglesia y llama en causa el
ministerio de los pastores y de los laicos. Es una misión urgente que
el Señor nos pide cumplir con generosidad”.