Almaty, KAZAKSTÁN (Agencia Fides, 14/11/2017) - “Uno de los desafíos de Cáritas de Almaty es
fomentar en las personas un espíritu y una sensibilidad hacia las
acciones caritativas. Kazakstán no quiere ser considerado un 'país en
vías de desarrollo', al contrario, se siente casi como los Emiratos
Árabes Unidos, dadas las enormes reservas de petróleo disponibles.
Muchos no entienden por qué es necesario incentivas una organización de
asistencia, por lo que a menudo encontramos resistencia en la
realización de proyectos, aunque no se trata de grandes resistencias.
Estas situaciones hacen que nuestras obras despeguen muy lentamente”:
explica a la Agencia Fides el p. Guido Trezzani, responsable de Cáritas
de la Diócesis de Almaty. “Todavía somos una realidad muy pequeña porque
llevamos funcionando solo tres años: Cáritas se fundó en 2001, pero las
actividades solo han despegado a partir de 2015, en un enorme espacio
geográfico”. La administración apostólica de
Almaty, establecida por Juan Pablo II en 1999 y elevada a diócesis en
2003, abarca un área de aproximadamente 712,000 km2, con una población
de casi 6 millones y medio de habitantes.
El p. Trezzani explica: “Uno de los problemas con los que lidiar es la
falta de recursos humanos. Aquí el voluntariado casi no existía, por
causa del legado soviético: las personas durante el régimen estaban
acostumbradas a pensar que los problemas sociales eran relevantes para
el estado. Esto ha creado una actitud de desinterés general; pero el
sentido de la responsabilidad personal y la idea de contribuir, como
ciudadanos y como sociedad civil, para responder a los desafíos y a los
problemas sociales se está desarrollando lentamente”. Por esta razón, en
la parte superior de la lista de prioridades de Cáritas Almaty, está
“la formación de voluntarios potenciales dentro de las comunidades
católicas de la zona”.
Los proyectos de Cáritas tocan las áreas de la salud y la protección
social: en mayo pasado se lanzó un centro de rehabilitación y de
actividades de preescolar para niños con síndrome de Down, y desde
principios de 2017, se ofrece asistencia a personas ancianas. Estas son
dos áreas de enfoque clave en un país en rápido crecimiento con una tasa
de pobreza de menos del 5%, en la que hay sectores indigentes,
especialmente en los suburbios, sin servicios esenciales como agua o
electricidad.
Cómo explica el p. Guido, la caridad es también una oportunidad
importante para el diálogo interreligioso dentro de una población al
67.8% de fe islámica: “En muchas situaciones, podemos colaborar con
musulmanes y personas ortodoxas. Se trata casi siempre de un apoyo que
parte de individuos particulares, porque, especialmente en el caso del
Islam, no existe una institución real comparable a Cáritas, que promueva
las obras sociales también con el voluntariado”.