CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 25 de marzo de 2017).- A las 10.00 de esta mañana, en el Duomo de Milán, el Papa FRANCISCO se ha encontrado con los sacerdotes y los consagrados.
A la entrada del Duomo, el Pontífice ha sido recibido por los Obispos Auxiliares, el Arcipreste y el cabildo metropolitano.
Después en el “Scurolo di San Carlo”, el Santo Padre se ha detenido unos minutos para adorar el Santísimo Sacramento y venerar las reliquias del santo.
Tras el saludo del Em.mo Cardenal Angelo Scola, Arzobispo de Milán, el Papa responde a algunas preguntas de los sacerdotes.
Publicamos a continuación las respuestas del Santo Padre
Pregunta 1 - Don Gabriele Gioia, presbítero
Muchas de las energías y del tiempo de los sacerdotes son absorbidas
para continuar las formas tradicionales de ministerio, pero sentimos los
desafíos de la secularización y la irrelevancia de la fe dentro de la
evolución de una sociedad milanesa, que es cada vez más plural,
multiétnica, multirreligiosa y multicultural. También nosotros, a veces,
nos sentimos como Pedro y los apóstoles, que después de haber trabajado
duramente no habían pescado nada. Le preguntamos
¿Qué purificaciones y qué opciones prioritarias estamos llamados a
cumplir para no perder la alegría de evangelizar , de ser pueblo de Dios
que testimonia su amor por cada ser humano?
Santidad le queremos y rezamos por Usted.
Papa FRANCISCO:
Gracias. Gracias.
Me han enviado vuestras tres preguntas. Siempre se hace así. Por lo
general, respondo improvisando, pero esta vez pensé, en un día con un
horario tan ocupado, que era mejor escribir algo en respuesta.
He escuchado tu pregunta, don Gabriele. La había leído antes, pero
mientras hablabas, me vinieron a la mente dos cosas. Una "pescar
peces”. Tu sabes que la evangelización no siempre es sinónimo de "pescar
peces": es ir, remar mar adentro, dar testimonio ... y luego el Señor,
Él "pesca" los peces. Cuándo, cómo y dónde, no sabemos. Y esto es muy
importante. Y también partir de este hecho, que nosotros somos
instrumentos, herramientas inútiles. Otra cosa que has dicho, esa
preocupación que has expresado, es la preocupación de todos vosotros:
no perder la alegría de evangelizar. Porque evangelizar es una alegría.
El gran Pablo VI en la Evangelii Nuntiandi - que es el mayor
documento pastoral del período post-conciliar, y que todavía es actual
hoy - habló de esta alegría: la alegría de la Iglesia es evangelizar. Y
hay que pedir la gracia de no perderla. Él [Pablo VI] nos dice, casi al
final [del documento]: Mantengamos esta alegría de evangelizar; no como
evangelizadores tristes, aburridos, no es esto ; un evangelista triste
es aquel que no está convencido de que Jesús es alegría, de que Jesús
te trae alegría, y cuando te llama te cambia la vida y te da alegría, y
te envía con alegría, incluso en la cruz, pero con alegría, para
evangelizar.
Gracias por señalar estas cosas , Gabriel.
Y ahora, las cosas que he estado pensando acerca de esta cuestión, en casa, para decir cosas más pensadas
a. Una de las primeras cosas que me vienen a la mente es la palabra reto
- que tu has usado: “tantos retos”, has dicho. Cada época histórica,
desde los primeros tiempos del cristianismo, ha sido sometida
continuamente a múltiples retos. Retos dentro de la comunidad eclesial
y, al mismo tiempo en la relación con la sociedad en la que la fe estaba
tomando forma. Recordemos el episodio de Pedro en la casa de Cornelio
en Cesarea (Hechos 10,24 a 35), o la disputa en Antioquía y luego en
Jerusalén sobre si o no circuncidar a los gentiles (Hch 15.1 a 6) etc….
Por lo tanto no hay que temer los retos, que quede claro. No debemos
temer los retos. Cuantas veces escuchamos quejas: “Ah, en esta época hay
tantos retos y estamos tristes..” No. No hay que tener miedo. Los retos
hay que agarrarlos como el buey, por los cuernos. No hay que temerlos. Y
es bueno que los haya. Es bueno porque nos hacen crecer. Son el signo
de una fe viva, de una comunidad viva que busca a su Señor y tiene
abiertos los ojos y el corazón.
