Antioquía, TURQUÍA (Agencia Fides) - Este año las medidas de seguridad puestas en
marcha con motivo de la celebración de la fiesta de los Santos Pedro y
Pablo en Antioquía, en la provincia turca de Hatay, han sido
especialmente fuertes. Así lo cuenta el padre capuccino Domenico
Bertogli a la Agencia Fides. Este año el centro de la jornada festiva ha
sido la “Gruta de Pedro”, una antigua iglesia en el monte Silpio,
reabierta a las visitas en 2015 después de una larga restauración.
El padre Bertogli indica que, a las 10 del 29 de junio en la gruta, tuvo
lugar la celebración ecuménica presidida por el obispo Kostantin,
Higúmeno del monasterio de San Elías en Líbano, representante de Yohanna
X, Patriarca de Antioquía de los sirio-ortodoxos; y por el obispo Paolo
Bizzeti, vicario apostólico en Anatolia. El padre Bertogli explica que
las autoridades de Antakya “proporcionaron sillas, el sistema de sonido y
los autobuses para transportar a los fieles”. En la celebración
participaron, entre otros, un archimandrita y 5 sacerdotes ortodoxos, 6
sacerdotes católicos y el reverendo coreano Jakub, pastor protestante de
Antioquía. En sus intervenciones, introducidas por el padre cappuccino
Paolo Raffaele Pugliese, los obispos y sacerdotes se han detenido “en la
importancia de esta ciudad” y en el hecho “de vivir unidos en el
respeto y el amor”. “Se ha rezado por la paz en turco, árabe y coreano,
con un pensamiento especial para Siria, martir
izada
por una absurda y larga guerra civil”. “Realmente, -añade el hermano
capuccino-, “ha sido un llamamiento fuerte a caminar juntos con fe
renovada siguiendo el ejemplo de los grandes Apóstoles”.
La antigua iglesia de San Pedro conserva aún la forma con la que la
construyeron los cruzados que conquistaron la antigua Antioquía del
Orontes en 1098. Los bizantinos la transformaron en una capilla donde se
reunían los primeros bautizados en los periodos de persecución, en la
ciudad donde, por primera vez, los discípulos de Jesús fueron llamados
“cristianos” y de donde fue obispo San Pedro antes de ir a Roma.
Su reciente restauración ha puesto fin al estado de abandono en el que
se encontraba, empeorado por intervenciones precedentes. Durante los
años pasados, los obispos y patriarcas han acudido en varias ocasiones a
las celebraciones que se han llevado a cabo por la solemnidad de los
Santos Pedro y Pablo.