Joló, FILIPINAS (Agencia Fides, 17/07/2019) - El futuro de la Iglesia en la isla de Joló y en
todo el sur de Filipinas está en las manos y bajo el manto de la Virgen
del Carmen: con este espíritu y con una especial "encomienda a María",
ayer, fiesta litúrgica de Nuestra Señora del Carmelo, se reabrió y se
volvió a consagrar la catedral de Joló, isla en el extremo sur del
archipiélago filipino, casi seis meses después del atentado del pasado
27 de enero que, con dos explosiones de dinamita, mató a 21 personas y
dejó más de 80 heridos.
El ataque de terroristas suicidas, con dos bombas explotando una dentro y
otra fuera de la catedral, fue uno de los más graves en la historia de
la nación. Apenas dos días antes, el 25 de enero, la población musulmana
del sur de Filipinas -una comunidad de más de cinco millones de almas,
concentrada principalmente en cinco provincias (Maguindanao, Lanao del
Sur, Basilan, Sulu, Tawi-tawi)- había aprobado en un referéndum popular
la Ley Orgánica de Bangasamoro (Ley Fundamental de Bangsamoro), medida
aprobada en el Parlamento que establecía la nueva "Región Autónoma de
Bangasmoro", denominada así en honor al pueblo islámico que ha vivido
durante ocho siglos en el sur del archipiélago.
Ahora la comunidad católica de Joló (unos 25.000 fieles católicos en un
territorio que acoge a 1,7 millones de musulmanes) se reunió ayer, 16 de
julio, para celebrar la santa misa en la catedral de Nuestra Señora del
Carmen, patrona del Vicariato Apostólico, ahora dirigida por el
administrador apostólico p. Romeo Saniel, misionero de los Abades de
María Inmaculada (OMI). La misa fue presidida por el arzobispo Gabriele
Caccia, nuncio apostólico en Filipinas, y concelebrada por muchos otros
obispos filipinos, incluyendo al arzobispo Romulo Valles, presidente de
la Conferencia Episcopal, y al arzobispo Angelito Lampon, ex vicario
apostólico de Joló, hoy al frente de la comunidad de Cotabato, mons.
Edwin Dela Peña, al frente de la Prelatura Territorial de Marawi,
presidente de la Comisión para el Diálogo Interreligioso en el
Episcopado Filipino.
Los obispos, sacerdotes y fieles presentes expresaron su alegría por la
restauración de la catedral. Los ataques habían causado graves daños al
edificio, que ahora ha sido restaurado y reabierto gracias a la
contribución de organizaciones católicas y donantes internacionales.
"Nuestra misión hoy es vivir, predicar y dar testimonio del Evangelio en
un ambiente social y cultural de mayoría islámica", explicó el
arzobispo Angelito Lampon a la Agencia Fides. "Cada día volvemos a poner
nuestra vida en las manos de Dios y nos abandonamos a su voluntad,
llevando a cabo una misión de diálogo y convivencia pacífica con los
fieles de otras religiones. Esta misión de paz -explicó- se convierte en
signo visible de un Evangelio que anuncia y testimonia la paz, la
reconciliación, la misericordia", añadió.