Roma, ITALIA (Agencia Fides, 15/11/2017) - Los migrantes de África son la luz de alarma de
una serie de injusticias sociales y económicas globales que llaman a
todos a trabajar por una verdadera justicia basada en la solidaridad:
este es el sentido de la serie de intervenciones en el encuentro “África
no es una fake news”, promovido por los misioneros combonianos, que se
ha celebrado este 14 de noviembre en Roma.
El punto principal que hay que señalar es que el fenómeno de la
migración se refiere sobre todo a África: solo Uganda, por ejemplo,
alberga a más de un millón de refugiados sudaneses. El número de
migrantes y solicitantes de asilo que llegan a Europa es un pequeño
porcentaje en comparación con los africanos que se desplazan dentro de
su continente. Son personas que a menudo huyen de guerras, del cambio
climático y del saqueo de sus tierras para hacer sitio a las
multinacionales agrícolas extranjeras.
“El fenómeno de los inmigrantes que tanto asusta a la opinión pública
europea es un fenómeno que nosotros mismos producimos”, ha declarado el
padre Domenico Guarino, un misionero comboniano que, después de haber
trabajado en América Latina, especialmente en Perú, ahora trabaja en la
comunidad de Palermo en favor de los migrantes.
Basta un dato para explicar la idea de lo que ha dicho el p. Guarino: de
los 30 millones de hectáreas de tierras fértiles acaparadas en todo el
mundo por el conocido fenómeno del “land grabbing”, aproximadamente la
mitad se encuentra en África. Luciano Ardesi, sociólogo y experto en
acaparamiento de tierras, o mejor dicho de los procesos de acaparamiento
de tierras explica que este fenómeno se ha acelerado en los últimos 10
años, debido a la crisis financiera de 2007-2008, empujando a los
inversores internacionales a diversificar sus inversiones, y debido a la
creciente demanda de productos alimenticios y al aumento de la
producción de biocombustibles. El fenómeno es difícil de controlar
precisamente porque la mayoría de los contratos entre los gobiernos
interesados y los inversores están cubiertos por el secreto. Sin
embargo, algunos datos son conocidos.
Mozambique encabeza el ranking de países africanos afectados por el
fenómeno: más de 3 millones de hectáreas (10% de su suelo) han sido
arrendadas a largo plazo a multinacionales y estados extranjeros. Un
solo contrato con una empresa de los Emiratos Árabes Unidos sobre el
otorgamiento de 600,000 hectáreas de tierras cultivadas ha causado el
desplazamiento de 500,000 campesinos que han perdido sus medios de
subsistencia.
Las mujeres son las principales víctimas de la destrucción de la
agricultura tradicional, causada por el acaparamiento de tierras, porque
ellas son la principal fuerza de trabajo de la agricultura africana.
Las mujeres, a su vez, son las principales víctimas de la trata de
personas, ha recordado la hermana Gabriella Bottani, combiniana,
coordinadora de Talitha Kum, una red mundial de vida consagrada contra
la trata de personas. La religiosa ha explicado que hay personas con las
que se trafica dentro de su mismo país, otros en países vecinos y luego
están las que son enviadas a otros continentes. Según algunas
estimaciones, se han encontrado trata de africanos en 69 naciones de
todo el mundo, incluidas las Américas. Está claro que hay organizaciones
criminales capaces de manejar tráficos así de complejos.
El uso de órganos humanos (tanto para fines médicos como para realizar
rituales “mágicos”), la explotación de la prostitución y mucho más, son
la motivación de estos tráficos.
África es saqueada de su gente, de sus tierras y de sus riquezas
naturales. El país que es la víctima principal de todo esto es la
República Democrática del Congo, una verdadera mina de madera, minerales
estratégicos (cobre, cobalto, coltán, estaño, oro), diamantes y
petróleo.
Pero para el pueblo congoleño, estas riquezas no son una bendición sino
una maldición, porque los intereses nacionales y extranjeros han hecho
que el país experimente la dictadura de Mobutu, de 32 años, y luego un
período de inestabilidad que todavía persiste para saquear ilegalmente
sus recursos. El P. Elias Sindjalim (Comboniano togolés que trabaja en
la República Democrática del Congo) ha señalado que debido a esta
situación, el 86% de la población congoleña está desempleada y los que
tienen un trabajo perciben salarios insuficientes que se han reducido a
la mitad en los últimos dos años por la depreciación de la moneda
nacional. La esperanza, comenta a la Agencia Fides el p. Elías “llegará
del despertar de las poblaciones africanas. Soluciones africanas para
los problemas africanos”.