CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 17 de mayo de 2018).- Esta mañana, a las 11.00 horas en la Oficina de Prensa de la Santa
Sede, ha tenido lugar la conferencia de presentación del nuevo
documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe y del Dicasterio
para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, titulado "Oeconomicae
et pecuniariae quaestiones. Consideraciones para un discernimiento ético
sobre algunos aspectos del actual sistema económico-financiero ".
Han intervenido S.E. el Cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, Prefecto
del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral,S. E.
Mons. Luis Francisco Ladaria Ferrer, S.I., Prefecto de la Congregación
para la Doctrina de la Fe, el Prof. Leonardo Becchetti, de la
Universidad "Tor Vergata" de Roma y el Prof. Lorenzo Caprio, de la
Universidad Católica del Sagrado Corazón en Milán.
Publicamos las intervenciones de S.E. el Cardenal Peter Kodwo Appiah
Turkson y de S.E. Mons. Luis Francisco Ladaria Ferrer S.I.
Intervención de S.E. el cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson,
1) Proyecto como una iniciativa interdicasterial lógica. El Dicasterio para el servicio del Desarrollo Humano Integral tiene como objetivo promover el bien común
y el bienestar / florecimiento de la humanidad. Para ese fin tiene que
trabajar en colaboración con diferentes organismos de la Curia Romana,
con las Iglesias locales, y con otras instituciones católicas e incluso
no católicas. En efecto, como afirma el Papa FRANCISCO en su Motu Propio con el que creó el Dicasterio (17/8/2016), toda
la Iglesia está llamada a la luz del Evangelio. Por lo tanto, no es una
coincidencia que estemos lanzando hoy un documento conjunto con la
prestigiosa Congregación para la Doctrina de la Fe.
2) La dignidad humana, el bien común y la economía: La visión
verdadera del progreso / desarrollo de la Doctrina Social Católica es la
persona humana completa, no una dimensión particular de la persona (por
ejemplo, la material) y de todos los pueblos (es decir, no solo de
algunos). En palabras del Papa Pablo VI, " El desarrollo no se reduce al
simple crecimiento económico. Para ser auténtico, debe ser integral, es
decir, promover a todas [las personas] y a toda [la persona]."(Populorum Progressio, 14).
Por lo tanto, para promover el desarrollo humano integral, la Iglesia
quiere asegurar que los sistemas políticos, económicos o financieros
respeten la dignidad de cada persona. Sin embargo, la dignidad de la
persona humana, creada a imagen y semejanza de un Dios trinitario, se
configura en la coexistencia con los otros para buscar el bien común. Y
esto es así a través de una red de relaciones; las relaciones con Dios,
con nuestros vecinos y con toda la creación (véase Laudato Si ', 66). La forma en que construimos y vivimos estas relaciones ayuda o dificulta la realización humana.
Un aspecto clave de la convivencia, como bien sabe toda familia, es
administrar de la mejor manera posible. Dado que vivimos en una casa
común, como una familia mundial que aspira a coexistir bien,
necesitamos administrar o gestionar los bienes de esa casa, el planeta,
de la mejor manera posible. Esto es lo que realmente significa la
palabra "economía": oiko-nomics, la forma en que organizamos,
administramos o dirigimos nuestro hogar. Cuando lo hacemos teniendo en
cuenta nuestro destino común, nuestra pertenencia común, podemos
desarrollar nuevas convicciones, actitudes y formas de vida (véase Laudato Si ', 202), y nuevos sistemas económicos que promueven el verdadero, esto significa integral, desarrollo humano.
Esto es lo que nuestro documento conjunto quiere enfatizar. En una
casa donde reina el individualismo, sus miembros no pueden florecer
integralmente. De forma análoga, en un mundo donde el individualismo
predomina, el desarrollo humano integral se vuelve impensable. De ahí
que un sistema económico sano sea de vital importancia para forjar el
crecimiento de las relaciones humanas. Para contribuir a generar ese
sistema sano, este documento conjunto nos recuerda que los recursos del mundo están destinados a servir a la dignidad de la persona humana y deben estar comúnmente disponibles para el bien común. Esto se define como la "regla de oro del comportamiento social" (Laudato Si ', 93) y "el primer principio de todo el ordenamiento ético-social" (Laboren Exercens, 19).
Para administrar bien los recursos, las pautas o "regolazioni"
son siempre bienvenidas. Algunas pautas son más técnicas o matemáticas,
mientras que otras son más éticas. La economía, de hecho, tiene estas
dos dimensiones. Si bien es cierto que hoy, en la práctica, muchos
agentes económicos parecen haber olvidado este hecho, también es cierto
que dentro de la economía existe una gran resistencia a la
"matematización" de la disciplina[1].Este documento conjunto ofrece algunas pautas o "regolazioni" desde el lado ético del espectro, con la esperanza de que contribuyan a discernir cómo administrar los recursos del mundo con libertad, responsabilidad, justicia, solidaridad y amor.
