CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 25 de marzo de 2017).-  A las 10.00 de esta mañana, en el Duomo de Milán, el Papa FRANCISCO  se ha encontrado con los sacerdotes y los consagrados.
         
A la entrada del Duomo, el Pontífice ha sido recibido por los Obispos Auxiliares, el Arcipreste y el cabildo metropolitano.
Después en el “Scurolo di San Carlo”, el Santo Padre se ha detenido unos minutos  para adorar el Santísimo Sacramento  y venerar las reliquias del santo.
Tras el saludo del Em.mo Cardenal Angelo Scola, Arzobispo de Milán, el Papa responde a algunas preguntas  de los  sacerdotes.
         
Publicamos a continuación las respuestas  del Santo Padre
Pregunta 1 - Don Gabriele Gioia, presbítero
Muchas de las energías y del tiempo  de los sacerdotes son absorbidas 
para continuar las formas tradicionales de ministerio, pero sentimos los
 desafíos de la secularización y la irrelevancia de la fe dentro de la 
evolución de una sociedad milanesa, que es cada vez  más plural, 
multiétnica, multirreligiosa y multicultural. También nosotros, a veces,
 nos sentimos como Pedro y los apóstoles, que después de haber trabajado
 duramente no habían pescado nada. Le preguntamos 
¿Qué purificaciones y qué opciones prioritarias estamos llamados a 
cumplir para no perder la alegría de evangelizar , de ser pueblo de Dios
 que testimonia su amor por cada ser humano?
Santidad le queremos y rezamos por Usted.
Papa FRANCISCO:
Gracias. Gracias.
 
Me han enviado vuestras tres preguntas. Siempre se  hace así. Por lo 
general, respondo improvisando, pero esta vez pensé, en un día con un 
horario tan ocupado, que era mejor escribir algo en respuesta.
 
He escuchado tu pregunta, don Gabriele. La había leído antes, pero 
mientras hablabas, me vinieron  a la mente dos cosas. Una "pescar 
peces”. Tu sabes que la evangelización no siempre es sinónimo de "pescar
 peces": es ir, remar mar adentro, dar testimonio ... y luego el Señor, 
Él "pesca" los peces. Cuándo, cómo y dónde, no sabemos. Y esto es muy 
importante. Y también partir de este hecho, que nosotros somos 
instrumentos, herramientas inútiles. Otra cosa que  has dicho,  esa  
preocupación que has expresado, es   la preocupación de todos vosotros: 
no perder la alegría de evangelizar. Porque evangelizar es una alegría. 
El gran Pablo VI en la Evangelii Nuntiandi - que es el mayor 
documento pastoral del período post-conciliar, y que todavía es actual 
hoy - habló de esta alegría: la alegría de la Iglesia es evangelizar. Y 
hay que pedir la gracia de no perderla. Él [Pablo VI] nos dice, casi al 
final [del documento]: Mantengamos esta alegría de evangelizar; no como 
evangelizadores tristes, aburridos,  no es esto ; un evangelista triste 
 es aquel que no está convencido de que Jesús es alegría, de que Jesús 
te trae alegría, y cuando te llama te cambia la vida y te da alegría, y 
te envía  con alegría, incluso en la cruz, pero con alegría, para 
evangelizar. 
Gracias por señalar estas cosas , Gabriel.
 
 
Y ahora, las cosas que he estado pensando acerca de esta cuestión, en  casa, para decir cosas más pensadas
 
a. Una de las primeras cosas que me vienen a la mente es la palabra reto
 - que tu has usado: “tantos retos”, has dicho. Cada época histórica, 
desde los primeros tiempos del cristianismo, ha sido sometida 
continuamente a múltiples retos. Retos dentro de la comunidad eclesial 
y, al mismo tiempo en la relación con la sociedad en la que la fe estaba
 tomando forma. Recordemos el episodio de Pedro en la casa de Cornelio 
en Cesarea (Hechos 10,24 a 35), o la disputa en Antioquía y luego en 
Jerusalén sobre si o no circuncidar a los gentiles (Hch 15.1 a 6) etc…. 
Por lo tanto no hay que temer  los retos, que quede claro. No debemos 
temer los retos. Cuantas veces escuchamos quejas: “Ah, en esta época hay
 tantos retos y estamos tristes..” No. No hay que tener miedo. Los retos
 hay que agarrarlos como el buey, por los cuernos. No hay que temerlos. Y
 es bueno que los haya. Es bueno porque nos hacen crecer. Son el signo 
de una fe viva, de una comunidad viva que busca a su Señor y tiene 
abiertos  los ojos y el corazón. 
