CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 25 de marzo de 2017).- A las 17:45 de hoy, en el estadio Meazza-San Siro de Milán, el Santo
Padre FRANCISCO encontró a los chicos y chicos que van a recibir el
sacramento de la Confirmación y a los que ya lo han recibido. de
confirmación y confirmado.
A la entrada al estadio, el Papa fue recibido por el Presidente de la estructura, Roberto Ruozzi.
Durante el encuentro, el Papa respondió a algunas preguntas
planteadas por uno de los jóvenes que van a recibir la Confirmación,
por un matrimonio y por un catequista.
Siguen las respuestas del Santo Padre:
Pregunta de un chico
Hola, soy David y soy de Cornaredo. Quería hacerte una pregunta: A
ti, cuando tenías nuestra edad ¿Qué te ayudó a crecer en la amistad
con Jesús?
Papa FRANCISCO:
¡Buenas noches!
David ha hecho una pregunta muy sencilla, que es fácil para mí
responder porque solamente necesito acordarme de los tiempos en que
tenía vuestra edad. Y la pregunta es: Cuando tenías nuestra edad ¿Qué
te ayudó a crecer en la amistad con Jesús? Hay tres cosas, pero con un
hilo que las une. La primera cosa que me ayudó fueron mis abuelos. “Pero
cómo, Padre: ¿Los abuelos pueden ayudar a hacer crecer la amistad con
Jesús?". ¿Qué opináis? ¿ Pueden o no?
Chicos y chicas:
Sí!
Papa FRANCISCO:
Pero los abuelos son viejos..
Chicos y chicas:
¡No!
Papa FRANCISCO:
¿No? ¿No son viejos?
Chicos y chicas:
¡Sí!
Papa FRANCISCO:
Son viejos ... Los abuelos son de otra época: los abuelos no saben cómo
usar los ordenadores, no tienen celulares ... Vuelvo a preguntar: ¿Los
abuelos, te pueden ayudar a crecer en la amistad con Jesús?
Chicos y chicas:
¡Sí!
Papa FRANCISCO:
Y esta ha sido mi experiencia: Los abuelos me han hablado con
normalidad de las cosas en la vida. Un abuelo era carpintero, y me
enseñó cómo con el trabajo Jesús aprendió el mismo oficio, y así, cuando
miraba a mi abuelo, pensaba en Jesús. El otro abuelo me decía que uno
nunca se va a la cama sin decir una palabra a Jesús , decirle "buenas
noches". Mi abuela me enseñó a rezar, y también mi madre; la otra abuela
lo mismo ... Lo importante es esto: los abuelos tienen la sabiduría de
la vida. ¿Qué tienen los abuelos?
Chicos y chicas:
La sabiduría de la vida.
Papa FRANCISCO:
Tienen la sabiduría de la vida. Y con su sabiduría nos enseñan cómo
acercarnos a Jesús. Conmigo lo hicieron. En primer lugar, los abuelos.
Un consejo: Hablad con los abuelos. Hablad, haced todas las preguntas
que queráis. Escuchad a los abuelos. Es importante, en este tiempo,
hablar con los abuelos. ¿Lo habéis entendido?
Chicos y chicas:
¡Sí!
Papa FRANCISCO:
Y vosotros, cuyos abuelos viven, haced un esfuerzo para hablar,
hacedles preguntas, escuchadlos. ¿Hareís ese esfuerzo? ¿Cumpliréis esta
tarea?
Chicos y chicas:
Sí ...
Papa FRANCISCO:
No estáis muy convencido. ¿Lo haréis?
Chicos y chicas:
¡Sí!
Papa FRANCISCO:
Los abuelos. Después me ayudó mucho jugar con los amigos, porque jugar
bien, jugar y sentir la alegría del juego con los amigos, sin
insultarse, y pensar que así jugaba Jesús ... Pero, os pregunto, ¿Jesús
jugaba? ¿O no?
Chicos y chicas:
¡Sí!
Papa FRANCISCO:
¡Pero era Dios! Dios no, no puede jugar ... ¿Jesús jugaba?
Chicos y chicas:
¡Sí!