Más bien habría que temer una fe sin
retos, una fe que se cree completa, toda completa: no necesito nada más;
ya está todo hecho. Esta fe están tan aguada que no sirve. De esto
tenemos que tener miedo. Y se cree completa, como si todo hubiera sido
dicho y realizado . Los retos nos ayudan a lograr que nuestra fe no se
vuelva ideológica. Siempre existe el peligro de las ideologías,
siempre.Las ideologías crecen, germinan y crecen cuando uno cree que
tiene la fe completa, y se vuelve ideología. Los retos nos salvan de
un pensamiento cerrado y definido y nos abren a una comprensión más
amplia del dato revelado. Según lo indicado por la Constitución
dogmática Dei Verbum: " La Iglesia, en el decurso de los siglos, tiende
constantemente a la plenitud de la verdad divina, hasta que en ella se
cumplan las palabras de Dios. " (8b). Y en esto los retos nos ayudan a
abrirnos al misterio revelado. Esta es la primera respuesta a lo que me
has dicho.
b. En segundo lugar. Tu has hablado de una sociedad "multi" -
multicultural, multirreligiosa y multiétnica -. Creo que la Iglesia, a
lo largo de toda su historia, muchas veces – sin que seamos
conscientes de ello - tiene mucho que enseñarnos y ayudarnos de cara a
una cultura de la diversidad. Tenemos que aprender. El Espíritu Santo es
el maestro de la diversidad. Miremos a nuestras diócesis, a nuestros
sacerdotes, a nuestras comunidades. Miremos a las congregaciones
religiosas. Tantos carismas, tantas formas de realizar la experiencia
creyente. La Iglesia es Una en una experiencia multifacética. Es una,
sí. Pero en una experiencia multifacética. Aunque sea Una es
multifacética.
El Evangelio es uno en su forma cuádruple. El Evangelio
es uno, pero son cuatro y son diferentes, pero esa diferencia es una
riqueza. El Evangelio en su forma cuádruple.Esto aporta a nuestras
comunidades una riqueza que manifiesta la acción del Espíritu. La
tradición eclesial tiene mucha experiencia de cómo "manejar" la
multiplicidad dentro de su historia y de su vida. Hemos visto y vemos
de todo: hemos visto y vemos una gran riqueza y muchos horrores y
errores. Y aquí tenemos una buena clave que nos ayuda a leer el mundo
contemporáneo. Sin condenarlo y sin santificarlo. Reconociendo los
aspectos luminosos y los aspectos oscuros. Como también ayudándonos a
discernir los excesos de uniformidad o de relativismo: dos tendencias
que tratan de borrar la unidad de las diferencias, la interdependencia.
La Iglesia es Una en las diferencias. Es una y esas diferencias nos
unen en esa unidad. ¿Pero quien hace las diferencias? El Espíritu Santo:
El es el Maestro de las diferencias. Y ¿Quién hace la unidad? El
Espíritu Santo : El es también el Maestro de la unidad: Ese gran
Artista, ese gran Maestro de la unidad en las diferencias es el Espíritu
Santo. Y esto tenemos que entenderlo muy bien. Y hablaré de ello más
adelante, a propósito del discernimiento: discernir cuando es el
Espíritu el que hace las diferencias y la unidad y cuando no es el
Espíritu el que hace una diferencia o una división ¿Cuántas veces hemos
confundido la unidad con la uniformidad? Y no es lo mismo. O ¿cuántas
veces hemos confundido pluralidad con pluralismo? Y no es lo mismo. La
uniformidad y el pluralismo no son del espíritu bueno: no vienen del
Espíritu Santo. La pluralidad y la unidad, en cambio, proceden del
Espíritu Santo. En ambos casos, lo que se intenta es reducir la tensión
y eliminar el conflicto o la ambivalencia a la que estamos sometidos
como seres humanos. Tratar de eliminar uno de los polos de tensión es
eliminar la forma en que Dios ha querido revelarse en la humanidad de
su Hijo. Todo lo que no asuma el drama humano puede ser una teoría muy
clara y distinguida, pero no coherente con la revelación y por lo tanto
ideológica. La fe para ser cristiana y no ilusoria debe configurarse
dentro de los procesos humanos, sin estar limitada a ellos. También
esta es una hermosa tensión. Es la tarea bella y exigente que nos ha
dejado nuestro Señor, ' el ya y todavía no' de la salvación. Y esto es
muy importante: unidad en las diferencias. Esta es una tensión, pero es
una tensión que siempre nos hace crecer en la Iglesia.