Más bien habría  que temer una fe sin 
retos, una fe que se cree completa, toda completa: no necesito nada más;
 ya está todo hecho. Esta fe están tan aguada que no sirve. De esto 
tenemos que tener miedo. Y se cree completa, como si todo hubiera sido 
dicho y realizado . Los retos  nos ayudan a lograr que nuestra fe no se 
vuelva ideológica. Siempre existe el peligro de las ideologías, 
siempre.Las ideologías crecen, germinan y crecen cuando uno cree  que 
tiene la fe completa, y se vuelve ideología. Los retos  nos salvan de 
 un pensamiento cerrado y definido y nos abren a una comprensión más 
amplia del dato revelado. Según lo indicado por la Constitución 
dogmática Dei Verbum: " La Iglesia, en el decurso de los siglos, tiende 
constantemente a la plenitud de la verdad divina, hasta que en ella se 
cumplan las palabras de Dios. " (8b). Y en esto los retos  nos ayudan a 
abrirnos al misterio revelado. Esta es la primera respuesta a lo que me 
has dicho.
 
 
b. En segundo lugar. Tu  has hablado de una sociedad "multi" - 
multicultural, multirreligiosa y multiétnica -. Creo que la Iglesia, a 
lo largo de toda su historia, muchas veces – sin que  seamos 
 conscientes de ello - tiene mucho que enseñarnos y ayudarnos de cara a 
una cultura de la diversidad. Tenemos que aprender. El Espíritu Santo es
 el maestro de la diversidad. Miremos  a nuestras diócesis, a nuestros 
sacerdotes, a nuestras comunidades. Miremos a las congregaciones 
religiosas. Tantos carismas, tantas formas de realizar la experiencia 
creyente. La Iglesia es  Una en una experiencia multifacética. Es una, 
sí. Pero en una experiencia multifacética.  Aunque sea Una es 
multifacética. 
El Evangelio es uno en su forma cuádruple. El Evangelio 
es uno, pero son cuatro y son diferentes, pero esa diferencia es una 
riqueza. El Evangelio en su forma cuádruple.Esto aporta a nuestras 
comunidades una riqueza que  manifiesta la acción del Espíritu. La 
tradición eclesial tiene mucha experiencia de cómo "manejar"  la 
multiplicidad dentro de su historia y de su vida. Hemos visto y vemos 
 de todo: hemos visto y vemos  una gran riqueza y muchos horrores y 
errores. Y aquí tenemos una buena clave que nos ayuda a leer el mundo 
contemporáneo. Sin condenarlo y sin santificarlo. Reconociendo los 
aspectos luminosos y los aspectos oscuros. Como también  ayudándonos a 
discernir los excesos de uniformidad o de relativismo: dos tendencias 
que tratan de borrar la unidad de las diferencias, la interdependencia. 
 La Iglesia es Una en las diferencias. Es una y esas diferencias nos 
unen en esa unidad. ¿Pero quien hace las diferencias? El Espíritu Santo:
 El es el Maestro de las diferencias. Y ¿Quién hace la unidad? El 
Espíritu Santo : El es también el Maestro de la unidad: Ese gran 
Artista, ese gran Maestro de la unidad en las diferencias es el Espíritu
 Santo. Y esto tenemos que entenderlo muy bien. Y hablaré de ello más 
adelante, a propósito del discernimiento: discernir cuando es el 
Espíritu el que hace las diferencias y la unidad y cuando no es el 
Espíritu el que hace una diferencia o una división ¿Cuántas veces hemos 
confundido la unidad con la uniformidad? Y no es lo mismo.  O ¿cuántas 
veces hemos confundido pluralidad con pluralismo? Y no es lo mismo. La 
uniformidad y el pluralismo no son del espíritu bueno: no vienen del 
Espíritu Santo. La pluralidad y la unidad,  en cambio, proceden del 
Espíritu Santo. En ambos casos, lo que se intenta  es reducir la tensión
 y eliminar el conflicto o la ambivalencia a la que estamos sometidos 
como seres humanos. Tratar de eliminar uno de los polos de tensión es 
eliminar la forma  en que Dios ha querido revelarse en la humanidad de 
su Hijo.  Todo lo que no asuma  el drama humano puede ser una teoría muy
 clara y distinguida, pero no coherente con la revelación y por lo tanto
 ideológica. La fe para ser cristiana y no ilusoria debe configurarse 
dentro de los procesos humanos, sin estar limitada a ellos.  También 
esta es una hermosa tensión. Es la tarea bella y exigente  que nos ha 
dejado nuestro Señor, ' el ya y todavía no' de la salvación. Y esto es 
muy importante: unidad en las diferencias. Esta es una tensión, pero es 
una tensión que siempre nos hace crecer en la Iglesia.