Papa FRANCISCO:
Estad seguros. Sí, Jesús jugaba, y jugaba con los demás. Es bueno para
nosotros jugar con los amigos, porque cuando el juego es limpio, se
aprende a respetar a los demás, se aprende a hacer equipo, como equipo,
a trabajar juntos. Y esto nos une a Jesús. Jugar con los amigos. Pero -
hay algo que creo que ha dicho alguno de vosotros - ¿Enfadarse con los
amigos, ayuda a conocer a Jesús?
Chicos y chicas:
¡No!
Papa FRANCISCO:
¿Cómo?
Chicos y chicas:
¡No!
Papa FRANCISCO:
Bien. Y si nos enfadamos, porque es normal enfadarse, luego se pide disculpa y se acaba la historia. ¿Está claro?
Chicos y chicas:
¡Sí!
Papa FRANCISCO:
A mí me ayudó mucho jugar con los amigos. Y una tercera cosa que me
ayudó a crecer en la amistad con Jesús es la parroquia, el oratorio, ir a
la parroquia, ir al oratorio y reunirme con los demás: ¡esto es
importante! A vosotros, ¿os gusta ir a la parroquia?
Chicos y chicas:
¡Sí!
Papa FRANCISCO:
Os gusta ... - pero decid la verdad - ¿os gusta ir a misa?
Chicos y chicas:
¡Sí!
Papa FRANCISCO:
[Risas] No estoy seguro ... ¿Os gusta ir al oratorio?
Chicos y chicas:
¡Sí!
Papa FRANCISCO:
Ah, esto sí, os gusta. Y estas tres cosas – en serio, es un consejo que
os doy - estas tres cosas os harán crecer en la amistad con Jesús:
hablar con los abuelos, jugar con los amigos e ir a la parroquia y al
oratorio. Porque con estas tres cosas, rezaréis más. [Aplausos] y la
oración es ese hilo que une las tres cosas. Gracias. [Aplausos]
PREGUNTA DE UN PADRE Y UNA MADRE:
Buenas noches. Somos Mónica y Alberto, y somos padres de tres
hijos de los cuales la última en octubre recibirá la Santa Confirmación
santa. La pregunta que queríamos hacerle es: ¿Cómo transmitir a nuestros
hijos la belleza de la fe? A veces nos parece tan complicado hablar de
este tema sin ser aburridos y banales o peor todavía, autoritarios
¿Qué palabras usar?
Papa FRANCISCO:
Gracias. Yo tenía antes estas preguntas ... Sí, porque me las habéis
mandado, y para ser claro en la respuesta, tomé algunas notas, escribí
algo, y ahora me gustaría responder a Mónica y Alberto.
a. Creo que esta es una de las cuestiones clave que toca nuestras vidas
como padres: la transmisión de la fe, y también toca nuestras vidas como
pastores y como educadores. La transmisión de la fe. Y me gustaría
haceros esta pregunta. Y os invito a recordar cuáles fueron las personas
que dejaron una huella en su fe y que os ha quedado más grabado de
ellas. Lo que los niños me han preguntado a mí, os lo pregunto yo a
vosotros. ¿Cuáles son las personas, las situaciones, las cosas que os
han ayudado a crecer en la fe, la transmisión de la fe. Os invito a
vosotros padres, a volver a ser con la imaginación, por unos minutos,
otra vez niños y a recordar a las personas que os ayudaron a creer.
"¿Quién me ayudó a creer?". El padre, la madre, los abuelos, una
catequista, una tía, el párroco, un vecino, quien sabe ... Todos
llevamos en nuestra memoria, pero sobre todo en el corazón una persona
que nos ayudó a creer. Ahora os pongo un reto. Un momento de silencio
... y que cada uno piense : ¿Quién me ha ayudado a creer? Y yo contesto
por mi parte, y para responder a la verdad tengo que volver con la
memoria a Lombardía ... [ gran aplauso]. A mí me ayudó a creer, a crecer
tanto en la fe, un cura de Lodi, de la diócesis de Lodi; un buen
sacerdote que me bautizó y luego durante toda mi vida, iba a verle; a
veces con frecuencia, otras veces menos ...; y él me acompañó hasta
entrar en el noviciado [de los Jesuitas]. Y esto os lo debo a vosotros,
los lombardos, ¡gracias! [Aplausos] Y nunca me olvido de aquel cura,
nunca, nunca. Fue un apóstol del confesionario, apóstol del
confesionario. Misericordioso, bueno, trabajador. Y así me ayudó a
crecer.
