BURUNDI (Agencia Fides, 24/07/2019) – “La Iglesia que está en Burundi a través de
nosotros, los obispos, quiere celebrar a unas personas que en el nombre
de Jesús han ofrecido sus vidas para demostrar que nuestra fraternidad
en Cristo es más importante que la pertenencia a un grupo étnico. Es un
gran testimonio, un mensaje que creemos que es verdaderamente necesario
para todos los cristianos. Por eso queremos celebrar la fraternidad
cristiana”. Con este llamamiento los obispos de Burundi celebraron la
apertura de la fase diocesana del Proceso de Canonización de dos
misioneros javerianos y una voluntaria italiana asesinados junto con
Buyngero en 1995, un sacerdote burundés asesinado en Gitega en 1972, y
40 seminaristas del seminario menor de Buta, asesinados en 1997. Esta es
la primera causa de canonización que se abre en Burundi.
“Estos hermanos y esta hermana en Cristo son los héroes que nosotros,
los obispos de Burundi, os presentamos como un modelo que inspira amor
por la fraternidad. Llevad sus imágenes con vosotros, leed sus vidas
para imitarlas. Es el primer grupo que presentamos a la Iglesia
universal para ser oficialmente declarados mártires y para mostrarnos a
todos modelos de fraternidad en la vida cristiana y también en toda
nuestra sociedad burundesa. Os invitamos a seguir las diferentes fases
del Proceso con oración y alegría. Conocemos a muchos otros hermanos y
hermanas de Burundi que han ofrecido sus vidas en nombre de la
fraternidad interétnica y estamos seguros de que habrá otros procesos de
canonización después del proceso diocesano que estamos comenzando”.
La causa de la beatificación fue promovida por los misioneros javerianos
(Sociedad Pía de San Francisco Javier para misiones en el extranjero),
el instituto fundado por San Guido M. Conforti al cual el padre Ottorino
Maule y padre Aldo Marchiol. Junto con ellos, fue asesinada la
voluntaria laica Catina Gubert, vinculada durante mucho tiempo con los
javerianos en animación misionera. La Conferencia Episcopal de Burundi
ofreció su completo apoyo a la iniciativa. La Congregación para las
Causas de los Santos sugirió que el Abbé Michel Kayoya, asesinado en
Gitega el 17 de mayo de 1972, y los cuarenta seminaristas asesinados el
30 de abril de 1997 en el seminario de Buta, también se añadan al
proceso del padre Michel Kayoya y XLIII compañeros mártires, “mártires
de la fraternidad”. El postulador de la Causa es el padre javeriano
William Chamber, mientras que el vicepostulador es el padre Gabriel
Basuzwa, formador y profesor en Bujumbura.
El padre Michel Kayoya, de 38 años, fue asesinado en Gitega el 17 de
mayo de 1972. Sacerdote, poeta y filósofo, a través de sus publicaciones
siempre subrayó que las diferencias étnicas más que una amenaza son una
riqueza, un don mutuo. Figura carismática, amante de la verdad,
predicaba el amor sin separarlo nunca de la justicia. Fue secuestrado
por una banda armada y encarcelado junto con unos cincuenta sacerdotes y
laicos. Se enfrentó a su muerte cantando los salmos y el Magnificat.
A las cinco de la mañana del 30 de abril de 1997, una banda atacó el
seminario menor de Buta, diócesis de Bururi. Ante la negativa de los
seminaristas a separarse según su etnia, los atacantes abrieron fuego y
mataron a 40 jóvenes que pertenecían a las diócesis de Bururi,
Bujumbura, Ruyigi y Gitega. Los criminales huyeron después de haber
saqueado el seminario y el Centro Pastoral (ver Fides 2 de mayo de
1997). En el lugar donde están enterrados nació el Santuario de la
fraternidad, conocido internacionalmente.
El sábado 30 de septiembre de 1995, el padre Ottorino Maule y el padre
Aldo Marchiol, junto con la voluntaria laica Catina Gubert, fueron
asesinados en la parroquia de Buyengero. Las monjas que vivían cerca de
la parroquia escucharon los disparos pero no le dieron demasiada
importancia. El domingo por la mañana, dado que los sacerdotes no
llegaban a la misa, fueron a la misión y encontraron los tres cadáveres
en la sala de estar de la casa con heridas de bala. Los misioneros
fueron obligados a arrodillarse y luego los mataron a sangre fría con de
un tiroen la cabeza. Solo Catina recibió uno en el pecho. Los
criminales no se llevaron nada de la casa.
El padre Ottorino Maule (53)
nació en Gambellara (Vicenza) el 7/4/1942, y fue ordenado sacerdote el
15/10/1967. El 3 de septiembre de 1970 partió a Burundi. Regresó a
Italia en 1979 donde fue maestro superior del Seminario Javeriano de
Zelarino (Venecia) y, desde 1984 hasta 1990, fue Superior regional de
los Javerianos de Italia. Después de un breve período en París, para
prepararse nuevamente para la misión, partió para Burundi en septiembre
de 1991. Desde entonces fue párroco en la parroquia de Buyengero, donde
fue asesinado.
El padre Aldo Marchiol (65) nació en Udine el 19 de marzo de 1930.
Ordenado sacerdote el 11 de septiembre de 1958, después de un largo
período dedicado a la formación de jóvenes misioneros en Italia, partió a
Burundi el 15 de septiembre de 1978. Permaneció en esa tierra hasta el
final, excepto por un breve período (1987/88) pasado en Italia. Llevaba
cerca de un año en la parroquia de Buyengero.
Catina Gubert, de 74 años, nació en Fiera di Primiero (Trento) y
trabajaba en Burundi como voluntaria laica, inicialmente vinculada a la
Organización Lvia en Cuneo. Estuvo en Burundi entre los 1976 y 1979
hasta las primeras expulsiones de los misioneros. Después vivió en
Tanzania donde desarrolló su trabajo de asistencia y promoción. Siempre
había estado vinculada a los misioneros javerianos de Burundi, donde
había regresado hacía dos años. Trabajaba en proyectos de promoción de
la mujer en la misión de Buyengero, donde fue asesinada (ver Fides 7 de
octubre de 1995).