Creemos que también pueden ayudarnos a contrarrestar una economía que,
debido a que ha dejado de lado su propia base ética, tiende a "gobernar
en lugar de servir" a la humanidad (cf. Evangelii Gaudium,
57-58). Igualmente, estas "regolazioni" pueden ayudarnos a contrarrestar
un sistema financiero que se centra más en las especulaciones que en
servir a la economía real (cf. Laudato Si ', 109).
3) Misión y vida en plenitud: Algunas personas todavía piensan
que la economía o las finanzas son algo distante de la misión de la
Iglesia. Sin embargo, como enfatiza el documento que presentamos, la
Iglesia se preocupa por todas las actividades humanas que pueden
obstaculizar o ayudar al florecimiento humano, y las actividades
económicas no son una excepción. De hecho, la Constitución de la Iglesia
en el Mundo, Gaudium et Spes (n.1), en 1965, explicaba que las
"alegrías y esperanzas, tristezas y ansiedades" de los pueblos del mundo
son las preocupaciones del Pueblo de Dios, de la Iglesia Por lo tanto,
la Iglesia se esfuerza por trabajar para un mundo mejor (GS 21), en
colaboración con otros (GS 21, 88). Lo hace contribuyendo a través de su
visión del mundo y sus valores evangélicos (GS 44-45), a promover una
cultura global que pueda reducir todas las formas de injusticia, l
incluidas as económicas (GS 66, 89) y fomentando el desarrollo humano
integral (GS 56), la paz y la el bien común (GS 67-71). Como afirmaba
el Papa Emérito Benedicto XVI, la Iglesia "no puede ni debe quedarse al
margen en la lucha por la justicia”. (Deus Caritas Est, 28, Evangelii Gaudium, 183).
Además, la experiencia nos dice que cuando las actividades humanas
están inspiradas y guiadas por el amor, anticipan el Reino de Dios en la
tierra (cf. Caritas in veritate, 7). El amor, como el documento nos recuerda citando Laudato Si’
'(n. 231), es también civil y político, y se expresa en las relaciones
entre los individuos y también en "las macro-relaciones, como las
relaciones sociales, económicas y políticas”. Y lo mismo que algunas
directrices éticas nos ayudan a amar a nuestros familiares y amigos,
hay también otras directrices éticas que nos ayudan a amar nuestra
sociedad y la tierra, nuestra casa común. Este documento conjunto con la
CDF es una herramienta que puede ayudarnos a desarrollar este amor
social, mientras buscamos la vida, y la vida en su plenitud.
4) Aprender de los errores y cambio financiero: No somos
ingenuos, somos conscientes de que la promoción del desarrollo humano
integral necesita un cambio de paradigma financiero. Queremos animar al
mundo financiero a aprender de las lecciones de la reciente crisis
financiera, y a reconocer de una vez por todas, que los mercados por sí
mismos no pueden garantizar el verdadero progreso, es decir, el
desarrollo humano integral y la inclusión social (Laudato Si’, 109). De hecho, como el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia
(n. 470) afirmaba hace quince años, las fuerzas del mercado pueden no
salvaguardar adecuadamente los bienes comunes, tales como el trabajo
digno y el medio ambiente. En este sentido la crisis financiera de
2007-08, ha representado una oportunidad para desarrollar una nueva
economía, más atenta a los principios éticos, y nuevas formas de
regulación de las prácticas financieras especulativas y de la riqueza
virtual. Esto es de lo que trata este documento conjunto.
Pero la respuesta a la crisis necesita criterios diferentes de los que gobiernan el mundo financiero actual (cf. Laudato Si’
189). Es necesario un cambio en la forma hacer negocios, lo que
significa un cambio en la forma de hacer política, para lo cual se
requiere un cambio en nuestro estilo de vida. En palabras de Francisco,
"Muchas cosas tienen que reorientar su rumbo, pero ante todo la
humanidad necesita cambiar " (Laudato Si’, 202). Sin embargo, el
cambio radical es siempre difícil y costoso, porque encuentra una fuerte
resistencia, ya sea externa o interna, ya sea consciente o
inconsciente. Pero algunas "regolazioni" como las que se
presentan en este documento conjunto pueden servir de ayuda. Pueden
contribuir a individuar nuestros puntos ciegos y hacer que las finanzas
sean más éticas.
