Yangon, MYANMAR (Agencia Fides, 01/07/2020) - Se necesita que los actores estatales y no
estatales en Myanmarse comprometan e inviertan en la paz y la
reconciliación, en medio de la crisis sanitaria por el coronavirus: este
es el llamamiento lanzado por los obispos de Myanmar que, en una nota
enviada a la Agencia Fides, afirman: “La paz es posible, la paz es el
único camino a seguir. Son posibles soluciones justas e inclusivas con
el cese de las hostilidades y el deseo de dialogar en buena fe”. La
conferencia, compuesta por obispos que representan a 16 diócesis
católicas del país, espera la búsqueda de nuevas oportunidades para una
paz sólida y duradera. “Ante la pandemia de COVID-19, los desafíos
importantes son la reconciliación y la reconstrucción de la nación. Este
es el año de las elecciones, el año de la esperanza”, afirma el padre
Peter Sein Hlaing Oo, Secretario Ejecutivo de la Conferencia Episcopal.
El texto de la nota continúa: “Elogiamos la dedicación altruista de
nuestros profesionales de la salud en la lucha contra la pandemia. A
pesar del desafío mortal del virus, hasta el momento las intervenciones
de las autoridades y el personal médico han conseguido contener la
pandemia. La vigilancia constante y la ampliación de las estructuras de
control y cuarentena son necesidades vitales. Los hermanos y hermanas
que regresan necesitan nuestro cuidado y compasión”. Citando las
palabras del Papa Francisco, los obispos birmanos dicen: “Solo con la
unidad podemos superar este desafío”. Los prelados recuerdan que los
países devastados por la guerra son los más vulnerables. El Secretario
General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, y el Papa Francisco
han pedido que cesen todas las hostilidades durante la pandemia, pero su
llamamiento no ha sido escuchado. “La paz es el antídoto contra el
virus”, comentan los obispos, declarando que están preocupados por el
conflicto en curso en Myanmar.
De hecho, ha habido una regresión y un resurgimiento del conflicto en
las áreas de Kachin, Sharu Kay y Rakhine. La Oficina de las Naciones
Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) ha revelado
que hay casi 250.000 desplazados internos en el país. Las personas que
viven en campos de refugiados “son las más vulnerables y sus derechos
deben ser respetados”, señalan los obispos, con la esperanza de que
“ningún tipo de acaparamiento de tierras debería tocar las tierras de
las personas desplazadas, protegiendo sus derechos de propiedad en sus
lugares de origen”.
El texto continúa: “El conflicto en el estado de Rakhine crea un dolor
insoportable. El conflicto actual ha expulsado a miles de personas
inocentes y las familias desplazadas corren el riesgo de morir de
hambre. La temporada de lluvias y el Covid-19 aumentan los riesgos”.
Observando que el acceso de las organizaciones humanitarias sigue siendo
problemático en las áreas de Rakhine, el texto llama al gobierno de
Myanmar y a las fuerzas armadas “a tomar en serio sus responsabilidades
para promover los derechos de todos los ciudadanos respetando el derecho
internacional humanitario”.
“Myanmar es una tierra de oro. Esta tierra está bendecida con grandes recursos naturales y humanos. La paz tendría un fuerte impacto positivo
para todos. Podemos volver a convertirnos en uno de los países más ricos
del sudeste asiático si sabemos cómo invertir en la paz”. Myanmar ha
visto seis décadas de guerra, sin ningún ganador”, dicen los obispos.
“La muerte y el desplazamiento de personas inocentes continúa. La guerra
no muestra ninguna desaceleración. Miles de personas inocentes sufren.
Generaciones de jóvenes están atrapados en la frustración. La guerra se
ha convertido en una enfermedad incurable en la nación. Esto debe
terminar”, reiteran, recordando también la condición de los refugiados
rohingya, que huyeron de Myanmar en 2017 durante una brutal represión, y
que ahora se enfrentan a un nuevo peligro: la lluvia. El monzón anual,
de hecho, pronto barrerá los campos donde viven alrededor de 700.000
musulmanes rohingya en chozas de bambú y
plástico construidas a lo largo de colinas empinadas.
“Setenta y dos años después de la independencia - señala el llamamiento -
Myanmar aún no conoce la paz. Se invita a los grupos étnicos armados a
regresar a la mesa de negociaciones. También instamos al gobierno y
Tatmadaw (las fuerzas armadas de Myanmar) a no tratar de prevalecer
militarmente, sino a encontrar una estrategia política para responder a
las reivindicaciones y dar a las comunidades étnicas una esperanza
renovada, de modo que la democracia electoral pueda ayudarlas a alcanzar
sus aspiraciones”.
Para fines de 2020, se espera que Myanmar organice elecciones generales
para los órganos legislativos. Desde 1922, Myanmar ha tenido 16
elecciones nacionales hasta el momento. Las últimas elecciones generales
tuvieron lugar en 2015. En el contexto de las próximas elecciones
generales, los obispos declaran: “Las próximas elecciones son una gran
oportunidad para invertir en democracia. La nueva amenaza de Covid exige
unidad y paz. Las próximas elecciones ofrecen una gran esperanza: una
participación política amplia y representativa de todos los ciudadanos y
es el único camino a seguir”.