martes, 14 de noviembre de 2017

Reabre el caso del homicidio del misionero Vicente Cañas, defensor de los indígenas

Cuiabá, BRASIL (Agencia Fides, 14/11/2017) – “Kiwxí” era el nombre indio del misionero jesuita español Vicente Cañas, que junto con su hermano de comunidad el p. Thomaz Aquino Lisbôa hicieron los primeros contactos en los años del 1970, con los pueblos en situación de aislamiento en el noroeste de Mato Grosso (Brasil).

“Kiwxí” convivió durante décadas con varias poblaciones indígenas (indios Tapayuna, Paresi, Mÿky y Enawene Nawe) compartiendo sus costumbres, defendió las tierras indígenas frente a los hacendados que querían apropiarse de ellas y luchó con el gobierno brasileño para que fijara una demarcación oficial de las mismas, algo que se consiguió después de su muerte violenta. Estos misioneros fueron los fundadores del Consejo Indigenista Misionero del Brasil (CIMI) y miembros de la operación Anchieta (OPAN).

Según la información recibida en la Agencia Fides, Vicente Cañas nació en Albacete, España el 22 de octubre de 1939. A los 21 años entró en el noviciado de la Compañía de Jesús, donde maduró su vocación misionera. En la fiesta de San Francisco Javier del 1965 recibió el crucifijo misionero y el 19 de enero de 1966 llegó a Brasil. En 1968 su nuevo destino fue Mato Grosso, donde trabajó incansablemente en la inculturación de los pueblos indígenas. Gradualmente se convirtió en uno de ellos, participaba en sus rituales, en la pesca, en el trabajo, en la producción de objetos y utensilios artesanales. Aprendió su lengua y escribió un diario con más de 3.000 páginas que contiene un grna valor antropológico, donde se puede comprender su atención hacia las cosas pequeñas y también están anotadas las amenazas de muerte que recibió.

Se construyó una choza en el río Juruena, a unos 60 km del pueblo de Enawene Nawe, donde se retiraba de vez en cuando para escuchar música clásica, pensar y comunicarse con el mundo exterior por radio. También pasaba los periodos de enfermedad para evitar contagiar a los habitantes de la aldea y dejaba sus ropas para vestirse como un indio. Subía el río durante unas seis horas de lancha para llegar a la aldea de los Enawene Nawe. En 1974 Eran apenas 97 indígenas Enawene Nawe, Hoy son 1000, también gracias a la vida entregada de este misionero.

Vicente Cañas fue martirizado a los 48 años de edad en abril de 1987, supuestamente el día 6 ó 7, según el cálculo hecho a partir del momento en que su reloj de pulsera se detuvo. Algunas señales del violento asesinato fueron la cabaña revuelta, las gafas y dientes rotos, el cráneo quebrado, una perforación en la parte alta del abdomen para alcanzar el corazón. Su cuerpo fue arrastrado fuera para que los animales se lo comieran, sin embargo, fue encontrado 40 días después, momificado y preservado. El 22 de mayo por la mañana fue enterrado según las costumbres de los indígena por varios representantes indígenas Enawene Nawe, Rikbaktsa y Myky, junto con varios misioneros y laicos.

El primer juicio tuvo lugar en 2006, 19 años después del crimen y los acusados fueron absueltos por falta de pruebas. El próximo 29 de noviembre se realizará en Cuiabá (Brasil) un nuevo juicio para juzgar al único de los acusados que aun vive, el entonces delegado de la Policía Civil, Ronaldo Antônio Osmar (hoy jubilado) acusado de participar en el crimen.

La causa de “Kiwxí” se encuentra en el camino hacia la preparación para el Sínodo de la Amazonía, que el Papa Francisco a convocado para el 2018, llamando nuestra atención sobre aquellos que siguen defendiendo con sus vidas los derechos humanos de los pueblos indígenas y la necesidad de preservar la Amazonía.