La palabra finanzas en realidad se deriva de un término latino
clásico para "objetivo”... "finis", que generalmente se traduce como
final o completar (Shiller 2012, 7)[2].
Sabemos, en el fondo que las finanzas no representan un objetivo en sí
mismo. En las finanzas no se trata de ganar dinero de por sí. Por el
contrario, "las finanzas son una ciencia 'funcional' porque existen para
apoyar otras metas, las de la sociedad... Cuanto mejor alineadas estén
las instituciones financieras de una sociedad con sus metas e ideales,
más fuerte y exitosa será la sociedad" . (Shiller 2012, 7). En las
palabras del Papa Benedicto XVI, "las finanzas mismas… vuelvan a ser un instrumento encaminado a producir mejor riqueza y desarrollo. (Caritas in veritate, 65), y también para defender el medio ambiente (Cf. Benedicto XVI 2010, 2)[3]
. Las ideas relacionadas con la economía circular, la economía
regenerativa, la economía de restauración, etc. pueden contribuir a la
reorientación de las finanzas como un buen medio encaminado al bien para
todos, pero sobre todo al bien de las personas más desfavorecidas.
5) Expectativas de riqueza buena: Nuestras expectativas son
que la economía en general y las finanzas en particular, que se asocian
con la ciencia y la práctica de la creación de riqueza y la gestión de
la riqueza, puedan generar y administrar una riqueza buena, que
comprenda el uso de "recursos para crear y para compartir la riqueza y
la prosperidad de manera sostenible "(Vocation for Business Leaders,
40). Aspiramos, junto con el Papa FRANCISCO, a un sistema económico
desde donde podamos responder al grito de los pobres y de la tierra (Laudato Si’, 49).
Intervención de S.E. Mons.Luis Francisco Ladaria Ferrer
La Congregación para la Doctrina de la Fe y el Dicasterio para el
Servicio del Desarrollo Humano Integral presentan hoy un documento que
maravillará a muchos. Se trata de las Consideraciones para un discernimiento ético sobre algunos aspectos del actual sistema económico-financiero.
¿Por qué la Congregación aborda un tema tan específico? En este sentido vale la pena recordar que la Constitución Apostólica Pastor Bonus,
que regula el servicio al Santo Padre de la curia romana, dice que es
precisamente tarea de la Congregación promover y proteger todo lo que
se refiere a la doctrina de la fe y la moral (art. 48: Proprium
Congregationis de Doctrina Fidei munus est doctrinam de fide et moribus
in universo catholico orbe promovere atque tutari).
Pertenece , pues, también a la competencia propia del Dicasterio el
ámbito moral , y por lo tanto -dado que el Magisterio de la Iglesia
siempre ha declarado claramente, que "la actividad económica debe
llevarse a cabo de acuerdo con las leyes y métodos propios de la
economía, pero del orden moral "(GS, 64) - corresponde asimismo a la
Congregación ayudar a las dinámicas económicas a orientarse sobre la
base de una ética adecuada.
Al no ser un experto en el tema, me limitaré a algunas observaciones
generales. El propósito de estas consideraciones es establecer
claramente que, en el origen de la propagación de prácticas financieras
deshonestas y predatorias, hay ante todo una miopía antropológica y una
crisis progresiva de lo humano como consecuencia de ello. El hombre,
hoy, sin saber ya quién es ni lo que hace en el mundo, ni siquiera sabe
cómo actuar bien, y termina por quedar a merced de lo que le conviene
en el momento y de los intereses que dominan el mercado.
El beneficio del más fuerte ha suplantado el bien auténtico y se ha
convertido en el factor real dominante en las relaciones económicas y
sociales. De ese modo, el bien común ha desaparecido del horizonte de la
vida en muchos ambientes, ha aumentado la conflictividad de las
relaciones y las desigualdades se han vuelto más pronunciadas.
Los sujetos económicos más fuertes se han convertido en Superstars que
se acaparan ingentes recursos, recursos que están cada vez menos
distribuidos y cada vez más concentrados en manos de unos pocos. Es
increíble pensar que diez personas puedan ostentar casi la mitad de la
riqueza del mundo: hoy este hecho es real.
Por eso, la Congregación para la Doctrina de la Fe, junto con el
Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, ha
considerado oportuno reiterar alguna evidencias antropológicas básicas,
de las que se desprenden varias consideraciones, que contribuyen a un
discernimiento ético en ese ámbito tan complejo del mundo económico
financiero. Este discernimiento ya es improrrogable si no queremos
deslizarnos hacia un colapso social a nivel mundial, con consecuencias
devastadoras.