c. En tercer lugar. Hay una elección que como pastores no podemos
eludir: formar al discernimiento. Discernimiento de estas cosas que
parecen opuestas o que son opuestas para saber cuando una tensión, una
oposición viene del Espíritu Santo y cuando viene del Maligno. Y, por
eso, formar al discernimiento.Como creo haber entendidode la pregunta,
la diversidad ofrece un escenario muy complicado. La cultura de la
abundancia a la que estamos sometidos ofrece un horizonte de muchas
posibilidades, presentándolas todas como válidas y buenas. Nuestros
jóvenes están expuestos a un zapping constante. Pueden navegar en dos o
tres pantallas abiertas simultáneamente, pueden interactuar al mismo
tiempo en diferentes escenarios virtuales. Nos guste o no, es el mundo
en el que se insertan y es nuestro deber como pastores ayudarles a
atraversar este mundo. Por eso creo que sea bueno enseñarles a
discernir, para que tengan las herramientas y los elementos que les
ayuden a recorrer el camino de la vida sin que se extinga el Espíritu
Santo que está dentro de ellos. En un mundo sin posibilidades de
elección, o con menos posibilidades, tal vez las cosas parecerían más
claras, no sé. Pero hoy en día nuestros fieles – y nosotros mismos -
estamos expuestos a esta realidad, y por lo tanto estoy convencido de
que como comunidad eclesial debemos incrementar el habitus del
discernimiento. Y este es un reto, y requiere la gracia del
discernimiento, para intentar aprender y tener el hábito del
discernimiento. Esta gracia, desde los pequeños hasta los adultos,
todos. De pequeños, es fácil que el papá y la mamá nos digan lo que
debemos hacer, y eso está bien –hoy no creo que sea tan fácil; en mis
tiempos sí, pero hoy no lo sé, pero de todas formas, es más fácil.
Pero a
medida que crecemos, en medio de una multitud de voces donde
aparentemente todas tienen razón, el discernimiento de lo que nos lleva a
la Resurrección, a la Vida y no a una cultura de la muerte, es crucial.
Por eso reitero tanto esta necesidad. Es una herramienta catequética y
también para la vida. En la catequesis, en la guía espiritual, en las
homilías tenemos que enseñar a nuestro pueblo, enseñar a los jóvenes,
enseñar a los niños, enseñar a los adultos el discernimiento. Y
enseñarles a pedir la gracia del discernimiento.
De esto habla esa parte de la Exhortación Evangelii gaudium titulada
“La misión que se encarna en los límites humanos” [40-45] .Y este es
el tercer punto al que he contestado. Son pequeñas cosas que quizás
serán de ayuda en vuestra reflexión sobre las preguntas y después en el
diálogo entre vosotros. Te lo agradezco mucho.
Pregunta 2 - Roberto Crespi, diácono permanente
Santidad, buenos días. Soy Roberto, diácono permanente. El
diaconado entró en nuestro clero en 1990 y hoy somos 143; no es una
cifra grande, pero es significativa. Somos hombres que viven
plenamente su vocación al matrimonio o al celibato, pero viven también
plenamente el mundo del trabajo y de la profesión y aportamos así al
clero el mundo de la familia y del trabajo, llevamos la dimensión de la
belleza y de la experiencia, pero también de la fatiga y alguna vez de
las heridas. Le preguntamos entonces, como diáconos permanentes ¿Cuál es
nuestra parte para que podamos ayudar a delinear ese rostro de la
Iglesia que es humilde,que es desinteresada, que es bienaventurada, que
sentimos que está en su corazón y de la que habla a menudo? Gracias por
su atención y le aseguro nuestra oración junto con la de nuestras
esposas y la de nuestras familias.
