Rondonópolis, BRASIL (Agencia Fides, 13/10/2016) – “La muerte violenta del padre João Paulo
Nolli ha conmocionado al pueblo de Dios de la diócesis y de toda la
ciudad de Rondonópolis. Muchas personas se preguntan: ¿por qué ocurrió?
¿Cuál es el significado? ¿Que sentido tiene? ¿Hay una respuesta? Después
de días de oración y meditación de la Palabra de Dios, hemos entendido
que la respuesta será siempre parcial y posible sólo a partir de nuestra
fe. Así que pedimos a los católicos y a todas las personas de buena
voluntad que permanezcan firmes en la fe, para defender los valores,
proponiendo una cultura de la paz y la armonía”. Así se lee en la nota
publicada por la diócesis de Rondonópolis-Guiratinga (Mato Grosso,
Brasil), firmada por el obispo de la diócesis, Su Exc. Mons. Juventino
Kestering, con la fecha del 11 de octubre, sobre la trágica muerte del
sacerdote.
Según la información recogida por la Agencia Fides, la policía había
pedido el silencio a la prensa tras el informe de su desaparición, el
sábado, 8 de octubre y el descubrimiento de su cuerpo el domingo
siguiente, con claros signos de violencia homicida. La policía detuvo a
los presuntos asesinos mientras trataban de vender algunos objetos
pertenecientes al sacerdote, los cuales confesaron el robo terminado en
homicidio. Los tres jóvenes toxicómanos de 17 años, a los que el padre
João Paulo Noll, de 35 años, había recogido en una carretera suburbana
para darles un pasaje, le robaron la cartera, el coche y el teléfono
móvil, pero la policía todavía está investigando las razones del
asesinato.
Debemos dar gracias a Dios, continúa la declaración del obispo, por la
obra del Padre João Paulo en su parroquia, en la ciudad, en la diócesis.
Reunía a más de 5000 personas en las misas que celebraba, también
dirigía el programa de radio y televisión titulado “Dios cuida de mí”
(Deus cuida de mim).
“Seguiremos haciendo lo que hacia el padre João Paulo: anunciar el
Evangelio de Jesucristo y ser sus testigos, para defender la vida, para
llevar la paz y la fraternidad. Cambiando este mundo violento, injusto,
en una dimensión más humana, en armonía y convivencia fraterna” concluye
Mons. Juventino Kestering.