CIUDAD DEL VATICANO (Agencia Fides, 07/07/2017) – Esta mañana el Santo Padre
Francisco ha recibido en audiencia al cardenal Angelo Amato, Prefecto de
la Congregación para las Causas de los Santos, y ha autorizado la
promulgación de varios decretos, entre los cuales está el que se refiere
al martirio del Siervo de Dios, monseñor Jesús Emilio Jaramillo
Monsalve, del Instituto de Misiones Extranjeras de Yarumal, obispo de
Arauca, asesinado por odio a la fe en 1989, cerca de Fortul (Colombia).
Monseñor Jaramillo, primer obispo de Arauca (Colombia), fue secuestrado
por delincuentes armados el 2 de octubre de 1989 junto a 3 sacerdotes y
un seminarista mientras visitaba la localidad de Fortul, a 800
kilómetros al este de Bogotá. Fue hallado muerto al día siguiente con
cuatro disparos en la cabeza.
El sacerdote nació el 4 de febrero de 1916 en Santo Domingo (Colombia).
Ingresó en el Instituto de Misiones Extranjeras de Yarumal y fue
ordenado sacerdote el 1 de septiembre de 1940. Desempeñó varios puestos
de responsabilidad: Fue profesor, director espiritual del seminario,
maestro de novicios, rector, asistente del Superior general, párroco de
la catedral de Buenaventura, superior general y delegado nacional para
el apostolado de los laicos.
El 11 de noviembre de 1970 fue nombrado vicario apostólico de Arauca. El
19 de julio de 1984, el Papa Juan Pablo II elevó el vicariato a la
categoría de diócesis. Dos meses después, el 19 y 20 de septiembre,
tuvieron lugar los actos de inauguración de la nueva diócesis y la toma
de posesión del primer obispo, monseñor Jesús Emilio Jaramillo Monsalve.
La Conferencia Episcopal de Colombia anunció su trágica muerte con estas
palabras: “El obispo Jesús Emilio Jaramillo Monsalve se consagró de
forma ejemplar durante 18 años, con un corazón de auténtico misionero en
la comunidad de los padres Javerianos y con solicitud generosa a la
Iglesia de Arauca.
Con su palabra, inflamada por el amor de Cristo, con vigor de Profeta,
siempre ha estado al servicio del Evangelio, de la paz, de la
reconciliación, de la convivencia y de la defensa de los sagrados
derechos de la persona humana... En su sangre, injustamente derramada,
vemos el alto precio pagado por la Iglesia. Los violentos, aquellos que
golpean la vida con la mente ofuscada por el odio y la insensatez
sembrando la muerte, la tragedia y la amargura, no prevalecerán. El
bien, el amor de Cristo, triunfarán sobre las fuerzas del mal”.
La Agencia Fides recordaba: “Pastor celoso y ferviente misionero,
monseñor Jaramillo ha desarrollado una intensa obra de evangelización y
de promoción de la Iglesia local, que de acuerdo a este objetivo, fue
elevada de Vicariato Apostólico a diócesis de Arauca. Monseñor Jaramillo
había confiado a Fides, en una entrevista, los complicados problemas
pastorales que afectaban a la Iglesia diocesana y también a su corazón
de pastor: “la grandeza del territorio, la escasez de personal, la
diversidad de la población, sin contar con las nuevas situaciones de
inmigración y de nivel de vida surgidas a partir del descubrimiento de
las explotaciones de petróleo, también a causa del contrabando y del
narcotráfico".