 
 
c. En tercer lugar. Hay una elección que como pastores no podemos 
eludir: formar al discernimiento.  Discernimiento de estas cosas que 
parecen opuestas o que son opuestas para saber cuando una tensión, una 
oposición viene del Espíritu Santo y cuando viene del Maligno. Y, por 
eso, formar al discernimiento.Como creo haber  entendidode  la pregunta,
 la diversidad ofrece un escenario muy complicado. La cultura de la 
abundancia a la que estamos sometidos ofrece un horizonte de muchas 
posibilidades, presentándolas todas  como válidas y buenas. Nuestros 
jóvenes están expuestos a un zapping constante. Pueden navegar en dos o 
tres pantallas abiertas simultáneamente, pueden interactuar al mismo 
tiempo en diferentes escenarios virtuales. Nos guste o no, es el mundo 
en el que se insertan y es nuestro deber como pastores ayudarles a 
atraversar  este mundo. Por eso creo que sea bueno  enseñarles a 
discernir, para que tengan las herramientas y los elementos que les 
ayuden a recorrer el camino de la vida sin que se extinga el Espíritu 
Santo que está dentro de ellos. En un mundo sin posibilidades de 
elección, o con menos posibilidades, tal vez las cosas parecerían más 
claras, no sé. Pero hoy en día nuestros fieles – y  nosotros mismos - 
estamos expuestos a esta realidad, y por lo tanto estoy convencido de 
que  como comunidad eclesial debemos incrementar el habitus del 
discernimiento. Y este es un reto, y requiere la gracia del 
discernimiento, para intentar aprender y tener el hábito del 
discernimiento. Esta gracia, desde  los pequeños hasta los adultos, 
todos.  De pequeños, es fácil que el papá y la mamá  nos digan lo que 
debemos hacer, y eso está bien –hoy no creo que sea tan fácil; en mis 
tiempos sí, pero hoy no lo sé, pero de todas formas, es más fácil. 
Pero a
 medida que crecemos, en medio de una multitud de voces donde 
aparentemente todas tienen razón, el discernimiento de lo que nos lleva a
 la Resurrección, a la Vida y no a una cultura de la muerte, es crucial.
 Por eso reitero tanto esta necesidad. Es una herramienta catequética y 
también para la vida. En la catequesis, en la guía espiritual, en las 
homilías tenemos que enseñar a nuestro pueblo, enseñar  a los jóvenes, 
enseñar a los niños, enseñar a los adultos el discernimiento. Y 
enseñarles a pedir la gracia del discernimiento.
De esto  habla esa parte de la Exhortación Evangelii gaudium titulada
  “La misión que se encarna en los límites humanos” [40-45] .Y este es 
el tercer punto al que he contestado. Son pequeñas cosas que quizás 
serán de ayuda en vuestra reflexión sobre las preguntas y después en el 
diálogo entre vosotros. Te lo agradezco mucho.
Pregunta  2 - Roberto Crespi,  diácono permanente
Santidad, buenos días. Soy Roberto, diácono permanente. El 
diaconado entró en nuestro clero  en 1990 y hoy somos 143; no es una 
cifra grande, pero es significativa. Somos hombres   que viven 
plenamente  su vocación al matrimonio o al celibato, pero viven  también
 plenamente el mundo del trabajo y de la profesión  y aportamos así al 
clero  el mundo de la familia y del trabajo, llevamos la dimensión de la
 belleza y de la experiencia, pero también de la fatiga y alguna vez de 
las heridas. Le preguntamos entonces, como diáconos permanentes ¿Cuál es
 nuestra parte para que podamos ayudar a delinear ese rostro de la 
Iglesia que es humilde,que es desinteresada, que es bienaventurada, que 
sentimos que está en su corazón y de la que habla a menudo? Gracias por 
su atención y le aseguro nuestra oración junto con la de nuestras 
esposas y la de nuestras familias.