¿Cada uno ha pensado en la persona? Yo he dicho quien me ayudó.
Y os preguntaréis el por qué de este pequeño ejercicio. Nuestros hijos
nos están mirando todo el tiempo; aunque no nos demos cuenta, nos
observan todo el tiempo y, mientras tanto aprenden. [Aplausos] "I
bambini ci guardano”. Es el título de una película de Vittorio De Sica
de 1943. Buscadla. Buscadla. "I bambini ci guardano." Y, entre
paréntesis, me gustaría decir que aquellas película de la posguerra
italiana y un poco más adelante, han sido - en general - una verdadera
'catequesis' de humanidad. Cierro el paréntesis. Los niños nos miran, y
no os podéis imaginar la angustia que siento un niño cuando los padres
discuten. ¡Sufren! [Aplausos] Y cuando los padres se separan, las
cuentas las pagan ellos. [Aplausos] Cuando se trae un niño al mundo,
hay que ser conscientes de esto: asumimos la responsabilidad de crecer
en la fe a este niño. Os ayudará tanto leer la exhortación Amoris Laetitia,
especialmente los primeros capítulos, sobre el amor, el matrimonio, el
cuarto capítulo, que es realmente una clave. Pero no os olvidéis: Cuando
os enfadáis, los niños sufren y no crecen en la fe. [Aplausos] Los
niños conocen nuestras alegrías, nuestras penas y preocupaciones. Se las
arreglan para captar todo, se dan cuenta de todo y, dado que son muy,
muy, intuitivos, sacan sus conclusiones y sus enseñanzas. Saben cuando
hacemos trampas y cuando no. Lo saben. Son muy listos. Por lo tanto,
una de las primeras cosas que diría es: cuidad de ellos, cuidad de su
corazón, de su alegría y de su esperanza.
Los "ojitos" de vuestros hijos poco a poco almacenan y leen con el
corazón como la fe es uno de los mejores legados que habéis recibido de
vuestros padres, de vuestros antepasados.Se dan cuenta. Y si vosotros
dais la fe, y la vivís bien, se la transmitís.
Enseñadles cómo la fe nos ayuda a seguir adelante, a afrontar tantos
dramas que tenemos, no con una actitud pesimista, sino confiado, este es
el mejor testimonio que podemos darles. Hay un dicho: "Las palabras se
las lleva el viento", pero lo que se siembra en la memoria, en el
corazón, permanece para siempre.
b. Otra cosa. En diferentes lugares, muchas familias tienen una
tradición muy bonita: van a misa juntos y luego a un parque, llevan a
sus hijos a jugar juntos. Así, la fe se convierte en una necesidad de
la familia con otras familias, con los amigos, familias amigas. Esto es
bueno y ayuda a vivir el mandamiento de santificar las fiestas, No sólo
ir a la iglesia para rezar o para dormir durante la homilía - ¡puede
pasar! - no sólo, pero luego ir a jugar juntos. Ahora, que empieza el
buen tiempo, por ejemplo, el domingo después de ir a misa toda la
familia, es bueno si podéis ir a un parque o a una plaza, a jugar, a
pasar un rato juntos. En mi tierra esto se llama "dominguear" que
significa "pasar el domingo juntos." Pero nuestra época es una época
algo difícil para hacer esto porque muchos padres, para dar de comer a
su familia, tiene que trabajar incluso en días festivos. Y eso es malo.
Cuando los padres me dicen que pierden la paciencia con sus hijos
siempre les pregunto: ¿Cuántos son" - "Tres, cuatro," me dicen. Y
después les hago una segunda pregunta: "¿Tu, juegas con tus hijos? ...
