“Me alegra vivir con vosotros este encuentro y aprender más acerca de vuestra experiencia de vida comunitaria. Estoy conmovido por lo que habéis dicho y os doy las gracias.
El tiempo de Adviento nos ayuda a meditar sobre el misterio del Hijo de Dios hecho carne que con su nacimiento trajo al mundo la luz y la paz. En Navidad, Dios se revela no como uno que está en las alturas y domina el universo, sino como el que se abaja y desciende, asumiendo la apariencia frágil de un niño. De esta manera Dios nos enseña que no debemos ponernos por encima de los demás, sino que estamos llamados a abajarnos, a servir por amor a los más débiles, a hacernos pequeños con los pequeños. Si Dios, mediante la venida de su Hijo a la tierra, se ha involucrado con el hombre hasta el punto de llegar a ser en todo como uno de nosotros, menos en el pecado, se deduce, según la palabra de Jesús, que cualquier cosa hayamos hecho a uno de los más pequeños, lo habremos hecho a él.
Don Zeno Saltini, vuestro fundador, lo había entendido muy bien y ,no obstante las dificultades y las incomprensiones, prosiguió, siempre confiado con su objetivo de llevar la buena semilla del Evangelio, incluso a los terrenos más áridos. ¡Y lo consiguió! Vuestra comunidad de Nomadelfia es la prueba. Don Zeno se presenta hoy ante nosotros como ejemplo de discípulo fiel de Cristo que, a imitación del Divino Maestro, se inclina sobre el sufrimiento de los más débiles y los más pobres, convirtiéndose en testimonio de una caridad incansable. ¡Que su coraje y su perseverancia os guien en vuestro esfuerzo diario para que fructifiquen las semillas del bien que él sembró en abundancia, animados por la pasión evangélica y el sincero amor a la Iglesia!. El que haya alimentado, vestido, acogido a uno de los más pobres entre los hombres, habrá alimentado, acogido, amado al mismo Hijo de Dios. El que, por el contrario, haya rechazado, ahuyentado, olvidado a uno de los más pequeños y débiles, habrá dejado de lado a Dios mismo. Como dice San Juan: "Si no amas a tu hermano a quien ves, ¿cómo puedes amar a Dios a quien no ves?"
Queridos hermanos y hermanas, vuestra herencia espiritual está vinculada de manera especial a la vida de fraternidad, que se caracteriza, en particular, por la acogida los niños y el cuidado muy especial de las personas mayores. Os animo a dar a la sociedad este ejemplo de solicitud y ternura tan importante. Los niños y los ancianos construyen el futuro de los pueblos: los niños porque sacarán adelante la historia; los ancianos, porque transmiten la experiencia y la sabiduría de sus vidas. No os canséis de nutrir y alimentar este diálogo entre generaciones, haciendo de la fe vuestra estrella polar y de la Palabra de Dios, la lección principal para asimilar y vivir en la realidad de la vida cotidiana. Así seréis capaces de imitar cada vez más la cercanía de Dios a los hombres y de contemplar en el rostro de las personas más vulnerables la imagen del Niño Jesús.
Os deseo a todos un buena camino hacia la Navidad, para llegar a celebrarla con alegría y paz en el corazón. El Señor os bendiga y la Virgen Madre os proteja. Y os pido que, por favor, recéis por mí”.