Papa FRANCISCO:
Gracias. Vosotros, los diáconos, tenéis mucho que dar, mucho que dar.
 Pensemos en el valor de discernimiento. Dentro del presbiterio, podéis 
ser una voz autorizada para mostrar la tensión que existe entre el deber
 y el querer , las tensiones que se experimentan en la vida familiar 
–¡tenéis suegras, por poner un ejemplo!- así como las  bendiciones que 
se viven dentro de la vida familiar.
Pero hay que tener cuidado para  no ver los diáconos como medio 
sacerdotes y medio laicos. Es un peligro. Al final no están ni aquí ni 
allí. No, no se debe hacer, es un peligro.  Verlos así hace daño y les 
hace daño. Esta manera de considerarlos debilita el poder del carisma 
propio del diaconado. Quiero insistir en esto: el carisma propio del 
diaconado. Y este carisma está en la vida de la Iglesia. Tampoco es 
buena la imagen del diácono como una especie de intermediario entre los 
fieles y los pastores. Ni a mitad de camino entre los curas y los 
laicos, ni a mitad de camino entre los  pastores y los fieles. Y hay dos
 tentaciones.  Hay el peligro del clericalismo: el diácono que es 
demasiado clerical. No, no, esto está mal. A veces veo que  alguno 
cuando ayuda  en la liturgia parece querer tomar el lugar del sacerdote.
 El clericalismo, cuidado con el clericalismo. Y la otra tentación, el 
funcionalismo: es una ayuda que tiene el sacerdote para esto o lo otro… 
es un chico para realizar algunas tareas y no para otras cosas ... No. 
Tenéis  un carisma claro en la Iglesia y tenéis que construirlo.
 
El diaconado es una vocación específica, es una vocación familiar que 
llama al servicio. Me gusta mucho cuando [en los Hechos de los 
Apóstoles]los  primeros cristianos helenistas van donde  los apóstoles 
para quejarse de que sus viudas y sus huérfanos no estaban bien  
atendidos, e  hicieron aquella reunión, aquel "sínodo" entre los 
apóstoles y los discípulos, y se   "inventaron" los diáconos para 
servir. Y esto es muy interesante para nosotros como obispos, pues todos
 aquellos eran obispos,  aquellos que  "hicieron" a los diáconos. ¿Y qué
 nos dice? Que  los diáconos sean servidores. Después  se dieron cuenta 
de que, en ese caso, era para  ayudar a las viudas y huérfanos;  pero 
servir. Y a nosotros, los obispos: la oración y el anuncio  de la 
Palabra; y esto nos demuestra cual es  el carisma más importante de un 
obispo: la oración. ¿Cuál es la tarea de un obispo, la primera tarea? La
 oración. La segunda tarea: anunciar la Palabra. Pero se puede ver 
claramente la diferencia. Y vosotros [diáconos]: el servicio. Esta 
palabra es la clave para la comprensión de vuestro  carisma. El servicio
 como uno de los dones característicos del pueblo de Dios El diácono es -
 por así decirlo - el custodio del servicio en la Iglesia. Cada 
palabra debe calibrarse muy bien. Vosotros sois los custodios del 
servicio en la Iglesia:  el servicio de la Palabra, el servicio del 
altar, el servicio a los pobres. Es vuestra misión, la misión del 
diácono y su contribución consisten en esto: en recordarnos que la fe,
 en sus diversas expresiones – la liturgia  comunitaria,  la oración 
personal, las diferentes formas de  caridad - y en sus diversos estados 
de vida - laico, clerical, familiar - tienen una dimensión esencial de 
servicio. El servicio a Dios y a los hermanos. ¡Y cuánto camino  hay que
 recorrer en este sentido! ¡Sois los custodios del servicio en la 
Iglesia!
En ello radica el valor de los carismas en la Iglesia, que son un 
recuerdo y un don para ayudar a todo el pueblo de Dios a no perder la 
perspectiva ni las riquezas de la acción de  Dios. Vosotros no sois 
medio curas y medio  laicos - esto sería "funcionalizar" el diaconado -,
 sois  sacramento de servicio a Dios y a los hermanos. Y de esta 
palabra, “servicio”, se deriva todo el desarrollo de vuestro trabajo, de
 vuestra vocación, del vuestro ser en la Iglesia. Una vocación que al 
igual que todas las vocaciones no es solamente individual, sino que se 
vive en la familia y con la familia; dentro del Pueblo de Dios y con el 
pueblo de  Dios
Sintetizando:
 - No hay servicio del altar, no hay  liturgia que no se abra al 
servicio de los pobres, y no hay servicio a los pobres que no  conduzca a
 la liturgia.
