Islamabad, PAKISTAN
(Agencia Fides, 28/08/2014) – “La única manera de abordar y
resolver la actual crisis política y social es el diálogo, en el
respeto por el estado de derecho y de la Constitución, lejos de
medidas populistas”: dice a la Agencia Fides el P. Emmanuel Yousaf,
Director Nacional de la Comisión “Justicia y Paz” de los Obispos
de Pakistán, al comentar el momento político delicado que vive el
país.
La capital Islamabad
está bloqueada por más de 20 mil manifestantes de dos partidos
políticos de la oposición, el Pakistán Tehrik-i-Insaaf (Movimiento
pakistaní por la Justicia), dirigido por el ex-jugador de cricket
Imran Khan, y el Pakistán Awami Tehreek (Movimiento del pueblo
paquistaní), encabezado por el predicador islámico Tahir ul-Qadri.
Ambos exigen la dimisión del primer ministro Nawaz Sharif, que
rechaza tal hipótesis, y que se disuelva el Parlamento. Nawaz Sharif
también está acusado formalmente por un tribunal de asesinato
después de la redada de la policía que mató a 14 personas e hirió
a 100 de entre los miembros del movimiento de Qadri el 17 de junio en
Lahore.
P. Emmanuel explica
a la Agencia Fides: “Algunos líderes políticos han propuesto una
solución, hasta ahora sin éxito. Debemos apoyar el camino del
diálogo, lejos del populismo y abandonando posiciones radicales. La
dimisión del primer ministro, de acuerdo a nuestra Constitución,
sólo puede hacerse con la votación del Parlamento, no por
invocación de la plaza”. Por ahora, la protesta es pacífica, pero
como señala el Director de la Comisión, “proclamas como las del
'día de la revolución', anunciadas por Qadri, son peligrosas.
Podrían generar violencia y consecuencias graves, hasta un golpe
militar. Pakistán se ha embarcado hace muy pocos años en el barco
de la democracia, que todavía es frágil. Debemos protegerlo. El
ejército ha tomado el poder cuatro veces en nuestra historia
nacional, no queremos que suceda una quinta vez”.
El sacerdote de
Lahore concluye: “Es cierto que algunos casos de protesta tienen
razón, como la lucha contra la pobreza y la corrupción o la
necesidad urgente de proporcionar energía eléctrica a toda la
población. Son parte de las demandas legítimas de la justicia que
el gobierno debe tratar. Pero la justicia nunca puede separarse de la
paz: el camino a seguir es reclamar pacíficamente siempre,
respetando los derechos de todos y la democracia”.