Papa FRANCISCO:
Gracias. Vosotros, los diáconos, tenéis mucho que dar, mucho que dar.
Pensemos en el valor de discernimiento. Dentro del presbiterio, podéis
ser una voz autorizada para mostrar la tensión que existe entre el deber
y el querer , las tensiones que se experimentan en la vida familiar
–¡tenéis suegras, por poner un ejemplo!- así como las bendiciones que
se viven dentro de la vida familiar.
Pero hay que tener cuidado para no ver los diáconos como medio
sacerdotes y medio laicos. Es un peligro. Al final no están ni aquí ni
allí. No, no se debe hacer, es un peligro. Verlos así hace daño y les
hace daño. Esta manera de considerarlos debilita el poder del carisma
propio del diaconado. Quiero insistir en esto: el carisma propio del
diaconado. Y este carisma está en la vida de la Iglesia. Tampoco es
buena la imagen del diácono como una especie de intermediario entre los
fieles y los pastores. Ni a mitad de camino entre los curas y los
laicos, ni a mitad de camino entre los pastores y los fieles. Y hay dos
tentaciones. Hay el peligro del clericalismo: el diácono que es
demasiado clerical. No, no, esto está mal. A veces veo que alguno
cuando ayuda en la liturgia parece querer tomar el lugar del sacerdote.
El clericalismo, cuidado con el clericalismo. Y la otra tentación, el
funcionalismo: es una ayuda que tiene el sacerdote para esto o lo otro…
es un chico para realizar algunas tareas y no para otras cosas ... No.
Tenéis un carisma claro en la Iglesia y tenéis que construirlo.
El diaconado es una vocación específica, es una vocación familiar que
llama al servicio. Me gusta mucho cuando [en los Hechos de los
Apóstoles]los primeros cristianos helenistas van donde los apóstoles
para quejarse de que sus viudas y sus huérfanos no estaban bien
atendidos, e hicieron aquella reunión, aquel "sínodo" entre los
apóstoles y los discípulos, y se "inventaron" los diáconos para
servir. Y esto es muy interesante para nosotros como obispos, pues todos
aquellos eran obispos, aquellos que "hicieron" a los diáconos. ¿Y qué
nos dice? Que los diáconos sean servidores. Después se dieron cuenta
de que, en ese caso, era para ayudar a las viudas y huérfanos; pero
servir. Y a nosotros, los obispos: la oración y el anuncio de la
Palabra; y esto nos demuestra cual es el carisma más importante de un
obispo: la oración. ¿Cuál es la tarea de un obispo, la primera tarea? La
oración. La segunda tarea: anunciar la Palabra. Pero se puede ver
claramente la diferencia. Y vosotros [diáconos]: el servicio. Esta
palabra es la clave para la comprensión de vuestro carisma. El servicio
como uno de los dones característicos del pueblo de Dios El diácono es -
por así decirlo - el custodio del servicio en la Iglesia. Cada
palabra debe calibrarse muy bien. Vosotros sois los custodios del
servicio en la Iglesia: el servicio de la Palabra, el servicio del
altar, el servicio a los pobres. Es vuestra misión, la misión del
diácono y su contribución consisten en esto: en recordarnos que la fe,
en sus diversas expresiones – la liturgia comunitaria, la oración
personal, las diferentes formas de caridad - y en sus diversos estados
de vida - laico, clerical, familiar - tienen una dimensión esencial de
servicio. El servicio a Dios y a los hermanos. ¡Y cuánto camino hay que
recorrer en este sentido! ¡Sois los custodios del servicio en la
Iglesia!
En ello radica el valor de los carismas en la Iglesia, que son un
recuerdo y un don para ayudar a todo el pueblo de Dios a no perder la
perspectiva ni las riquezas de la acción de Dios. Vosotros no sois
medio curas y medio laicos - esto sería "funcionalizar" el diaconado -,
sois sacramento de servicio a Dios y a los hermanos. Y de esta
palabra, “servicio”, se deriva todo el desarrollo de vuestro trabajo, de
vuestra vocación, del vuestro ser en la Iglesia. Una vocación que al
igual que todas las vocaciones no es solamente individual, sino que se
vive en la familia y con la familia; dentro del Pueblo de Dios y con el
pueblo de Dios
Sintetizando:
- No hay servicio del altar, no hay liturgia que no se abra al
servicio de los pobres, y no hay servicio a los pobres que no conduzca a
la liturgia.