 - No hay vocación eclesial que no sea familiar.
Esto nos ayuda a revalorizar  al diaconado como  vocación eclesial.
Por último, hoy parece que todo tenga que "servirnos", como el fin de
 todo fuera el individuo: la oración "me sirve”,  la comunidad "me 
sirve", la caridad " me sirve ". Es un dato de nuestra cultura.Vosotros 
sois  el don que el Espíritu nos da para ver  que el camino justo va al 
contrario: en la oración sirvo, en la comunidad sirvo, con la 
solidaridad sirvo a Dios y al prójimo. Y que Dios os conceda la gracia 
de crecer en este carisma de custodiar el servicio en la Iglesia. 
Gracias por lo que hacéis.
Pregunta 3 - Madre M. Paola Paganoni, osc
Santidad. Soy la Madre Paola de las Ursulinas y estoy aquí en 
nombre de toda la vida consagrada presente en la Iglesia milanesa pero 
también de toda Lombardía. Le damos las gracias por su presencia, pero 
sobre todo por el testimonio de vida que nos da. Desde santa Marcelina, 
hermana de Ambrosio, la vida consagrada en la Iglesia milanesa hasta 
nuestros  días ha sido presencia viva y significativa con las formas 
antiguas –y las ha visto aquí- nuevas Queremos preguntarle, Padre, cómo 
ser para el hombre de hoy, testigos de profecía, como Usted dice: 
custodios de la maravilla, y testimoniar con nuestra pobre vida, pero 
una vida que sea pobre y fraternal. Y luego, dadas nuestras pocas- 
parecemos muchas, pero la edad es elevada- dadas nuestras pocas fuerzas,
 para el futuro  ¿Qué  periferias existenciales, que ámbitos  elegir, 
dar prioridad, teniendo conciencia de nuestra minoría –minoría en la 
sociedad y minoría en la Iglesia? Gracias. Le aseguramos nuestro 
recuerdo cotidiano.
Papa FRANCISCO:
Gracias. Me gusta, me gusta la palabra "minoría". Es cierto que es el
 carisma de los franciscanos, pero todos tenemos que ser 'menores ' es 
una actitud espiritual, la minoridad, que es el sello de los 
cristianos. Me gusta que haya utilizado esa palabra. Y voy a empezar con
 esta última palabra: minoría,  la minoría. Por lo general - pero no 
digo que sea  su caso - es una palabra que se acompaña de un 
sentimiento: "Parecemos  muchas, pero  somos mayores, somos pocas ...". Y
 el sentimiento  que está debajo ¿Cuál  es? La resignación. Mal 
sentimiento. Sin darnos cuenta, cada vez que pensamos o  constatamos que
 somos pocos, o en muchos casos ancianos, experimentamos el peso, la 
fragilidad más que el esplendor, nuestro espíritu comienza a erosionarse
 por la resignación. Y la resignación  lleva a la pereza ... Os 
recomiendo, si tenéis tiempo , que leáis  lo que los Padres del desierto
 dicen sobre la perez: es algo muy actual hoy. Creo que aquí nace la 
primera acción a la que debemos prestar atención: pocos sí,  minoría 
sí,  ancianos, sí, ¡resignados no! Son hilos muy finos que se ven sólo 
delante del Señor examinando nuestro  interior. El cardenal, cuando 
habló, dijo dos palabras que me impresionaron  mucho. Hablando de la 
misericordia dijo que la misericordia "restaura y da la paz." Un buen 
remedio contra la  resignación  es esta misericordia que restaura y da 
la paz. Cuando caigamos en la resignación, nos alejemos de la 
misericordia, vayamos inmediatamente donde alguno, donde alguna, donde 
el Señor a pedir misericordia, para que nos restaure  y nos de la paz.