¿Juegas" y no saben qué decir. Los padres en esta época no pueden, o
han perdido la costumbre de jugar con sus hijos, de "perder el tiempo"
con sus hijos. Un papá una vez me dijo: "Padre, cuando me voy a ir a
trabajar, q todavía están en la cama, y cuando vuelvo tarde por la
nocheya están en la cama. Los veo sólo en días de fiesta ". Está muy
mal. Esta vida nos quita la humanidad! Pero recordad esto: jugar con
los niños, "perder el tiempo" con los hijos también es transmitir la fe.
Es la gratuidad, la gratuidad de Dios.
c. Y una última cosa: la educación familiar a la solidaridad. Esto es
transmitir la fe con la educación a la solidaridad, a las obras de
misericordia. Las obras de misericordia hacen que crezca la fe en el
corazón. Esto es muy importante. Me gusta poner el acento en la fiesta,
en la gratuidad, en buscar otras familias y vivir la fe como un
espacio de disfrute de la familia; Creo que también hay que añadir otro
elemento. No hay fiesta sin solidaridad – como no hay solidaridad sin
fiesta- porque cuando uno es solidario, es alegre y transmite alegría.
No quiero aburriros. Os contaré algo que viví en Buenos Aires. Una
madre, estaba almorzando con sus tres hijos, seis, cuatro y medio y tres
años; después tuvo otros dos. Su marido estaba en el trabajo. Estaban
comiendo “cotolette alla milanese”, (filetes empanados). Sí, lo se
porque me lo contó ella y cada uno de los niños tenía una en el plato.
Llaman a la puerta. El mayor va a abrir, vuelve y dice: "Mamá, es un
pobre hombre, pide algo." Y la madre, sabia, les pregunta: "¿Qué
hacemos? ¿Le damos o no le damos? "-" Sí, mamá, le damos, le damos ".
Había otros filetes, allí. La madre dijo: "Ah, muy bien: hacemos dos
bocadillos: cada uno corta su filete a mitad y hacemos dos
bocadillos" - "Mamá, pero hay otras" - "No, son para la cena." Y la
mamá les enseñó la solidaridad, la que cuesta, no la que sobra! Por
ejemplo, esto sería suficiente, pero os hará reír saber cómo terminó la
historia. A la semana siguiente, la madre tuvo que ir a hacer la compra,
por la tarde, alrededor de las cuatro, y dejó a los tres niños solos,
eran buenos, durante una hora. Se fue. Cuando la madre regresó, no eran
tres, ¡eran cuatro! Había tres niños y un pobre [risas] que había pedido
limosna, al que hicieron entrar y estaban bebiendo juntos café con
leche ... Este es un final para reír un poco... educar en la
solidaridad, es decir, a las obras de misericordia . Gracias.
Pregunta de una catequista
Buenas tardes, soy Valeria, madre y catequista de una parroquia en
Milán, en Rogoredo. Usted nos ha enseñado que para educar a un joven
hace falta una aldea: también nuestro arzobispo nos ha empujado a lo
largo de estos años a colaborar, para que haya colaboración entre las
figuras educativas. Así que queríamos pedirle un consejo, para que
podamos estar abiertos a un diálogo y una confrontación con todos los
educadores que tienen que ver con nuestros jóvenes ...
Papa FRANCISCO:
Yo aconsejaría una educación basada en el pensar- sentir- hacer, es
decir, una educación con el intelecto, el corazón y las manos, los tres
lenguajes. Educar a la armonía de los tres lenguajes, para que los
jóvenes, los chicos, las chicas pueden pensar lo que sienten y lo que
hacen, sentir lo que piensan y hacen y hacer lo que piensan y sienten.
No las tres cosas separadas, sino las tres juntas. No sólo la educación
del intelecto: esto es dar nociones intelectuales, que son importantes,
pero sin el corazón y sin las manos no sirven, no sirven. Debe ser
armoniosa, la educación. Pero también se puede decir: educar con los
contenidos, las ideas con las actitudes de vida y con los valores.