- No hay vocación eclesial que no sea familiar.
Esto nos ayuda a revalorizar al diaconado como vocación eclesial.
Por último, hoy parece que todo tenga que "servirnos", como el fin de
todo fuera el individuo: la oración "me sirve”, la comunidad "me
sirve", la caridad " me sirve ". Es un dato de nuestra cultura.Vosotros
sois el don que el Espíritu nos da para ver que el camino justo va al
contrario: en la oración sirvo, en la comunidad sirvo, con la
solidaridad sirvo a Dios y al prójimo. Y que Dios os conceda la gracia
de crecer en este carisma de custodiar el servicio en la Iglesia.
Gracias por lo que hacéis.
Pregunta 3 - Madre M. Paola Paganoni, osc
Santidad. Soy la Madre Paola de las Ursulinas y estoy aquí en
nombre de toda la vida consagrada presente en la Iglesia milanesa pero
también de toda Lombardía. Le damos las gracias por su presencia, pero
sobre todo por el testimonio de vida que nos da. Desde santa Marcelina,
hermana de Ambrosio, la vida consagrada en la Iglesia milanesa hasta
nuestros días ha sido presencia viva y significativa con las formas
antiguas –y las ha visto aquí- nuevas Queremos preguntarle, Padre, cómo
ser para el hombre de hoy, testigos de profecía, como Usted dice:
custodios de la maravilla, y testimoniar con nuestra pobre vida, pero
una vida que sea pobre y fraternal. Y luego, dadas nuestras pocas-
parecemos muchas, pero la edad es elevada- dadas nuestras pocas fuerzas,
para el futuro ¿Qué periferias existenciales, que ámbitos elegir,
dar prioridad, teniendo conciencia de nuestra minoría –minoría en la
sociedad y minoría en la Iglesia? Gracias. Le aseguramos nuestro
recuerdo cotidiano.
Papa FRANCISCO:
Gracias. Me gusta, me gusta la palabra "minoría". Es cierto que es el
carisma de los franciscanos, pero todos tenemos que ser 'menores ' es
una actitud espiritual, la minoridad, que es el sello de los
cristianos. Me gusta que haya utilizado esa palabra. Y voy a empezar con
esta última palabra: minoría, la minoría. Por lo general - pero no
digo que sea su caso - es una palabra que se acompaña de un
sentimiento: "Parecemos muchas, pero somos mayores, somos pocas ...". Y
el sentimiento que está debajo ¿Cuál es? La resignación. Mal
sentimiento. Sin darnos cuenta, cada vez que pensamos o constatamos que
somos pocos, o en muchos casos ancianos, experimentamos el peso, la
fragilidad más que el esplendor, nuestro espíritu comienza a erosionarse
por la resignación. Y la resignación lleva a la pereza ... Os
recomiendo, si tenéis tiempo , que leáis lo que los Padres del desierto
dicen sobre la perez: es algo muy actual hoy. Creo que aquí nace la
primera acción a la que debemos prestar atención: pocos sí, minoría
sí, ancianos, sí, ¡resignados no! Son hilos muy finos que se ven sólo
delante del Señor examinando nuestro interior. El cardenal, cuando
habló, dijo dos palabras que me impresionaron mucho. Hablando de la
misericordia dijo que la misericordia "restaura y da la paz." Un buen
remedio contra la resignación es esta misericordia que restaura y da
la paz. Cuando caigamos en la resignación, nos alejemos de la
misericordia, vayamos inmediatamente donde alguno, donde alguna, donde
el Señor a pedir misericordia, para que nos restaure y nos de la paz.