Cuando la resignación se apodera de nosotros, vivimos con el 
imaginario de un pasado glorioso que, lejos de despertar el carisma 
inicial, nos envuelve cada vez más en una espiral de pesadez existencial
 . Todo se vuelve más pesado y difícil de levantar. Y aquí, esto es algo
 que yo no había escrito pero  que  digo ahora ;  es un poco feo 
decirlo, pero lo siento, sucede, y lo voy a decir. Empiezan a ser  
pesadas las estructuras , vacías, no sabemos cómo hacer  y pensamos  en 
 vender las estructuras para conseguir dinero, el dinero para la vejez 
... Empieza a ser pesado el dinero que tenemos en el banco ... Y la 
pobreza, ¿dónde está? Pero el Señor es bueno, y cuando una congregación 
religiosa no sigue  el camino del voto de pobreza, por lo general envía 
un mal ecónomo o ecónoma que destruye todo .¡ Y esto es una gracia! 
[Risas, aplausos] Estaba diciendo que todo se vuelve pesado y difícil de
 levantar. Y la tentación siempre está en buscar certezas humanas. He 
hablado del dinero, que es una de las seguridades humanas que tenemos 
más cerca. Por eso, es bueno para todos nosotros volver a los orígenes, 
ir en peregrinación a los orígenes, una memoria que nos salva de 
cualquier imaginación gloriosa, pero irreal del pasado.
"La mirada creyente es capaz de reconocer –dice la Evangelii gaudium-
 la luz que siempre derrama el Espíritu Santo en medio de la oscuridad, 
sin olvidar que «donde abundó el pecado sobreabundó la gracia» (Rm
 5,20). Nuestra fe es desafiada a vislumbrar el vino en que puede 
convertirse el agua y a descubrir el trigo que crece en medio de la 
cizaña. "(ibid., N. Evangelii gaudium, 84) .
Nuestros padres y madres fundadoras no pensaron nunca en ser una 
multitud o una gran mayoría. Nuestros fundadores se sintieron movidos 
por el Espíritu Santo en un momento concreto de la historia a ser 
 presencia gozosa del Evangelio para los hermanos; a renovar y edificar 
la Iglesia como levadura en la masa, como  sal y  luz del mondo. Estoy 
pensando, tengo clara la frase de uno de los fundadores, pero muchos han
 dicho lo mismo: "Tened miedo de la multitud" Que no vengan  muchos, por
 miedo a no formarlos bien, el miedo de no dar el carisma ... Uno la 
llamaba la "turba multa". No. Ellos pensaban simplemente en llevar 
adelante el Evangelio, el carisma.
Creo que una de las razones que nos impiden o nos privan de la 
alegría estriba en este aspecto. Nuestras congregaciones no nacieron 
para ser la masa, sino un poco de sal y un poco de levadura, que habría 
contribuido a que creciera  la masa; para que el pueblo de Dios tuviera 
ese "condimento" que le faltaba. Durante muchos años hemos tenido la 
tentación de creer, y tantos  hemos crecido con la idea de que las 
familias religiosas debían  poseer espacios más que iniciar  procesos. Y
 esta es una tentación. Tenemos que iniciar procesos, no poseer 
espacios. Yo tengo miedo de las estadísticas, porque nos engañan tantas 
veces. Nos dicen la verdad de una parte, pero después se cede el paso a 
la ilusión y nos llevan al engaño. Poseer espacios, más que iniciar 
procesos: estábamos tentados de esto porque pensábamos que, como eramos 
muchos, el conflicto podría prevalecer sobre la unidad; que las ideas (o
 nuestra incapacidad de cambiar) eran más importantes que la realidad; o
  que la parte (nuestra pequeña parte o visión del mundo) era superior 
al todo  eclesial (cf. ibid., 222-237) . Es una tentación. Nunca  he 
visto a un pizzaiolo que para hacer la pizza toma medio kilo de 
levadura y 100 gramos de harina, no. Al contrario. Poca levadura para 
que suba la  harina.
 
Hoy la realidad nos interpela, la realidad de hoy nos invita a ser de 
nuevo un poco de levadura, un poco de sal.. Ayer por la noche, en el 
Osservatore Romano, que sale por la noche pero con la fecha de hoy, sale
 la despedida de las dos últimas  Hermanitas de Jesús de Afganistán, 
entre los musulmanes, porque no había más [hermanas] y ahora, como eran 
ancianas, han  tenido que  volver. Hablaban afgano. Las querían todos:  
musulmanes, católicos, cristianos ... ¿Por qué? Porque eran testigos. 
