Santiago, CHILE (Agencia Fides, 31/07/2019) - “Queremos seguir contribuyendo al diálogo con
las autoridades de inmigración. Entendemos la necesidad de regular la
movilidad humana frente a la capacidad limitada del país, pero lanzamos
un fuerte llamamiento a la “misericordia” y no limitar las posibilidades
de entrada a una comunidad en dificultades. Pedimos trabajar juntos
para establecer una política global que regule la migración y nos
permita enfrentar mejor los desafíos del tránsito de personas,
especialmente aquellas desplazadas por situaciones políticas y
económicas serias”. Es la petición contenida en el documento enviado a
Fides firmado por los Auxiliares de Santiago, monseñor Galo Fernández
Villaseca, Presidente del Instituto Católico de Migración de Chile -
INCAMI, y monseñor Pedro Ossandón Buljevic, Presidente de la Pastoral
Social Caritas Chile, con fecha del 30 de julio.
La Conferencia Episcopal de Chile (CECh) expresa su preocupación por la
crisis humanitaria en la frontera entre Chile y Perú, agravada en las
últimas semanas por la solicitud sorpresa de un visado que permita la
entrada a los emigrantes venezolanos en el país.
“Frente a esta medida, el Instituto Católico Chileno de Migración -
INCAMI y la Pastoral Social Cáritas Chile, expresan su profunda
preocupación por una decisión que viola los derechos humanos de decenas
de personas. Esta medida inesperada ha saturado los puestos fronterizos y
los consulados porque aquellos que viajaron durante semanas no estaban
al tanto de los nuevos requisitos de acceso”.
El documento recuerda: “Nuestro país necesita desde hace mucho tiempo
repensar el tema de la migración. La ausencia de una ley de acuerdo con
el nuevo contexto latinoamericano, en el que hay un flujo creciente de
personas, es la consecuencia de una falta histórica de voluntad
política. Este nuevo aspecto no se puede desarrollar de forma aislada.
La migración es un fenómeno global que debe ser enfrentado desde esta
perspectiva”.
De acuerdo con las enseñanzas de Jesucristo, la Iglesia Católica “nos
invita a construir una cultura de encuentro y aceptación. Por esta
razón, cientos de parroquias y comunidades desde el primer momento han
recibido, cuidado y buscado estrategias para facilitar el proceso de
integración de los migrantes que llegaron a Chile en busca de una mejor
calidad de vida. Hoy, la urgencia ha llevado a esta red católica a
centrarse en la frontera compartida por las diócesis de Arica (Chile) y
Tacna (Perú)”.
Los obispos son conscientes de que “la solución de este problema no solo
pasa por las decisiones tomadas en Chile”, por eso piden soluciones
“que involucren a todos los gobiernos de la región, y en particular a
los responsables del liderazgo político en Venezuela, para encontrar
formas de salir de esta crisis que desangra a su gente”. “Hasta que eso
suceda, todos los que somos parte de América Latina estamos moralmente
involucrados y nuestro país debe contribuir con medidas razonables a la
hora de solicitar la documentación a las personas que experimentan el
drama de la migración desde Venezuela”.
Citando al Papa Francisco, los obispos finalmente se pusieron a
disposición de las autoridades con la esperanza de que “cualquier
decisión futura sobre este delicado tema sea el resultado de una
reflexión serena y una mirada cercana a las personas que más sufren, en
lugar de presión y miedo” y piden no respaldar “acusaciones infundadas
contra instituciones eclesiales, acusadas de promover la entrada
irregular de personas al país”, ya que “somos los primeros en reafirmar
la validez del estado de derecho y respetar la ley”.