Cuando la resignación se apodera de nosotros, vivimos con el
imaginario de un pasado glorioso que, lejos de despertar el carisma
inicial, nos envuelve cada vez más en una espiral de pesadez existencial
. Todo se vuelve más pesado y difícil de levantar. Y aquí, esto es algo
que yo no había escrito pero que digo ahora ; es un poco feo
decirlo, pero lo siento, sucede, y lo voy a decir. Empiezan a ser
pesadas las estructuras , vacías, no sabemos cómo hacer y pensamos en
vender las estructuras para conseguir dinero, el dinero para la vejez
... Empieza a ser pesado el dinero que tenemos en el banco ... Y la
pobreza, ¿dónde está? Pero el Señor es bueno, y cuando una congregación
religiosa no sigue el camino del voto de pobreza, por lo general envía
un mal ecónomo o ecónoma que destruye todo .¡ Y esto es una gracia!
[Risas, aplausos] Estaba diciendo que todo se vuelve pesado y difícil de
levantar. Y la tentación siempre está en buscar certezas humanas. He
hablado del dinero, que es una de las seguridades humanas que tenemos
más cerca. Por eso, es bueno para todos nosotros volver a los orígenes,
ir en peregrinación a los orígenes, una memoria que nos salva de
cualquier imaginación gloriosa, pero irreal del pasado.
"La mirada creyente es capaz de reconocer –dice la Evangelii gaudium-
la luz que siempre derrama el Espíritu Santo en medio de la oscuridad,
sin olvidar que «donde abundó el pecado sobreabundó la gracia» (Rm
5,20). Nuestra fe es desafiada a vislumbrar el vino en que puede
convertirse el agua y a descubrir el trigo que crece en medio de la
cizaña. "(ibid., N. Evangelii gaudium, 84) .
Nuestros padres y madres fundadoras no pensaron nunca en ser una
multitud o una gran mayoría. Nuestros fundadores se sintieron movidos
por el Espíritu Santo en un momento concreto de la historia a ser
presencia gozosa del Evangelio para los hermanos; a renovar y edificar
la Iglesia como levadura en la masa, como sal y luz del mondo. Estoy
pensando, tengo clara la frase de uno de los fundadores, pero muchos han
dicho lo mismo: "Tened miedo de la multitud" Que no vengan muchos, por
miedo a no formarlos bien, el miedo de no dar el carisma ... Uno la
llamaba la "turba multa". No. Ellos pensaban simplemente en llevar
adelante el Evangelio, el carisma.
Creo que una de las razones que nos impiden o nos privan de la
alegría estriba en este aspecto. Nuestras congregaciones no nacieron
para ser la masa, sino un poco de sal y un poco de levadura, que habría
contribuido a que creciera la masa; para que el pueblo de Dios tuviera
ese "condimento" que le faltaba. Durante muchos años hemos tenido la
tentación de creer, y tantos hemos crecido con la idea de que las
familias religiosas debían poseer espacios más que iniciar procesos. Y
esta es una tentación. Tenemos que iniciar procesos, no poseer
espacios. Yo tengo miedo de las estadísticas, porque nos engañan tantas
veces. Nos dicen la verdad de una parte, pero después se cede el paso a
la ilusión y nos llevan al engaño. Poseer espacios, más que iniciar
procesos: estábamos tentados de esto porque pensábamos que, como eramos
muchos, el conflicto podría prevalecer sobre la unidad; que las ideas (o
nuestra incapacidad de cambiar) eran más importantes que la realidad; o
que la parte (nuestra pequeña parte o visión del mundo) era superior
al todo eclesial (cf. ibid., 222-237) . Es una tentación. Nunca he
visto a un pizzaiolo que para hacer la pizza toma medio kilo de
levadura y 100 gramos de harina, no. Al contrario. Poca levadura para
que suba la harina.
Hoy la realidad nos interpela, la realidad de hoy nos invita a ser de
nuevo un poco de levadura, un poco de sal.. Ayer por la noche, en el
Osservatore Romano, que sale por la noche pero con la fecha de hoy, sale
la despedida de las dos últimas Hermanitas de Jesús de Afganistán,
entre los musulmanes, porque no había más [hermanas] y ahora, como eran
ancianas, han tenido que volver. Hablaban afgano. Las querían todos:
musulmanes, católicos, cristianos ... ¿Por qué? Porque eran testigos.
