San Paolo, BRASIL (Agencia Fides, 29/07/2019) - “¿Dónde está el hermano que matas todos los
días en la pequeña fábrica clandestina, en la red de prostitución, en
niños utilizados para mendigar, en lo que debe funcionar en secreto
porque no se ha regularizado? ¡No nos dejemos distraer! Hay mucha
complicidad ... ¡esta pregunta es para todos!”
La Comisión Pastoral Especial para la Lucha contra la Trata de Seres
Humanos de la Conferencia Episcopal de Brasil lanza esta pregunta en la
carta pastoral publicada con motivo del Día Mundial contra la Trata de
Seres Humanos que se celebra hoy. En el documento, enviado a Fides,
reafirma el compromiso de enfrentar esta realidad e invita a la sociedad
brasileña a “identificar las prácticas de trata de seres humanos en sus
diversas formas, y denunciarlas para ayudar a superar esta violación de
la libertad y dignidad humana”.
“Este flagelo social que traspasa fronteras, continúa causando millones
de víctimas en prácticamente todos los países del mundo. Según la
Organización Internacional del Trabajo (OIT), las estadísticas mundiales
hablan de 40 millones de seres humanos en el mundo, 1,8 millones en
América Latina, de los cuales uno de cada tres son niños. Brasil es
parte de este triste escenario como país de origen, tránsito y destino
del 15% de las víctimas de América Latina. Esta realidad nos llama a
reaccionar con una acción firme de denuncia e intervención solidaria,
política y profética”, destaca el documento.
Este Día Mundial “tiene como objetivo crear conciencia y movilizar a las
personas en la lucha contra esta forma moderna de esclavitud. No es un
día de conmemoraciones, es un día para dar visibilidad, resistir, crear
conciencia, llamar la atención sobre esta realidad y, sobre todo, exigir
a los estados políticas públicas que garanticen acciones preventivas,
asistencia y responsabilidad a los traficantes y explotadores”.
El documento denuncia el deterioro de la situación política, con la
restricción de los derechos, la limitación de las políticas públicas en
materia de garantías de los derechos humanos y la reducción de espacios y
formas de participación social. “En este contexto, las actitudes
criminales que dañan la dignidad y la vida de las personas tienden a
aumentar”, denuncia la carta, “aumentando también las situaciones
vulnerables de los pueblos”.
“El grito de millones de migrantes y refugiados que resuena en todo el
planeta es el objetivo de las redes de traficantes. Redes que explotan
la vulnerabilidad de las personas y sus necesidades urgentes,
exponiéndolas como objetivos fáciles. Además, los conflictos armados y
las crisis humanitarias ponen a las personas en mayor riesgo de ser
víctimas de trata para explotación sexual, trabajo forzado, sustracción
de órganos, servidumbre y otras formas de explotación”.
“Pedimos a todas las sociedades, iglesias e instituciones que aúnen sus
fuerzas y trabajo en esta causa que es común a todos nosotros, hijos e
hijas de Dios, responsables del cuidado mutuo de los demás”, concluye el
documento.