CIUDAD DE MÉXICO (Agencia Fides, 24/7/2019) – Como Comisión de la Movilidad Humana y
como Conferencia de Obispos Mexicanos, "expresamos nuestra preocupación
por la falta de una verdadera acogida humanitaria a nuestros hermanos
migrantes, esta es una realidad que no podemos evitar. Tristemente
constatamos que esta dignidad como personas e hijos de Dios está siendo
vulnerada, pues ha sido “cambiada por un plato de lentejas”. México sin
una política migratoria efectiva se ha sometido a los criterios e
imposiciones del gobierno norteamericano aceptando la incoherencia de
unir negocios con el derecho y la necesidad de migrar, buscando la
oportunidad de una vida mejor": esto es lo que afirma el texto enviado a
Fides por la Conferencia Episcopal Mexicana (CEM) titulada" Dignidad de
los migrantes".
"La dignidad y la soberanía de nuestra nación, así como la dignidad y
los derechos humanos de los migrantes están muy por encima de cualquier
negociación, la Iglesia y la sociedad civil han defendido siempre la “no
criminalización de las personas migrantes y de los defensores de
derechos humanos” que luchan a favor de la dignidad, a contracorriente y
con riesgos importantes para su propia seguridad e incluso su vida".
"Como Dimensión Episcopal de Pastoral de Movilidad Humana, somos
conscientes de la legitimidad y necesidad de tomar decisiones valientes
para evitar la imposición de aranceles a los productos mexicanos que se
comercian con los Estados Unidos, pero no en detrimento de la soberanía
nacional, la dignidad y el respeto a los derechos humanos de los
migrantes, la solidaridad entre los pueblos y el trabajo por el bien
común de los países necesitados de apoyo y desarrollo digno", subraya el
texto.
Por lo tanto, la Comisión eclesial de movilidad humana señala las causas
fundamentales del fenómeno: "La migración interna y externa tiene como
principio el hambre, la pobreza, la violencia, y la falta de
oportunidades que reclama la creación de fuentes de empleo y
reconstrucción del tejido social.
La Iglesia está convencida de que es necesaria y urgente una justa
política migratoria que, por un lado, garantice un ordenado, responsable
y regulado libre transito de personas, y que vele por los intereses
legítimos de nuestra nación".
El texto subraya que los centros de asistencia para los migrantes de la
Iglesia han sido objeto de "actos de persecución, criminalización y
obstáculos para su labor de asistencia, protección y defensa de los
derechos humanos de esta población". Por esta razón, destaca las
principales preocupaciones de la Iglesia en la actualidad: la defensa de
los derechos humanos de los migrantes, la separación de las familias en
la frontera, la amenaza de deportaciones de los Estados Unidos, la
política de terror que viven los migrantes, el cambio en la política
migratoria que está implementando México (de país que acoge a país que
intenta cerrar y expulsar a los migrantes).
La Iglesia recuerda que, "como madre y protectora, tiene la misión
profética de elevar su voz en favor de los pobres, y en este momento los
migrantes" son pobres entre los pobres ". Por lo tanto, invoca al
Espíritu Santo "para iluminar a las autoridades civiles de nuestras
naciones para que puedan tomar a los más sabios, más dignos, coherentes y
verdaderamente en beneficio de nuestros pueblos", poniendo el bien
común y el respeto por el ser humano en primer lugar. El texto está
firmado por el Obispo José Guadalupe Torres Campos, Obispo de la
Diócesis de Cd. Juárez y presidente de la Comisión para la Movilidad
Humana del CEM, y por Mons. Alfonso Miranda Guardiola, Auxiliar de
Monterrey, Secretario General del CEM.