Rancagua, CHILE (Agencia Fides, 26/07/2017) – “El debate en las salas del Senado y de la
Cámara de Diputados, la semana pasada en torno a la despenalización del
aborto, dejó en mí un sabor amargo respecto de la democracia fundada en
valores que desde pequeño me enseñaron a cultivar”. Así lo afirma Su Exc. Mons. Alejandro Goic Karmelic, obispo
de Rancagua, en una reflexión enviada a los medios de comunicación y
publicada por el cotidiano “El Mercurio” en la edición de hoy, recibida
en la Agencia Fides, con el título “Democracia fundada en valores”.
El obispo, que subraya “como un simple ciudadano de mi nación”, veo que
“la urgencia de los tiempos y el calor del debate llevaron la
argumentación, en las salas y en la trastienda, a niveles muy extremos.
Un legislador trata a otro de honorable y al mismo tiempo de asesino, o
de fanático fundamentalista. Unos se arrogan la virtud del 'progresismo'
y reprochan el defecto de 'conservadores' a los que proclaman que el
ser humano en gestación merece una oportunidad para la vida. Unos
invocan el derecho humano pensando solo en la mujer, otros solo en el
hijo concebido… Y cuando una indicación o una abstención sorprende,
cuando un pareo no cuadra, cuando el cálculo de votos no funciona, se
reprocha a los honorables como si fueran alumnos de la escuela
infantil...Cómo ayudar a restituir el crédito a la noble actividad
política”.
Mons. Goic Karmelic subraya que estos “son los riesgos de legislar con
frenesí, o de anteponer la calculadora electoral a los proyectos país”,
además “la ira extrema es una señal que no podemos dejar pasar
inadvertida”.
En la parte final el obispo de Rancagua recuerda que “hace 40 añosla
Iglesia le tocó ser amparo y refugio para quienes la dictadura consideró
'descartables’ (palabra que ha acuñado el Papa Francisco). Les
refugiamos y presentamos recursos judiciales para garantizar su vida y
sus derechos. No les preguntamos si estaban bautizados, ni si eran
conservadores o progresistas. Ahora nos tocará dar lo mejor de nosotros
para ayudar a quienes optan por la vida y también a quienes hacen una
opción distinta. Una Iglesia que no discrimina, fiel a Jesús el Señor,
ha de ser fiel a su misión amparando a otros descartables de hoy:
adultos mayores, inmigrantes, mujeres agredidas, menores de edad
abusados, pueblos originarios despojados, personas con enfermedades
crónicas, todos los vulnerables, los pequeños y predilectos de Jesús”