CIUDAD DEL VATICANO
(Agencia Fides, 13/08/2014) – En una declaración realizada por el
Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, se ha pedido una
condena clara y valerosa por parte de los responsables religiosos,
sobre todo musulmanes, y de todas las personas de buena voluntad, de
los crímenes cometidos en Iraq por los yihadistas del Estado
Islámico contra cristianos, yasidies y otras minorías religiosas.
Fides propone el
texto completo de la declaración:
Declaración del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso,
12.08.2014:
El mundo entero ha
presenciado estupefacto lo que ahora llamamos “el restablecimiento
del califato” que fue abolido el 29 de octubre de 1923 por Kamal
Atatürk, fundador de la Turquía moderna.
La protesta contra
este “restablecimiento” por parte de la mayoría de las
instituciones religiosas y políticas musulmanas no ha impedido a los
yihadistas del “Estado Islámico” cometer y continuar cometiendo
acciones criminales indecibles.
Este Consejo
Pontificio, todos aquellos que están comprometidos en el diálogo
interreligioso, los seguidores de todas las religiones y todos los
hombres y mujeres de buena voluntad, no pueden sino denunciar y
condenar sin ambigüedades estas prácticas indignas del hombre:
-la masacre de
personas por el solo motivo de su profesión religiosa:
-la práctica
execrable de la decapitación, la crucifixión y de colgar los
cadáveres en la plazas públicas;
- la elección
impuesta a los cristianos y a los yasidíes entre la conversión al
islam, el pago de un tributo (jizya) o el éxodo.
-La expulsión
forzada de decenas de miles de personas, incluso de niños, de
ancianos, de mujeres embarazadas y de enfermos;
-el secuestro de
chicas y mujeres pertenecientes a las comunidades yasidíes y
cristianas como botín de guerra (sabaya);
-la imposición de
la práctica salvaje de la infibulación:
-la destrucción de
los lugares de culto y de los mausoleos cristianos y musulmanes;
- la ocupación
forzada y la desacralización de las iglesias y monasterios;
- la remoción de
los crucifijos y de otros símbolos religiosos cristianos y de otras
comunidades religiosas;
-la destrucción del
patrimonio religioso-cultural cristiano de valor inestimable;
-la violencia
abyecta con el fin de aterrorizar a las personas y obligarlas a
rendirse o a huir.
Ninguna causa puede
justificar una tal barbarie y mucho menos religiosa. Se trata di una
ofensa extremadamente grave hacia la humanidad y hacia Dios que es el
Creador, como lo recuerda a menudo el Papa Francisco.
No podemos, por lo
tanto, olvidar que cristianos y musulmanes han podido vivir juntos –
ciertamente con altos y bajos- por siglos, construyendo una cultura
de convivencia y una civilización de la que están orgullosos. Es
sobre estas bases, que en estos últimos años, el diálogo entre
cristianos y musulmanes ha continuado y se ha profundizado.
La dramática
situación de los cristianos, de los yasidies y de las otras
comunidades religiosas y étnicas numéricamente minoritarias en Irak
exige una toma de posición clara y valiente por parte de los
responsables religiosos, incluso musulmanes, de personas
comprometidas con el diálogo interreligioso y de todas las personas
de buena voluntad. Todos deben ser unánimes en condenar sin
ambigüedad alguna estos crímenes y denunciar la invocación de la
religión para justificarlos. De lo contrario, ¿qué credibilidad
tendrán las religiones, sus seguidores y sus jefes? ¿Qué
credibilidad puede tener todavía el diálogo interreligioso
pacientemente mantenido en estos últimos años?.
Los responsables
religiosos también están llamados a ejercer su influencia sobre los
gobiernos para que cesen estos crímenes, el castigo de quienes los
cometen y el restablecimiento de un estado de derecho en todo el
territorio, garantizando el regreso de los expulsados a sus casas. Al
recordar la necesidad de una ética en la gestión de las sociedades
humanas, estos mismos jefes religiosos no deben dejar de subrayar que
ayudar, financiar y armar el terrorismo es moralmente condenable.
Dicho esto, el
Consejo pontificio para el diálogo interreligioso agradece a todos
aquellos que han elevado su voz para denunciar el terrorismo, sobre
todo contra aquellos que usen la religión para justificarlo.
Unamos entonces
nuestra voz a la del Papa Francisco: “Que el Dios de la paz suscite
en todos un deseo de auténtico diálogo y de reconciliación. ¡La
violencia no se vence con la violencia. La violencia se vence con la
paz!”
** el Consejo
Pontificio para el Diálogo Interreligioso, órgano de la Curia
Romana, tiene como finalidad la promoción del diálogo
interreligioso, según el espíritu del Concilio Vaticano II.