lunes, 25 de agosto de 2014

FRANCISCO: Ángelus dominical (Agosto 24)


CIUDAD DEL VATICANO (http://catolicidad.blogspot.com – Agosto 25 de 2014). A las 12:00 horas de ayer domingo, el Santo Padre FRANCISCO ha rezado el Ángelus desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano con los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.

Estas fueron sus palabras antes de la oración mariana:


Queridos hermanos y hermas ¡buenos días!

El Evangelio de este domingo (Mt 16, 13-20) es el célebre pasaje, central en el relato de Mateo, en el cual Simón, en nombre de los Doce, profesa su fe en Jesús como «el Cristo, el Hijo de Dios viviente»; y Jesús llama «bienaventurado» a Simón por esta su fe, reconociendo en ella un don, un don especial del Padre, y le dice: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia».

Detengámonos un momento sobre este punto, en el hecho de que Jesús atribuye a Simón este nuevo nombre: “Pedro”, que en la lengua de Jesús suena “Cefas”, una palabra que significa “roca”. En la Biblia este término, “roca”, es referido a Dios. Jesús lo atribuye a Simón, no por sus cualidades o sus méritos humanos, sino por su fe genuina y firme, que le viene de lo alto.

Jesús siente en su corazón una gran alegría, porque reconoce en Simón la mano del Padre, la acción del Espíritu Santo. Reconoce que Dios Padre ha dado a Simón una fe “confiable”, sobre la cual Él, Jesús, podrá construir su Iglesia, es decir su comunidad, es decir todos nosotros. Jesús tiene el propósito de dar vida a “su” Iglesia, un pueblo fundado ya no sobre su descendencia, sino sobre la fe, es decir sobre la relación con Él mismo, una relación de amor y de confianza. Nuestra relación con Jesús construye la Iglesia. Y por tanto para iniciar su Iglesia Jesús ha necesitado encontrar en los discípulos una fe sólida, una fe “confiable”. Esto es lo que Él debe verificar en este punto del camino.

El Señor tiene en mente la imagen del construir, la imagen de la comunidad como un edificio. He aquí porqué, cuando siente la profesión de fe genuina de Simón, lo llama “roca”, y manifiesta la intención de construir su Iglesia sobre esta fe.

Hermanos y hermanas, lo que sucedió de modo único en San Pedro, sucede también en cada cristiano que madura una fe sincera en Jesús, el Cristo, el Hijo del Dios viviente. El Evangelio de hoy interpela también a cada uno de nosotros. ¿Cómo va tu fe? Cada uno responda en su propio corazón. ¿Cómo va tu fe? ¿Qué encuentra el Señor en nuestros corazones? ¿Un corazón firme como la piedra o un corazón arenoso, es decir dudoso, difidente, incrédulo? Nos hará bien en la jornada de hoy pensar en esto. Si el Señor encuentra en nuestro corazón una fe no digo perfecta, pero sincera, genuina, ahora Él ve también en nosotros piedras vivas con las cuales construirá su comunidad. De esta comunidad, la piedra fundamental es Cristo, piedra angular y única. Por su parte, Pedro es piedra, en cuanto fundamento visible de la unidad de la Iglesia; pero cada bautizado está llamado a ofrecer a Jesús su propia fe, pobre, pero sincera, para que Él pueda continuar construyendo su Iglesia, hoy, en todas partes del mundo.

También en nuestros días mucha gente piensa que Jesús es un gran profeta, un maestro de sabiduría, un modelo de justicia… Y también hoy Jesús pregunta a sus discípulos, es decir a nosotros, a todos nosotros: «¿Pero vosotros, quién decís que soy yo?». ¿Que cosa responderemos? Pensemos. Pero sobre todo oremos a Dios Padre, por intercesión de la Virgen María; pidámosle que nos dé la gracia de responder, con corazón sincero: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente». Ésta es una confesión de fe, este es precisamente el credo”. Repitamos juntos por tres veces: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente».


Después del Ángelus


Queridos hermanos y hermanas,

mi pensamiento se dirige en modo particular a la amada tierra de Ucrania, la cual celebra hoy la fiesta nacional, a todos sus hijos e hijas, a sus anhelos de paz y serenidad, amenazados por una situación de tensión y de conflicto que no menciona a desaparecer, generando tanto sufrimiento entre la población civil. Confiemos al Señor Jesús y a la Virgen la entera Nación y recemos unidos, sobre todo por las víctimas, sus familias y cuantos sufren. He recibido una carta de un Obispo y narra todo este dolor. Recemos juntos a la Virgen por esta amada tierra de Ucrania en el día de la fiesta nacional: ¡Ave María… María, Reina de la paz, ruega por nosotros!

Saludo cordialmente a todos los peregrinos romanos y a aquellos provenientes de varios Países, en particular a los fieles de Santiago de Compostela (España), a los niños de Maipú (Chile), a los jóvenes de Chiry-Ourscamp (Francia) y a cuantos participan en el encuentro internacional promovido por la diócesis de Palestrina.

Saludo con afecto a los nuevos seminaristas del Pontificio Colegio Norteamericano, venidos a Roma para emprender los estudios teológicos.

Saludo a los seiscientos jóvenes de Bérgamo, que a pie, junto al Obispo, han llegado a Roma de Asís, es decir de “Francisco a Francisco”, como está escrito allí. Pero, ¡son buenos ustedes bergamascos! Ayer por la tarde vuestro Obispo, junto a uno de los sacerdotes que los acompañan, me han contado cómo han vivido estos días de peregrinación. ¡Felicitaciones! Queridos jóvenes, regresen a casa con el deseo de dar testimonio a todos de la belleza de la fe cristiana. Saludos a los jóvenes de Verona, Montegrotto Terme y del Valle Liona, como también a los fieles de Giussano y Bassano del Grappa.

Les pido, por favor, que no se olviden de rezar por mí. ¡Les deseo un buen domingo y un buen almuerzo! Adiós.


(Traducción del original italiano: http://catolicidad.blogspot.com)