También se puede decir así. Pero nunca educar solamente, por ejemplo,
con las nociones, las ideas. No. También el corazón tiene que crecer en
la educación; y también el "hacer", la actitud, el modo de comportarse
en la vida comportamiento en la vida.
b. En referencia al punto precedente, recuerdo que una vez en una
escuela había un alumno que era un fenómeno jugando al fútbol y un
desastre en la conducta en clase. Una regla que le habían dado era que
si no se portaba bien dejaba de jugar al fútbol. Dado que continuó con
el mal comportamiento se quedó dos meses sin jugar, y esto hizo
empeorar las cosas. Tened cuidado cuando se castiga: aquel chico
empeoró. Es verdad, yo conocí a ese chico. Un día, el entrenador habló
con la directora y le explicó: "¡Así no funciona! ¡Dejáme intentarlo”
", dijo a la directora, y le pidió que el chico pudiera volver a jugar.
"Vamos a intentarlo," dijo la señora. Y el entrenador lo puso como
capitán del equipo. Entonces ese niño, sintió que lo tomaban en
consideración, sintió que podía dar lo mejor de sí y no sólo comenzó a
comportarse mejor, sino a mejorar en todo. Esto me parece muy importante
en la educación. Muy importante. Entre los estudiantes hay algunos
dotados para el deporte y no tanto para las ciencias y a otros se les
da mejor el arte que las matemáticas, a unos la filosofía más que los
deportes. Un buen profesor, educador o entrenador sabe estimular las
buena cualidades de sus estudiantes y no descuidar las otras; Y allí se
da el fenómeno denominado pedagógico llamado transfert: haciendo
bien y agradablemente una cosa, el beneficio se transfiere a la otra.
Buscar dónde dar más responsabilidad, donde más le gusta, e irá bien. Y
está siempre bien estimularlos, pero los niños también necesitan
divertirse y dormir. Educar solamente, sin el espacio de la gratuidad no
está bien..
Y termino con esta cosa. Hay un fenómeno muy feo en estos tiempos, que me preocupa, en la educación: el bullying.
Por favor, tened cuidado. [Aplausos] Y ahora os pregunto, a vosotros,
que vais a recibir la confirmación. En silencio, escuchadme. En
silencio. ¿En vuestra escuela, en vuestro vecindario, hay alguno, o
alguna de quien os burláis porque tiene un defecto, porque es gordo,
porque es delgado, por esto o por aquello? Pensadlo . Y ¿ os gusta hacer
que se sientan avergonzados e incluso pegarlos por eso? Pensadlo. Esto
se llama bullying. Por favor ... [indicio de aplausos] No, no! Todavía
no he terminado. Por favor, para el sacramento de la Santa Confirmación,
prometedle al Señor que nunca haréis eso y nunca dejaréis que se haga
en vuestra escuela, en vuestro colegio, en vuestro vecindario.
¿Entendido?
Chicos y chicas:
¡Sí! [Aplausos]
Papa FRANCISCO:
¿Me lo prometéis?: Nunca, nunca burlarse, reírse de un compañero de escuela, de barrio ¿Me lo prometéis, hoy?
Chicos y chicas:
¡Sí!
Papa FRANCISCO:
El Papa no está contento con la respuesta ... ¿Me lo prometéis?
Chicos y chicas:
[Muy fuerte] ¡Sí!
Papa FRANCISCO:
Está bien. Este "sí" se lo habéis dicho al Papa. Ahora, en silencio,
pensad lo feo que es y pensad si sois capaces de prometérselo a Jesús.
¿Prometéis a Jesús que no haréis nunca bullying?
Chicos y chicas:
¡Sí!
Papa FRANCISCO:
A Jesús ...
Chicos y chicas:
[Fuerte] ¡Sí !
Papa FRANCISCO:
Gracias. ¡Y que el Señor os bendiga!
Felicitaciones a vosotros [a los que hicieron la coreografía en el campo]: ¡Muy buenos!
Oremos juntos: "Padre nuestro ..."
[Bendición]
Papa FRANCISCO:
Por favor, os pido que recéis por mí. Y antes de irme, una pregunta: ¿con quién debemos hablar más, en casa?
Chicos y chicas:
¡Con los abuelos!
Papa FRANCISCO:
¡Estupendo! Y vosotros, padres, ¿Qué tenéis que hacer más con vuestros hijos ?
Padres:
¡Jugar!
Papa FRANCISCO:
Jugar. Y vosotros, educadores, ¿cómo tenéis que educar, con qué
lenguaje? Con el de la cabeza, con el del corazón y con el de las
manos!
¡Gracias y adiós!