CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 31 de marzo de 2017).- Esta mañana, a las 11.50 horas, en la Sala Clementina del Palacio 
Apostólico, el Santo Padre FRANCISCO ha recibido en Audiencia a los 
participantes en el Congreso Internacional de Estudios organizado por el
 Comité Pontificio de Ciencias Históricas, con motivo del  V Centenario 
de la Reforma luterana (1517-2017) sobre el  tema: Lutero 500 años despuès. Una relectura de la Reforma luterana en su contexto histórico eclesial  que ha tenido lugar en Roma del 29 al 31de marzo  de 2017.
              
Publicamos a continuación el saludo que el Papa ha dirigido a los participantes en el curso de la Audiencia:
Queridos hermanos:
Señores y señoras:
Os recibo con placer y os saludo cordialmente. Agradezco al Padre 
Bernard Ardura  las palabras, con  las cuales ha  resumido el 
significado de este congreso sobre Lutero y su reforma.
 
Confieso que el primer sentimiento que experimento frente a  esta loable
 iniciativa del Comité Pontificio de Ciencias Históricas es un 
sentimiento de gratitud a Dios, acompañado de un cierto asombro
 ante la idea de que no hace mucho tiempo un congreso  de este tipo 
habría sido del todo impensable. Hablar de Lutero, protestantes y 
católicos juntos, por iniciativa de un organismo de la Santa Sede: 
realmente sentimos, de primera mano, los frutos del Espíritu Santo, que 
supera todas las barreras y transforma los conflictos en oportunidades 
para el crecimiento en la comunión. Del conflicto a la comunión 
es, efectivamente,  el título del documento de la Comisión 
Luterana-Católica romana, en vista de la conmemoración común del quinto 
centenario de la Reforma de Lutero.
 
Me alegré al saber que esta conmemoración ha ofrecido a los estudiosos de diversas instituciones la oportunidad de observar juntos 
 aquellos hechos.  Los análisis serios sobre  la figura de Lutero y su 
crítica contra la Iglesia de su tiempo y del papado contribuyen 
indudablemente a superar ese clima de desconfianza mutua y de rivalidad 
que durante demasiado tiempo caracterizó en el pasado las relaciones 
entre católicos y protestantes. El estudio cuidadoso y riguroso, libre 
de prejuicios y polémicas ideológicas, permite a las  Iglesias, hoy en 
diálogo, discernir y asumir  aquello que de positivo y legítimo había en
 la Reforma, y distanciarse de los errores, las exageraciones y los 
fracasos, reconociendo la pecados que llevaron a la división.
 
Todos somos conscientes de que el pasado no se puede cambiar. Sin 
embargo, hoy, después de cincuenta años de diálogo ecuménico entre 
católicos y protestantes, es posible hacer una purificación de la 
memoria, que no consiste en realizar una corrección inactuable  de lo 
que ocurrió hace quinientos años, sino en "contar esta historia de una 
manera diferente" (COMISIÓN LUTERANA-CATÓLICA ROMANA PARA LA UNIDAD, Del conflicto a la comunión,
 17 de junio, 2013, 16), sin rastro alguno de aquel rencor por las 
heridas ocasionadas que distorsiona la visión que tenemos los unos de 
los otros. Hoy, como cristianos, todos estamos llamados a liberarnos de 
los prejuicios hacia  la fe que otros  profesan con un acento y un 
lenguaje diferente, a intercambiarnos  mutuamente el perdón por los 
pecados cometidos por nuestros padres y a invocar juntos  de Dios  el 
don de la reconciliación y de la unidad.
 
Mientras acompaño con la oración vuestro valioso trabajo de 
investigación histórica, invoco sobre todos vosotros la bendición de 
Dios Todopoderoso y Misericordioso. Y os pido , por favor, que recéis  
por mí. ¡Que Dios nos bendiga a todos!. Gracias.
 