¿Por qué? Porque estaban consagradas a Dios. Padre de todos. Y pensé,
dije al Señor, mientras lo leía - buscadlo hoy en L'Osservatore Romano,
que nos hará pensar en su pregunta - "Pero Jesús,¿por qué dejas a esta
gente así" . Y me vino a la memoria el pueblo coreano, que tenía al
principio 3 o 4 misioneros chinos - al principio - y durante dos
siglos, el mensaje lo llevaban solamente los laicos. Los caminos del
Señor son como Él quiere que sean. Pero nos hará bien hacer un acto de
fe: ¡Es Él quien lleva la historia! Es verdad. Hagamos todo para crecer,
para ser fuertes ... pero nada de resignación. Iniciar procesos. Hoy la
realidad nos interpela - repito - la realidad que nos invita a ser de
nuevo un poco 'de la levadura, un poco de sal. Se puede pensar en una
comida con mucha sal? Nadie la comería, nadie podría digerirla. Hoy, la
realidad - por muchos factores que no podemos pararnos ahora a analizar
- nos llama a iniciar procesos más que a poseer espacios, a luchar por
la unidad más que a apegarnos a los conflictos del pasado, a escuchar
la realidad, a abrirnos a la "masa" , al santo pueblo fiel de Dios,
al todo eclesial. Abrirse al todo eclesial.
Una minoría bendecida, que está invitada nuevamente a subir, a subir
en línea con lo que el Espíritu Santo ha inspirado en los corazones de
vuestros fundadores, y en el corazón de vosotras mismas. Es lo que hace
falta hoy.
Paso a una última cosa. No me atrevería a deciros a que periferias
existenciales debe dirigirse la misión, porque normalmente el Espíritu
ha inspirado carismas para las periferias, para ir a los lugares, a los
rincones, por lo general, abandonados. No creo que el Papa os pueda
decir: Ocupáos de esta o de aquella . Lo que el Papa puede deciros es
esto: sois pocas, soi pocos, los que seáis, id a las periferias, id a
las fronteras a encontraros con el Señor, a renovar la misión de los
orígenes, a la Galilea del primer encuentro, ¡volved a la Galilea del
primer encuentro!. Y esto nos hará bien a todos, nos hará crecer, nos
hara multitud. Me viene ahora a la mente la confusión que sintió
nuestro Padre Abraham: Le hicieron mirar al cielo: “Cuenta las
estrellas” - pero no podía - Así será tu descendencia " "Contar las
estrellas!". Y luego: "Tu único hijo" - el único, el otro se había ido
ya, pero éste tenía la promesa - "lleválo al monte y ofrecemélo en
sacrificio." De la multitud de estrellas, a sacrificar a su hijo, la
lógica de Dios no se entiende. Se obedece, solamente. Y este es el
camino que debéis seguir... Elegid las periferias, despertad procesos,
encended la esperanza apagada y minada por una sociedad que se ha
vuelto insensible al dolor de los demás. En nuestra fragilidad como
congregaciones podemos hacernos más atentos a las tantas fragilidades
que nos rodean y transformarlas en espacio de bendición. Llegará el
momento en que el Señor os dirá: “Párate, hay una cabra, allí. No
sacrifiques a tu único hijo” Id y llevad la "unción" de Cristo, id. No
os estoy echando. Solamente digo: id y llevad la misión de Cristo,
vuestro carisma.
Y no olvidemos que " cuando se pone a Jesús en medio de su pueblo,
este encuentra la alegría. Y sí, sólo eso podrá devolvernos la alegría y
la esperanza, sólo eso nos salvará de vivir en una actitud de
supervivencia. Por favor, no, eso es resignación. Sólo eso hará fecunda
nuestra vida y mantendrá vivo nuestro corazón. Poniendo a Jesús en
donde tiene que estar: en medio de su pueblo. Homilía en la santa misa
de la Presentación del Señor XXI J.M. de la vida consagrada 2 de
febrero, 2017). Y esta es vuestra tarea. Gracias, madre. Gracias.
Y ahora recemos juntos. Os daré la bendición y os pido, por favor,
que recéis por mí porque necesito que me sostengas las oraciones del
Pueblo de Dios, de los consagrados y de los sacerdotes. Muchas gracias.
Oremos