Tokio, JAPÓN (Agencia Fides, 18/07/2019) – “Con el Papa Francisco, oramos con todo nuestro
corazón al Dios de la paz para que podamos construir la paz participando
plenamente en el desarrollo integral de todos con la abolición de las
armas nucleares. Comencemos esta tarea haciendo todo lo posible”. Así lo
solicitan los Obispos japoneses en un mensaje firmado por monseñor
Mitsuaki Takami, Arzobispo de Nagasaki y Presidente de la Conferencia
Episcopal de Japón. El texto, enviado a la Agencia Fides, recuerda que
“el 25 de febrero de 1981, el Papa Juan Pablo II hizo un llamamiento
sorprendente por la paz en Hiroshima. En respuesta a esta solicitud
desde el año siguiente la Iglesia japonesa celebra anualmente los Diez
días de oración por la paz, del 6 al 15 de agosto, reflexionar y rezar
por la paz”. El documento de los obispos confirma que “el Papa Francisco
visitará Japón en noviembre de este año, 38 años y 9 meses después del
llamamiento por la paz de Hiroshima de Juan
Pablo”. “Estamos impacientes por que envíe un nuevo mensaje de paz al
mundo”, dice la nota.
Los prelados japoneses reconocen el compromiso global del Papa con la
paz y la reconciliación entre los pueblos: “Desde que se convirtió en
Sumo Pontífice, el Papa Francisco ha hablado de la paz y la abolición de
las armas nucleares. El 7 de julio de 2017 la Asamblea General de las
Naciones Unidas adoptó un tratado histórico sobre la prohibición de las
armas nucleares. El 23 de marzo, el Papa entregó un mensaje a la
Asamblea General de la ONU recordando que cuestiones como el terrorismo,
los conflictos entre sujetos con diferentes poderes militares, y los
problemas ambientales, la pobreza, “se entrelazan de manera compleja,
amenazando la paz y la seguridad del mundo moderno”.
"Sin embargo, las amenazas nucleares no pueden responder de manera
efectiva a estos problemas. La estabilidad basada en el miedo
simplemente aumenta el miedo y compromete la confianza en las relaciones
entre las naciones. En ese caso, debemos preguntarnos cómo se puede
mantener la estabilidad”. Y añade la declaración: “La paz y la
estabilidad internacionales no pueden basarse en un falso sentido de
seguridad, en la amenaza de destrucción mutua o aniquilación total, o
simplemente en mantener un equilibrio de poder. La paz debe construirse
sobre la justicia, sobre la base de desarrollo humano integral, respeto
de los derechos humanos fundamentales, protección de la creación,
participación de todos en la vida pública, confianza entre los pueblos,
apoyo a instituciones pacíficas, acceso a la educación y la salud,
diálogo y la solidaridad”.
Los líderes de la Iglesia japonesa también recuerdan que la Santa Sede
fue uno de los tres primeros países en ratificar el Tratado sobre la
prohibición de las armas nucleares y que patrocinó una conferencia sobre
desarme nuclear. Concluyen el mensaje citando un pasaje de la
Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, que recuerda la fragilidad
intrínseca de “una paz que no es el resultado del desarrollo integral”
(EG 219).