¿Por qué? Porque estaban consagradas  a Dios. Padre de todos. Y pensé, 
dije al Señor, mientras lo leía - buscadlo hoy en L'Osservatore Romano, 
que nos hará pensar en su pregunta - "Pero Jesús,¿por qué dejas a esta 
gente así" . Y me vino a la memoria el pueblo coreano, que tenía al 
principio 3 o  4 misioneros chinos - al principio - y durante  dos 
siglos, el mensaje lo llevaban solamente los laicos. Los caminos del 
Señor son como Él quiere que sean. Pero nos  hará bien hacer un acto de 
fe: ¡Es Él quien lleva la historia! Es verdad. Hagamos todo para crecer,
 para ser fuertes ... pero nada de resignación. Iniciar procesos. Hoy la
 realidad nos interpela - repito - la realidad que nos invita a ser de 
nuevo un poco 'de la levadura, un poco de sal. Se puede pensar en una 
comida con mucha sal? Nadie la comería, nadie podría digerirla. Hoy, la 
realidad - por muchos factores que no podemos  pararnos ahora a analizar
 - nos llama a iniciar procesos  más que a poseer espacios, a luchar por
 la  unidad más que a apegarnos a  los conflictos del pasado, a escuchar
  la realidad, a abrirnos a la "masa" ,  al santo pueblo fiel de Dios, 
al todo eclesial. Abrirse al todo eclesial.
Una minoría bendecida, que está invitada nuevamente a subir, a subir 
en línea con lo que el Espíritu Santo ha inspirado en los corazones de 
vuestros  fundadores, y en el corazón de vosotras mismas. Es lo que hace
 falta hoy.
Paso a una última cosa. No me atrevería a deciros a que periferias 
existenciales debe dirigirse la misión, porque normalmente el Espíritu 
ha inspirado carismas para las periferias, para ir a los lugares, a los 
rincones, por lo general,  abandonados. No creo que el Papa os pueda 
decir: Ocupáos de esta o de aquella . Lo que el Papa puede deciros es 
esto: sois pocas,  soi pocos, los que seáis, id a las periferias, id  a 
las fronteras a encontraros  con el Señor, a renovar la misión de los 
orígenes, a la Galilea del primer encuentro, ¡volved a la Galilea del 
primer encuentro!. Y esto nos hará bien a todos, nos hará crecer, nos 
hara multitud. Me viene ahora  a la mente la confusión que sintió  
nuestro Padre Abraham: Le hicieron mirar al cielo:  “Cuenta las 
estrellas” - pero no podía - Así será tu descendencia " "Contar las 
estrellas!". Y luego: "Tu único hijo" - el único, el otro se había ido 
ya, pero éste tenía la promesa - "lleválo al monte  y ofrecemélo en  
sacrificio." De la multitud de estrellas, a sacrificar a su hijo, la 
lógica de Dios no se entiende. Se obedece, solamente. Y este es el 
camino que debéis seguir... Elegid las periferias, despertad procesos, 
encended la esperanza apagada y  minada por una sociedad que se ha 
vuelto insensible al dolor de los demás. En nuestra fragilidad como 
congregaciones podemos hacernos más atentos a las tantas fragilidades 
que nos rodean y transformarlas  en  espacio de bendición. Llegará el 
momento en que el Señor os dirá: “Párate, hay una cabra, allí. No 
sacrifiques a tu único hijo” Id y llevad  la "unción" de Cristo, id. No 
os estoy echando. Solamente digo: id y llevad la misión de Cristo, 
vuestro carisma.
Y no  olvidemos que " cuando se pone a Jesús en medio de su pueblo, 
este encuentra la alegría. Y sí, sólo eso podrá devolvernos la alegría y
 la esperanza, sólo eso nos salvará de vivir en una actitud de 
supervivencia.  Por favor, no, eso es resignación. Sólo eso hará fecunda
 nuestra vida y mantendrá vivo nuestro corazón. Poniendo a Jesús en 
donde tiene que estar: en medio de su pueblo. Homilía en la  santa misa 
de la Presentación del Señor XXI J.M. de la vida consagrada 2 de 
febrero, 2017). Y esta es vuestra tarea. Gracias, madre. Gracias.
Y ahora recemos juntos. Os daré la bendición y os pido, por favor, 
que recéis por mí porque necesito que me sostengas las oraciones  del 
Pueblo de Dios, de los consagrados y de los sacerdotes. Muchas gracias.
Oremos
 
