Alepo, SIRIA (Agencia Fides, 19/12/2016) - “Las víctimas de la violencia en Siria son todos
los sirios, musulmanes y cristianos. Y quienes sufren son sobre todo
los pobres, los que no han tenido la posibilidad de escapar”. Mientras
continúa, entre mil dificultades, la evacuación de la población de los
distritos del este de Alepo controlados desde hace años por las milicias
rebeldes en gran medida de tendencia yihadista, el padre Jacques Murad,
monje sirio de la comunidad de Deir Mar Musa, subraya en una
declaración concedida a la Agencia Fides que una reconciliación
verdadera llevará mucho tiempo, y sólo será posible, evitando las
múltiples interpretaciones y manipulaciones en clave sectaria del
sufrimiento indescriptible causado por estos cinco años de conflicto.
“Las atrocidades de la guerra”, remarca el padre Murad, “han infligido
torturas a todas las comunidades, a las personas de todas las creencias.
Las primeras víctimas del Daes (auto-proclamado Estado Islámico) han
sido musulmanes sunitas. En este sentido, considero que es inapropiado
decir que hay un “genocidio” en curso de los cristianos de Oriente
Medio. Sin duda, las comunidades cristianas que viven en esas tierras
desde los inicios de la anunciación del mensaje cristiano se han visto
atacadas”, continúa el p. Murad, “pero no es justo y no conviene
presentar a los cristianos como las únicas víctimas de la guerra. Esto
sólo aumentaría el sectarismo”.
En opinión del Monje siro-católico, la reconciliación llevará tiempo:
“Debemos pedir antes que nada que Dios haga un milagro y sane estas
heridas mortales. Nosotros, como cristianos, podemos hacer algo
importante: en este momento, a pesar de las dificultades que estamos
atravesando, podemos mostrar nuestra solidaridad hacia nuestros hermanos
musulmanes que han sufrido como nosotros y más que nosotros. Así
ayudaremos a las comunidades cristianas de Oriente Medio a permanecer en
las tierras en las que han estado enraizadas desde siempre”.
Mientras tanto, en Nueva York, hoy a las 9 (hora local), el Consejo de
Seguridad de la ONU se prepara para votar el texto de una resolución que
pide el despliegue de observadores de las Naciones Unidas en Alepo para
garantizar la entrada de la ayuda humanitaria y la evacuación de la
población y de las milicias rebeldes que sigue estando en los barrios
del este de Alepo, reconquistada por el ejército del gobierno y sus
aliados. Esta mañana ha continuado la evacuación de civiles y milicianos
de los distritos del este de Alepo, y al menos mil personas han
abandonado la ciudad en caravanas de autobuses verdes directos a las
zonas fronterizas colindantes con Turquía.
El padre Jacques Mourad actualmente se encuentra en Suleimaniya, en el
Kurdistán iraquí, donde lleva a cabo su ministerio sacerdotal con muchos
cristianos desplazados desde la Llanura de Nínive, que huyeron ante el
avance de los yihadistas del Estado Islámico. En mayo de 2015, los
milicianos del Daesh lo había secuestrado, tomándolo del monasterio de
Mar Elian, en la ciudad siria de Qaryatayn, y lo habían tenido
incomunicado durante meses, para luego llevarlo de vuelta a Quaryatayn,
después de haberla conquistado, junto con cientos de cristianos
secuestrados en la misma ciudad, que como él también había firmado con
el estado islámico el «contrato de protección».
“Durante la cautividad” cuenta el padre Murad a la Agencia Fides, “todos
los días pensaba que ese sería el último. Durante el octavo día de
cautiverio, en Raqqa, un jefe yihadista vino a mi celda y me pidió que
considerara mi secuestro como una especie de retiro espiritual. Esas
palabras me impresionaron: pensé que Dios utiliza incluso un jefe del
Daesh para darme un mensaje espiritual. Estoy seguro de que el
compromiso de mi comunidad para ayudar a todos los necesitados de la
región de Qaryatayn, tanto cristianos como musulmanes, hizo que todos
los 250 cristianos de esa ciudad, incluso después de haber sido
deportados por los yihadistas, encontrasen más tarde, la libertad, sanos
y salvos”.