Se trata de un documento basado en algunas evidencias elementales y
universales. El texto no pretende tomar partido por cualquier opinión
de escuela, sino representar solamente una mirada fiel sobre algunos
ámbitos del mundo financiero actual y ofrecer un juicio ético sobre
ciertos aspectos de dichos ámbitos. Es un servicio debido que la Iglesia
quiere dar a los hombres como una orientación para la vida buena,
requisito previo ineludible para toda forma social que pretenda ser lo
menos injusta posible.
En esta ocasión me gusta recordar la figura de San Mateo, apóstol y
evangelista. Mateo, de recaudador de impuestos públicos - profesión que
a menudo incluye entre sus filas a varias personas deshonestas - se
convierte en seguidor de Jesús y, de esa manera también en honesto
administrador de una riqueza que no es sólo material y se dirige a
favor de todo el hombre y de todos los hombres.
Por lo tanto, la Iglesia venera al apóstol Mateo como santo patrón de
quienes llevan a cabo actividades económicas y financieras. Su figura
de publicano, convertido en un buen administrador de los tesoros del
cielo, es en sí misma un auspicio para que los que trabajan en las
finanzas abran el horizonte de su acción a un bien que, si nace con el
interés del que es portador el individuo , no se detenga allí, sino
que acepte ensancharse a la consideración del bien común.
Como escribe san Beda el Venerable en la lectura que el Breviario dedica a san Mateo apóstol y evangelista, su conversión "sirvió como estímulo a la de muchos publicanos , y la remisión de sus pecados fue un modelo para la de ellos." El nuevo documento, que trata de las Oeconomicae et pecuniariae Quaestiones sería un estímulo en esta dirección.
El texto de estas Consideraciones para un discernimiento ético sobre algunos aspectos del actual sistema económico-financiero,
aunque esté destinado principalmente a los operadores
económico-financieros competentes, de hecho interpela a todas las
mujeres y los hombres de buena voluntad.
En efecto "cada gesto de nuestra libertad, aunque pueda parecer
frágil e insignificante, si orienta realmente al auténtico bien, se
apoya en Aquel que es Señor bueno de la historia, y se convierte en
parte de una positividad, que va más allá de nuestras pobres fuerzas,
uniendo indisolublemente todos los actos de buena voluntad en una red
que une el cielo con la tierra, verdadero instrumento de humanización
del hombre y del mundo"(n. 33) .El documento reitera que el amor al bien
integral del ser humano es la clave de un auténtico desarrollo (ver
No. 2). Además, sin una visión adecuada del hombre, no es posible fundar
una ética o una praxis a la altura de su dignidad y de un bien que
realmente lo sea. En este sentido, la persona humana posee una índole
peculiarmente relacional y una racionalidad a la perenne
búsqueda de una ganancia y un bienestar que sean enteros, no
reductibles a una lógica de consumo o a los aspectos económicos de la
vida (cf. n. 9) .
Es precisamente esta visión la que nos permite ver a los demás no
como potenciales competidores sino como posibles aliados. Y reconocer
que todo sistema económico legitima su existencia no solo por el mero
crecimiento cuantitativo de los intercambios, sino documentando sobre
todo su capacidad de producir desarrollo para todo el hombre y para
todos los hombres (véase el punto 10).
Una certeza subyace en el texto de las Consideraciones: "el mercado,
para funcionar bien, necesita presupuestos antropológicos y éticos, que
por sí solo no es capaz de producir." (n. 23). Una visión antropológica
sólida, con sus implicaciones éticas, no sólo es necesaria para una vida
digna del hombre sino que también contribuye a la eficiencia de los
mercados.
La situación actual nos enseña lo urgente que es “una reconquista de
lo humano, para reabrir los horizontes a la sobreabundancia de valores,
que es la única que permite al hombre encontrarse a sí mismo y
construir sociedades que sean acogedoras e inclusivas, donde haya
espacio para los más débiles y donde la riqueza se utilice en beneficio
de todos. En resumen, lugares donde al hombre le resulte bello vivir y
fácil esperar (n.17).
[1]
Esta es una resistencia que proviene de los estudiantes de las mejores
universidades del mundo (por ejemplo, La Sorbona, Cambridge, Harvard),
de muchos ganadores del Premio Nobel (por ejemplo, Douglass North -1993,
Amartya Sen -1998, George Ackerlof -2001, Daniel Kahneman -2002; Elinor
Olstrom -2009; Robert Shiller -2013; Richard Thaler -2017, por citar
solo algunos).
[2] Shiller, R. J., 2012. Finance and the Good Society. Princeton: Princeton University Press.
[3] Papa Benedicto XVI “Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz”