CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 30 de marzo de 2017).- Carta que el Papa FRANCISCO ha enviado al Prefecto del 
dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, el  Em.mo Cardenal 
Kevin Farrell, para la preparación del IX Encuentro Mundial de las Familias que se celebrará  del 21 al 26 agosto de 2018 en Dublín,  Irlanda, dedicada al tema  El Evangelio de la Familia: alegría para el mundo.
Texto íntegro de la Carta del Santo Padre
Al  Venerado Hermano
 el Cardenal KEVIN FARRELL
 Prefecto del Dicasterio  para los Laicos, la Familia y la Vida
 
 
Al final del VIII Encuentro Mundial  de las Familias, celebrado en 
Filadelfia en septiembre de 2015, anuncié que el encuentro sucesivo con 
las familias católicas de todo el mundo tendría lugar en Dublín.  Ahora,
 con el deseo de  comenzar su preparación, me complazco en  confirmar 
que se desarrollará del 21 al 26  de agosto de 2018, sobre el tema: "El 
Evangelio de la familia: alegría para mundo." Y con respecto a este tema
 y a su desarrollo quisiera ofrecer algunas indicaciones más precisas. 
Deseo, efectivamente,  que las familias puedan profundizar en la 
reflexión y  la compartición de los contenidos de la Exhortación 
Apostólica  postsinodal Amoris Laetitia.
 
Nos podríamos preguntar: ¿ El Evangelio sigue siendo alegría para el 
mundo? Y también: ¿ La familia sigue siendo una buena noticia para el 
mundo de hoy?
 
¡Yo estoy seguro de que sí! Y este "sí" está firmemente  fundado en el 
plan de Dios. El amor de Dios es su "sí" a toda la creación y al corazón
 de la misma, que es el hombre. Es el "sí" de Dios a la unión entre el 
hombre y la mujer, abierta a la vida y al  servicio de ella en todas sus
 fases; es el "sí" y el compromiso de Dios con una humanidad a menudo  
herida, maltratada y dominada por la falta de amor. La familia, por lo 
tanto, es el "sí" del  Dios Amor. Sólo partiendo del amor la familia 
puede manifestar, difundir y regenerar el amor de Dios en el mundo. Sin 
amor no se puede vivir como hijos de Dios, como cónyuges, padres y 
hermanos.
 
Quiero hacer hincapié en la importancia de que  las familias se 
pregunten a menudo si viven partiendo del amor, por el amor y en el 
amor. Esto significa concretamente darse, perdonarse, no perder la 
paciencia, anticiparse al otro, respetarse. ¡Cómo mejoraría la vida 
familiar si cada día se vivieran la tres sencillas palabras  "permiso", 
"gracias", "lo siento"! Todos los días experimentamos  la  fragilidad  y
 la debilidad, y por eso todos nosotros, familias y pastores, 
necesitamos una humildad renovada que plasme el deseo de formarnos, de 
educarnos  y de ser educados, de ayudar y de ser ayudados, de acompañar,
 discernir e integrar a todos los hombres de buena voluntad. Sueño con 
una Iglesia en salida, no autorreferente, una Iglesia que no pase lejos 
de las heridas del hombre, una Iglesia misericordiosa que  anuncie el 
corazón de la revelación de Dios Amor que es la Misericordia. Es la 
misma misericordia que nos hace nuevos  en el  amor; y sabemos cuanto 
las familias cristianas sean lugares de misericordia y  testigos de 
misericordia; después del Jubileo extraordinario lo serán todavía más, y
 el Encuentro de Dublín podrá dar señales concretas.
Invito, pues,  a toda la Iglesia a recordar estas indicaciones en la preparación pastoral para el próximo Encuentro Mundial.
 
Ante Usted, querido Hermano, junto con sus colaboradores, se presenta  
la tarea de conjugar de una forma especial la enseñanza de Amoris Laetitia,
 con la cual la Iglesia desea que las familias estén siempre en camino, 
en esa peregrinación interior que es una manifestación de  vida 
auténtica.
 
Mi pensamiento se dirige de manera especial a la Arquidiócesis de Dublín
 y a toda la querida Nación irlandesa, por la generosa hospitalidad y el
 esfuerzo que implica organizar un evento de esta magnitud. ¡Que el 
Señor os recompense a partir de ahora, concediendoos en abundancia 
favores celestes!
 
La Sagrada Familia de Nazaret guíe, acompañe y bendiga vuestro servicio
 y a todas las familias involucradas en la preparación del gran 
Encuentro Mundial de Dublín.
 
 
Desde el Vaticano, 25 de Marzo 2017
 
 
